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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 16 - DICIEMBRE 2019
se deja llevar por su ritmo y llenar de
sus armonías. No pierde, con ello, su
personalidad; la incrementa y afirma.
Al deslizarse aladamente por las ave-
nidas de la obra, siente que la obra se
identifica prodigiosamente con él, es
re-creada por él y le es, sin embargo,
trascendente. Por eso admite interpre-
taciones diversas, que se contrastan y
complementan.
Y es
tras este proceso
cuando
la
obra cobra una nueva posición
, di-
mensionada por el sentimiento y la
inteligencia.
El intérprete se mueve ya con abso-
luta libertad […] Podríamos decir que
la domina. La domina porque se deja
dominar por ella […] En este nivel de
creatividad nadie domina a nadie. […]
Cuando se vive creativamente, no inte-
resa dominar y poseer, sino enriquecer-
se mutuamente
(López, 2006).
Tanto desde la perspectiva teóri-
ca como práctica se puede advertir
que
el intérprete se mueve entre
dos acciones: la reproductiva y la
creativa.
No nos cabe duda de que
el intérprete es el creador de una
interpretación, a través de la que
proyecta su individualidad y que le
hace distinto a otros. Es la creati-
vidad la que genera diversas ver-
siones de una obra, no sólo entre
intérpretes diferentes, sino incluso
en la misma persona en diferentes
momentos y escenarios. Además,
en ocasiones, esas recreaciones
instrumentales mejoran la per-
cepción que pueda tener el propio
compositor acerca de su obra. Val-
ga como ejemplo de esto último la
frase que exclamó el compositor
Edward Grieg tras escuchar su pro-
pio Concierto para Piano y Orques-
ta en La Menor, en la interpretación
de la pianista venezolana Teresa Ca-
rreño en 1889:
“¡Caramba señora!
No sabía que mi concierto era tan
bonito…”
(Correa, 2006).
La comprensión
musical: estructura e
interpretación
Las obras musicales son la ma-
terialización de la expresión de co-
nocimientos, experiencias, estados
de ánimo, ilusiones, evocaciones,
recreaciones de modelos… impre-
siones de un compositor al que,
probablemente, se mire con tanta
lejanía o admiración que se pierda
de vista que ha vivido, ha sufrido y
ha querido como cualquier otro ser
humano.
A pesar de que a lo largo de la
tradición musical culta la interpre-
tación del significado musical ha
generado diferentes opiniones de-
pendiendo del contexto social en el
que se crea y su función en él, dar
vida a ese código de signos iner-
tes plasmados en la partitura, que
representan el alma del creador,
trasciende lo atemporal e implica
entender su estructura y manifes-
tarla usando la misma esencia indi-
vidual que lo materializó, pero aho-
ra desde la sensibilidad de otro ser
similar:
el intérprete.
Y el proceso
se vuelve a repetir. Este “médium”
de la música, en base a sus cono-
cimientos, experiencias, estados
de ánimo, ilusiones...,
generará un
producto único e irrepetible
, con
la particularidad de ser variable en
el espacio y el tiempo.
Según algunas investigaciones
llevadas a cabo en el campo de la
interpretación musical, todos los
elementos que conforman la estruc-
tura de una obra generan un perfil
expresivo en ella, de tal forma que
los intérpretes llegan a coincidir
en una expresividad común en lo
referente a la forma general de la
pieza.
Sin embargo, muestran su
individualidad creativa en los deta-
lles más sutiles de esta estructura y
su ejecución expresiva. A tal efecto,
Rink (2006) manifiesta que, aun-
que la expresión pueda entenderse
como la consecuencia inevitable e
irrepetible de la comprensión de la
estructura musical, también es un
intento consciente y deliberado del
intérprete por hacer que sus inter-
pretaciones sean perceptibles.
En base a esto y otras evidencias
llevadas a cabo en psicología de la
música,
la interpretación requiere
una comprensión imaginativa de
la estructura de la obra por par-
te del intérprete.
Es tras este paso
cuando se puede formular una es-
trategia de interpretación, siendo
esteo un acto que implica el uso de
su creatividad.
No obstante, no puede obviarse
que, para llegar a este punto, se
requiere que el intérprete domine
intelectualmente el potencial de las
ideas musicales y sus posibilidades
de desarrollo.
Intelecto y sensibi-
lidad se imbrican necesariamente
en la consecución de este produc-
to interpretativo.
Si bien el intelec-
to establece las opciones.
Es necesario el respaldo de un oído
sensible para la toma de las decisiones
artísticas que coloquen los elementos