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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 16 - DICIEMBRE 2019
ferente a lo que han leído; por tanto,
acuden a la librería en búsqueda de
un nuevo volumen de similar temá-
tica o, cuanto menos, introducen
búsquedas asociadas en su nave-
gador. Esta es la figura a la que Ga-
rrido (1998) llama “auténtico”.
Alguien que lee por voluntad propia,
porque sabe que leyendo puede encon-
trar respuestas a sus necesidades de
información, de capacitación, de forma-
ción, y también por el puro gusto, por el
puro placer de leer
(Garrido, 1998).
Desde estas líneas queremos apro-
vechar también para recalcar el
valor
de todo tipo de lectura
1
. Es cierto que
hay escritos considerados (y justa-
mente) de una categoría superior que
otros; así, un clásico tiene para los
entendidos en letras una trascenden-
cia suma, mientras que un best-seller
puede ser valorado como un tipo de
lectura para aquellas personas “que
solo leen lo que la sociedad les insta
a leer” (de más baja calidad, en resu-
men).
Dejando a un lado posibles envites
literarios, lo que ahora pretendemos
es recuperar el estatus que un día tuvo
la lectura, primero, entre los más jóve-
nes, puesto que en ellos está el futuro
de las publicaciones del mañana y, se-
guidamente, de todo nuestro entorno,
con independencia de su profesión o
lengua con la que se expresen habi-
tualmente. Afirma Lasso (2009) que
no solamente es que estemos per-
diendo la figura del lector, sino que hay
un agravante aún mayor:
La mayoría de ellos [los lectores], in-
clusive los de educación superior, profe-
sores y estudiantes –en el mejor de los
casos– se limitan a consultar sus libros
de texto, leen por obligación, o sea, que
leen mal, sin comprender cabalmente y,
a pesar de su alta escolaridad, no han
adquirido el hábito y descubierto el pla-
cer de la lectura. En consecuencia, no
conocen una de las principales aporta-
ciones de la lectura: abrir nuevos hori-
zontes
(Tiscareno, 2009).
Esa principal aportación (la de
fantasear espacios inimaginables)
es la tabla de salvación (dejemos
por un momento a un lado el co-
nocimiento que aporta) a la que
hemos de agarrarnos para que la
lectura perviva hoy y resurja cual
ave fénix, mañana.
Hemos de ser conscientes que
estamos ante un problema muy se-
rio:
no nos alimentamos de lectu-
ras.
Para Salazar y Ponce (1999),
los ciudadanos de la era moderna
estamos enemistados con los li-
bros. Ahora bien, exculpan, en cier-
to modo, a nuestros educandos en
tanto en cuanto:
Los adultos tampoco leen como se
espera de ellos: concluidos sus estu-
dios superiores, quienes pueden ha-
cerlo –salvo exigencias específicas de
carácter laboral– con frecuencia aban-
donan toda iniciativa propia de lectura.
No obstante, el prestigio social de la
lectura es tal que aquellos que no la
practican cargan una suerte de culpa a
excusarse permanente-mente con un
«Me gusta leer, pero no tengo tiempo»
(Salazar y Ponce, 1999).
La réplica a la escasez de tiempo
para dedicarle un rato a la lectura
ha de ser muy contundente: ¡es-
fuérzate en encontrar un hueco para
esta actividad! No se puede querer
fomentar una costumbre entre los
más pequeños de nuestra sociedad
si los que predicamos dicha palabra
no cumplimos con ella. Se debe re-
mar hacia un sentido unívoco pues
tenemos medios de sobra para ello.
Las nuevas tecnologías, igual que
pueden ser causantes de la pérdida
por el gusto de la lectura, también
pueden ser las que contribuyan al
resurgir de la misma; es solo con-
cienciarse de que, por ejemplo, si
el libro nos parece muy pesado e
incómodo de transportar, lo leamos
en
tabletas
o en nuestros
smar-
tphones
. Excusas no puede haber.
Llegados a este punto es cuando
hemos de recuperar la vinculación
lectura-conocimiento. Según Men-
doza (1995), “la lectura ha de con-
cebirse como un proceso activo de
construcción de sucesivos estadios
de conocimiento susceptibles de
ser perfilados y ampliados”. Estos
estadios son los que van compo-
niendo el raciocinio personal del
individuo y los que van cumplimen-
tando su nivel cultural.
Desde que se practica el gus-
to por la lectura, hace ya muchos
siglos, se viene defendiendo que
la cultura va siempre con ella de
la mano. Así pues, a sabiendas de
que con la lectura la persona tiende
al aprendizaje, los docentes, en el
1.-
Ya en sus Epístolas (s. I a. C.), Plinio el Joven solía decir que «no hay libro tan malo que no tenga algo bueno».
Javier Sierra en una firma de Libros. Foto: Pedro Cambra, Creative Commons
Attribution 2.0 Generic license.