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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 16 - DICIEMBRE 2019
Resulta evidente la imprecisión
que muestra la notación musical
de una partitura en relación a la
complejidad del resultado que po-
demos apreciar tras cualquier inter-
pretación que se origine a partir de
ese texto. Y esta imprecisión afecta
principalmente al elemento sonoro,
representado tradicionalmente por
la
altura, timbre, duración e inten-
sidad
, sin olvidar las connotaciones
propias de cada estilo compositivo
y la particularidad que pueda pre-
sentar cada obra (Higueras, 2008).
Si bien en épocas más recientes
ha habido un interés por parte del
compositor de fijar con sumo deta-
lle aspectos de la interpretación, no
ha ocurrido así siempre, sobre todo
si nos situamos en contextos ante-
riores al siglo XVIII, lo que pone de
relevancia
la libertad creativa que
en determinados parámetros pue-
de tener el intérprete y que condi-
cionan la expresión y el fraseo de
una interpretación.
Sin embargo, la idea de la crea-
tividad aplicada a la interpretación
ha supuesto un discurso que ha
generado discrepancias a lo largo
de la historia de la música, pero
sobre todo a partir de la segunda
mitad del siglo XIX. Mientras que
unos pedagogos han defendido la
aportación de la individualidad del
intérprete, otros han considerado
que éste se ha de limitar a tocar lo
que está escrito generando una in-
terpretación escrupulosamente fiel.
Por nuestra parte, desde aquí,
nos unimos a la
importancia del
desarrollo de la creatividad para
dar vida a las interpretaciones,
así como la necesidad de tomar
conciencia de ello en las prácti-
cas educativas.
Como el lenguaje
que es la música, el aprender a co-
municar creativamente con ella se
hace esencial en la formación del
intérprete, pues su papel trasciende
a la propia partitura.
El proceso
interpetativo
La interpretación tiene como fina-
lidad la expresión o comunicación
de las emociones subyacentes a
una obra musical pero procesadas
por el propio intérprete, lo que ge-
nerará versiones individuales de la
misma. Este
proceso
interpretati-
vo
, al igual que la ordenación sobre
la conducta creativa que describe
Frega (2009), se podría materiali-
zar en
4 estadíos
:
1. Precreativo:
el intérprete ad-
quiere la técnica necesaria a la vez
que va desarrollando la compre-
sión del sentido musical.
2. Combinatorio:
el intérprete
usa la técnica y conocimientos ad-
quiridos en diferentes formas en
función de la obra a interpretar.
3. Desarrollo:
a la interpretación
se le añade el sentido intuitivo, la
personalidad artística, para estable-
cer ciertas relaciones y descubrir
las posibilidades expresivas que
devienen de cada forma de desple-
gar las ideas musicales.
4. Sinergético:
la creatividad del
intérprete entra en verdadera siner-
gia con los requerimientos de la
sociedad de cada época, criterios y
principios estéticos, reforzándose
unos a otros, creándose la verdade-
ra acción expresiva y comunicativa.
Como final de este proceso, el re-
sultado es sometido a una evalua-
ción en lo referente tanto a la propia
materialización de la música escrita
como de la creatividad con la que la
procesa el intérprete, lo cual esta-
blecerá su grado de genialidad.
Abordado desde la vivencia prác-
tica del que se enfrenta al aprendi-
zaje de una obra musical y de una
manera casi anecdótica, López
(2006) nos describe el proceso de
la siguiente manera:
Al principio el intérprete lee despacio
la partitura; estudia nota a nota la digita-
ción debida; analiza las diversas frases
y las ensambla. Mientras realiza esta la-
bor de ojeo de la obra, su interpretación
es tanteante y premiosa, carente de sol-
tura y libertad interna. A fuerza de ensa-
yos, las formas se perfilan a través de la
fronda de las notas, cobran cuerpo, se
articulan unas con otras. Al configurar
de este modo la obra, el intérprete gana
una creciente libertad. Ya no está preso
en la partitura. Ésta va pasando a un se-
gundo plano a medida que las formas
se hacen presentes. El intérprete sigue
poniendo en juego todos sus medios
técnicos: conocimientos musicales,
agilidad mental, fuerza muscular…,
pero todos ellos se vuelven transparen-
tes, se convierten en
vías abiertas a la
expresión musical
. Con ello, el intérpre-
te se halla
inmediatamente presente
a
la obra, pero de forma
indirecta
, en el
seno expresivo de unos medios que
ahora ejercen una función
mediacional
,
no
mediatizadora
. En este momento, el
intérprete
configura
la obra en cuanto
se deja configurar por ella. Es una ex-
periencia
reversible
, de doble dirección.
El intérprete se encuentra en su ele-
mento, en su hogar espiritual, cuando
convierte la obra en su impulso interior,