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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 15 - SEPTIEMBRE 2019
cuencias
de este tipo de acoso po-
demos encontrar, por ejemplo:
• cambios en el comportamiento,
• absentismo escolar,
• desarrollo de baja autoestima,
• deterioro de las comunicaciones
y relaciones con padres y maes-
tros,
• en algunos casos, consumo de
sustancias nocivas para la salud,
• depresión y otros problemas psi-
cológicos, pudiéndose llegar, en
casos más graves, a un posible
suicidio.
Importante es también conocer
los factores de riesgo, aquellos que
señalan a un joven como posible
víctima, actual o futura, de accio-
nes físicas y digitales de acoso.
Los motivos principales se encuen-
tran en las características diferenciado-
ras de las víctimas y en la diversión y
agresividad de los propios acosadores
(…). Se añaden además otros motivos
que tienen relación con las relaciones
sociales propias de adolescentes, que
derivan en conflictos o disputas: dis-
cusión con amigos (18,0%), color de
la piel, cultura o religión (16,4%), pro-
blemas sentimentales (16,4%), aficio-
nes (11,5%). Entre el resto de motivos
situacionales destacan problemas psi-
cológicos de la víctima (8,6%) y agre-
siones por orientación sexual (7.2%)
(Coronel, 2019).
Evidentemente, la
familia
es un
factor de primer orden. El educador
debe establecer una comunicación
efectiva con familiares y represen-
tantes para la temprana identifica-
ción de todo síntoma que pueda ser
causado por el abuso. El docente
debe tener la capacidad de educar
también a la familia en el uso de
las TIC; una familia que entiende el
lado positivo que tienen las herra-
mientas informáticas puede ayudar
a abordar los problemas sin prejui-
cios paralizantes.
Volviendo al salón de clases, es
importante que ante cualquier sos-
pecha el
educador
pueda determi-
nar si el origen de los maltratos se
encuentra en la propia escuela.
Gran parte de los casos de ciberbu-
llying tienen un precedente de bullying
presencial en el que las víctimas han
sido ya acosadas en el plano físico (IN-
TECO, 2013).
Por último, está la labor de
desalentar el acoso en todas sus
variantes mediante una concien-
tización del papel jugado por los
testigos y público
de las agresio-
nes y vejaciones.
La humillación es un acto que
sólo cobra relevancia cuando es
presenciado o conocido por otros,
lo que implica al espectador como
un tipo especial de destinatario de
los actos de agresión y violencia.
De esta manera, la importancia que
tiene el espectador para la concre-
ción del acto de acoso llega a ser
incluso tan grande como el de la
víctima o el del agresor. Esta impor-
tancia se ha puesto de manifiesto
por el instructivo ejemplo del lla-
mado método KIVA desarrollado en
Finlandia, con un nivel de éxito tal
que se ha extendido su aplicación a
gran parte de Europa, e incluso en
España se ha empezado a utilizar.
En dicho programa se otorga un
papel preponderante al testigo del
acoso. Lo que se busca es que éste
no sea parte del ciclo del acoso,
sino que por el contrario rompa con
él, no riéndose o burlándose, sino
más bien entendiendo la gravedad
de la conducta y denunciándola.
Prevención activa
Pasando al ámbito de la preven-
ción activa, es importante entender
el papel del educador como orien-
tador de los más jóvenes en el pro-
ceso de su desarrollo emocional
en sus primeras experiencias de
socialización.
Primeramente, es importante
el
manejo efectivo y e ciente de las
TIC por parte de los educadores
,
los cuales, además, deben orientar-
se a ganar la confianza de los me-
nores, fomentando un acercamien-
to sano y racional de los mismos
con las herramientas tecnológicas,
mostrando con acierto los bene-
ficios que puede obtenerse de su
uso inteligente y discreto, y alertan-
do, con cercanía y preocupación,
los riesgos y responsabilidades en
que puede incurrir su mal manejo.
Lo primordial es orientar cual es el
comportamiento correcto y alertar
de las consecuencias que pueden
tener las acciones imprudentes de
los estudiantes en el uso de la tec-
nología.
En este sentido es importante
establecer opciones positivas que