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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 15 - SEPTIEMBRE 2019
usuarios, porque ellos creen que para
ser alguien tienen que consumir, ser
lindos, usar Facebook, celular; pero el
mensaje es falso (Osorio, citado por
Marino, 2013).
No es coincidencia que las TIC
sean grandes espacios publicita-
rios. Los jóvenes están empezando
su conocimiento de las relaciones
sociales en un medio marcadamen-
te comercial, la comunicación entre
ellos resulta no ser lo autónoma
que desean que sea, ni lo liberada
de los prejuicios adultos que creen
que es. El bombardeo publicitario
sobre la infancia y la juventud (que
se ha estado denunciando desde
por lo menos la década de los 50)
ha encontrado en las TIC la manera
de llegar más lejos que nunca y de
ser parte, incluso, de la subjetivi-
dad en formación de niños y ado-
lescentes. La publicidad a su vez es
eminente estereotipadora, reduce
la realidad a un fragmento plano; lo
que no represente la norma, cultu-
ral y de consumo, se va tornando
en objeto de burlas y de odio.
El bullying se basaba en la di-
cotomía entre “chicos populares”
(consumidores impulsivos, poco
reflexivos) y “nerds” (personas
cultas, potencialmente críticas de
la sociedad) tan habitual en las se-
ries televisivas. Hoy el ciberbullying
avanza en el camino que presenta
la necesidad de tener una “vida
interesante”, “fuera de lo común”,
ignorando por completo la realidad
cotidiana de los jóvenes (especial-
mente los de escasos recursos eco-
nómicos, distinta etnia o cultura)
reduciéndola a nada. La opción del
joven interesante que tiene muchos
amigos es la del que alardea en sus
redes de un alto nivel de consumo,
incluyendo (sin importar edad) un
fuerte componente sexual.
Vías de detección y
factores de riesgo
Lamentablemente no puede ser
causa de asombroso que una so-
ciedad violenta tenga una juventud
violenta, y que dicha violencia sea
“cargada” a la nube. Los jóvenes
están aprendiendo a socializar en
las redes, y los agresores físicos
dan paso a los digitales. Si ayer el
problema era el del alumno frágil
ante la amenaza física, hoy lo cons-
tituye el de la subjetividad formada
en el entorno informático, que no
puede distinguir sanamente entre lo
online y lo offline (Cabanzo, 2014).
En relación a las fundamentales
formas de prevención, podemos
abordarlas desde la doble vertiente
de lo que podemos llamar, por una
parte, “prevención pasiva” (la de-
tección y corrección temprana del
ciberbullying y sus consecuencias,
así como la vigilancia de los fac-
tores de riesgo asociados), y de lo
que convendremos a llamar la “pre-
vención activa” (el abordaje de las
causas del acoso y la creación de
alternativas que contribuyan a dis-
minuir su incidencia).
Prevención pasiva
Es necesario detectar el bullying des-
de sus primeras e inadvertidas etapas
haciendo especialmente hincapié en la
prevención, así como centrarse en la
sensibilización y toma de conciencia
entre profesores y familiares y crear un
protocolo de carácter estatal contra la
violencia escolar (Coronel, 2019).
La
labor de detección se puede
ver
dificultada por una serie de fe-
nómenos que suelen acompañar
cada caso:
• La víctima no considera más ayu-
da que la de sus amistades del
medio digital, en todo caso las de
otros jóvenes, pues cree que los
adultos no tienen la habilidad de
entender lo que pasa.
• La víctima se niega a la comuni-
cación, por el temor de ver inte-
rrumpido su acceso a las redes,
“a sus amigos”.
• La falta de una barrera coheren-
te entre lo real-presencial y lo
digital-informático crea la curio-
sa paradoja de que el acoso es
atendido por la victima exclusiva-
mente como un problema digital,
no impidiéndole eso vivenciar las
consecuencias, incluso a un nivel
somático.
• Los temores a la incompren-
sión se ven en parte reafirmados
cuando muchos padres y tutores
actúan con asombro, perplejidad
y escándalo ante lo que conside-
ran una serie de comportamien-
tos irracionales de parte de sus
representados. No les es fácil
comprender el sentido de cómo
un simple manejo de mensajes e
información puede torcer y des-
truir la voluntad de la víctima.
Parece, a los ojos de muchos, un
juego macabro, pero profunda-
mente estúpido. Muchos adultos,
los más conservadores, llegan a
concebir un prejuicio a la totali-
dad de las TIC.
Dentro de las terribles
conse-