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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 14 - JUNIO 2019
probar el gran potencial educativo
que esconden y son pocos los que
se resisten a ponerlos en práctica.
¿Qué es un Escape
Room?
Un Escape Room no es más que
una
microgami cación
donde los
alumnos, a través de diferentes
pruebas que están relacionadas
con los contenidos que se están es-
tudiando, consiguen lograr el obje-
tivo del juego. Para poder realizarlo
se debe seguir un diseño estructu-
rado que va evolucionando a través
de la experiencia.
Se trata de una apuesta por al-
canzar un nuevo método de ense-
ñanza para motivar a los alumnos,
pese a que se requiera de tiempo
extra y una preparación adecuada.
La tendencia al uso de los escapes
en entornos educativos va en au-
mento, aunque crear estas activida-
des de forma eficaz sea un trabajo
largo y difícil.
La experiencia del Escape Room
permite participar a los alumnos
de forma activa, ya que ellos son
los protagonistas de su propia
aventura.
La clave fundamental es
despertar la
motivación
.
La tarea fundamental del maestro es
permitirle aprender al alumno, desper-
tarle la curiosidad. La mera absorción
de información es de escaso valor para
la actualidad y por lo común de menos
todavía para el futuro (Rogers, 1983).
Gracias a este tipo de prácticas
se desarrolla la motivación intrín-
seca, que como su mismo nom-
bre indica, es aquella que nace de
uno mismo. Se trata entonces de
despertar la curiosidad del alumno
conectando con sus intereses, y el
Escape Room es una buena forma
de conseguirlo.
Primeros pasos
Ya que los alumnos son los pro-
tagonistas de esta experiencia, lo
que debe hacerse es centrar las ta-
reas en ellos, por lo que se exige un
conocimiento exhaustivo del alum-
nado, analizando sus necesidades y
características, planteando el juego
a partir de estas observaciones,
personalizando las sesiones.
El aprendizaje tiene al estudiante
como principal protagonista, quien más
que receptor inactivo de un contenido
es un activo orgánico; es decir, el co-
nocimiento como materia prima de la
educación, no es transferido sino pro-
vocado en el estudiante de tal manera
que se logren cambios individuales en
la experiencia de cada persona (Góngo-
ra, 2005).
El elemento básico del Esca-
pe Room son las actividades,
las
cuales han de plantearse teniendo
en cuenta las edades, habilidades
y preferencias de los estudiantes a
los que se dirigen.
Diseñar actividades de Aprendiza-
je Cooperativo
2
, por ejemplo, suele
ser muy positivo en los Escape
Room. Para ello, hay que tener en
cuenta que todos sean partícipes,
de forma que prime más el pensa-
miento colectivo que el intelecto in-
dividual, que sea imposible que una
sola persona tenga respuesta a to-
dos los enigmas que se vayan plan-
teando. Serán los alumnos los que
ellos mismos se den cuenta que tie-
nen que participar conjuntamente
para alcanzar el reto. Cada uno de
ellos tiene una habilidad y tiene que
compartirla con sus compañeros,
así todos son protagonistas. Esta
experiencia inmersiva permite que
el alumnado se sienta un agente ac-
tivo resolviendo retos a su alcance.
Objetivos a conseguir a
través del juego
Los objetivos, entendidos como
las
capacidades a desarrollar
por
los estudiantes, están basados en
el aprendizaje por el ejercicio.
Se distinguen tres categorías de
aprendizaje, la de los aprendizajes de
razonamiento algorítmico que van a la
búsqueda de soluciones sistemáticas
para resolver problemas particulares;
los aprendizajes de razonamiento heu-
rístico que intentan favorecer el descu-
brimiento de soluciones a problemas
demasiado complejos para ser resuel-
tos de forma algorítmica; y los aprendi-
zajes de tipo skinneriano, que se utilizan
sobre todo con problemas de cambio
de actitud (Saesseger, 1991).
A través del juego de simulación
de los Escape Room se plantean
diferentes objetivos de estas tres
categorías una vez que se conocen
a los participantes. Es necesario li-
mitar los objetivos que se van a lle-
var a cabo, qué conocimientos que-
remos desarrollar, qué habilidades
potenciar, qué contenidos evaluar y
qué actitudes trabajar.
Los objetivos se establecen adap-
tándolos, no sólo a los estudiantes,
sino también a la materia, al espa-
cio y al tiempo del que se disponga.
Estos objetivos deberán responder
a los criterios exigidos para cada
etapa escolar.
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Uso instructivo de grupos pequeños para que los estudiantes trabajen juntos y aprovechen al máximo el aprendizaje propio y el que se
produce en la interrelación (Johnson & Johnson, 1991).