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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 16 - DICIEMBRE 2019

rán sentados por parejas en clase);

2) lectura de los mismos;

3) análisis destacado de ellos;

3) dirimir qué temática predomina;

4) exposición en voz alta, a modo

de debate guiado por el profesor,

sobre el tema tratado en cuestión.

A continuación proponemos los

textos con los que se podría trabajar:

• El grial

- El Santo Grial aparece mencionado en el

Nuevo Testamento –continuó Luis, mirán-

dola fijamente–. No se lo inventó Chrétien

de Troyes. Le recuerdo que los evangelis-

tas lo citan cuando describen el episodio

de la Última Cena.

- ¿Está usted seguro?

El director de orquesta frunció el entrece-

jo, severo, desconcertado por la seguridad

con la que su interlocutora sostenía el en-

vite.

- Sí, claro. Absolutamente –replicó al fin–.

Usted ya ha hablado antes del grial en es-

tas clases y en ningún momento ha pues-

to en duda su existencia.

- Su existencia literaria no, pero otra cosa

es su existencia como objeto real, como la

copa de Jesús. (Sierra, 2017: 91-92).

• El valor de lo artístico

Tras meses redactando informes sobre

cómo conservar la obra maestra del ro-

mánico, sabía que me encontraba a un

paso de poder explicar el deterioro de uno

de los conjuntos escultóricos más impor-

tantes del mundo. Un monumento que

había conmovido a generaciones enteras,

recordándoles que después de esta vida

nos aguarda otra mejor. Qué importaba

que fuera noche de difuntos. En el fondo

era una coincidencia de lo más oportuna.

Las imágenes que iba a analizar llevaban

siglos recibiendo a los peregrinos del Ca-

mino de Santiago, la ruta religiosa más

antigua y transitada de Europa, reavivando

su fe y recordándoles que traspasar aquel

umbral simbolizaba el final de su vida pe-

cadora y el inicio de otra, más sublime. De

ahí su nombre. Pórtico de la Gloria. Sus

más de doscientas figuras eran, pues, au-

ténticos inmortales

(Sierra, 2011a: 16).

• Lamuerte

Y fue así, como rota de dolor, sin tiempo

para aceptar el duro revés que acababa de

darle la vida, la propia Beatrice decidió ex-

tinguirse horas más tarde.

En su informe, el prior Bandello decía que

llegó a tiempo de verla agonizar. Ensan-

grentada, con las tripas al aire y bañada

en una pestilencia insoportable, deliraba

de dolor, pidiendo a gritos confesarse y

comulgar. Pero, por suerte para nuestro

hermano, Beatrice d’Este murió antes

de recibir sacramento alguno…

(Sierra,

2011b: 21).

• El misterio

- ¿Ha visto lo que sostiene en sus manos?

- ¿Es...? –El fiel militar amagó un gesto de

profunda inquietud–. ¿Es lo que imagino,

señor?

- Lo es.

Nick Allen frunció los labios como si no

diera crédito a lo que veía. Se acercó todo

lo que pudo a la pantalla y se fijó mejor.

- Si no me equivoco, señor, ésa es sólo

una de las piedras que necesitamos.

Un brillo malévolo destelló en los ojos del

enorme gorila que dirigía los designios del

servicio de inteligencia más poderoso del

planeta.

- Tiene usted razón, coronel –sonrió–. La

buena noticia es que este documento des-

vela, sin querer, el paradero de la que falta

(Sierra, 2011a: 13).

• La influencia de las letras

El abuelome contó que el padre de aquella

autora fue uno de los editores más impor-

tantes de la posguerra. Se llamaba Juan

Guzmán y pasó a la pequeña historia de

la literatura española como un hombre de

negocios inquieto, anglófilo, más amante

de Shakespeare que de Cervantes, que

descubrió el negocio de la imprenta du-

rante un viaje a Portsmouth en 1932. Tras

una larga temporada entre fundiciones y

fábricas de tinta fue allí donde decidió an-

glosajonizar su apellido. Cambió Guzmán

por Goodman, que a fin de cuentas sig-

nifica lo mismo («un hombre bueno»), y

regresó a su país empeñado en empezar

una nueva vida con las máquinas que aca-

baba de adquirir

(Sierra, 2017: 36).

• La religión cristiana y la fe

- ¡Hombre de Dios! Aquellas confusiones

de monjas bilocadas con la Virgen no nos

perjudicaron. La creciente fe medieval en

Nuestra Señora sirvió para enterrar mu-

chos cultos anteriores al cristianismo, es-

pecialmente a diosas paganas, y justificó

la construcción de catedrales y ermitas

por toda Europa. Allá donde peligraba

la fe, se «inventaba» una advocación

mariana. Sin embargo, no fue hasta un

tiempo después que se pudo controlar el

fenómeno del desdoblamiento de algunas

místicas y se crearon advocaciones de la

Virgen a voluntad

(Sierra, 2015: 398).

• Lo sobrenatural/espiritual

Nunca he escondido mi interés por los en-

cuentros entre grandes figuras de nuestro

pasado y esos «visitantes» surgidos de

ninguna parte. Ángeles, espíritus, guías,