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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO III - Nº 10 - JUNIO 2018
de otras personas significativas, y
también por las atribuciones res-
pecto a la propia conducta. Así el
autoconcepto está formado por una
vertiente descriptiva o autoimagen,
y una valorativa o autoestima. Así,
es claro ver la naturaleza subjetiva
del autoconcepto y su carácter di-
námico. La definición también hace
referencia a otras personas signifi-
cativas (padres, profesores e igua-
les), y a la influencia que ejercen
sobre el autoconcepto a través del
feedback. De esta manera, la autoi-
magen se forma tanto por feedback
respecto a nosotros en cuanto indi-
viduos (autoimagen privada) como
por información derivada de los
roles de nuestra interacción social
(autoimagen social). Además, la
autoestima se vincularía al auto-
concepto ideal propio y al ideal para
los otros significativos. Si existiese
discrepancia entre la autoimagen
percibida y la ideal, podría llegarse
a un autoconcepto negativo. Por
lo tanto, el autoconcepto final es
el resultado de la interacción entre
la positividad de la autoimagen y la
importancia de la autoestima.
Por otro lado, la consideración
del autoconcepto en “auto-esque-
mas” introduce la concepción de
éste como una estructura activa de
procesamiento de la información.
Se caracteriza por tres conceptos:
los autoesquemas, el autoconcepto
operativo y los possible selves.
Autoesquemas,
autoconcepto
operativo y possible
selves
Para Markus (1987), los auto-
esquemas son generalizaciones
cognitivas acerca del yo, derivadas
a partir de la experiencia pasada y
que organizan y guían el procesa-
miento de la información relevante
existente en las experiencias so-
ciales concretas. De este modo, el
autoconcepto (integrado por múl-
tiples autoesquemas formados a
lo largo de la vida) se encarga de
organizar la experiencia, regular
sus estados afectivos y actúa como
motivador y guía de la conducta
2
.
Sin embargo, al ser tan amplio y
al estar almacenado en la memoria
a largo plazo, no se cree posible
que se traspase a un momento de-
terminado, y de ahí surge el auto-
concepto operativo, parte activa y
operativa del autoconcepto en un
momento dado, formado por re-
presentaciones en el autoconcepto
general. Por su actuación en situa-
ciones concretas, es menos estable
y más modificable que el general.
Los possible selves, por su parte,
se refieren a las representaciones
del pasado y futuro, representacio-
nes cognitivas sobre nuestras me-
tas, temores, aspiraciones etc.; al
tener propiedades afectivas y fuen-
tes motivacionales son un incentivo
para la conducta futura.
Parece ser clara la relación entre
la imagen que el alumno tiene de sí
mismo y su implicación específica
en el aprendizaje y resolución de
las tareas académicas. Así, los es-
tudios afirman que los estudiantes
con alta autoestima utilizan estra-
tegias elaborativas (procesamiento
profundo), y los alumnos con baja
autoestima, repetitivas (procesa-
miento superficial).
Entrenamiento en el
estado de desamparo
Además de los conceptos hasta
ahora señalados cabe detenerse
en lo que se conoce como el “es-
tado de desamparo”, la creencia de
que los fracasos se deben a déficits
propios y los éxitos a factores ex-
ternos
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. Por ello, Núñez y Gonzá-
lez-Pumariega (1998) proponen el
siguiente entrenamiento:
1.Importancia de las experiencias
e interacciones en el aula
Debido a la implicación del con-
texto escolar en la construcción del
autoconcepto, se debe considerar
la calidad de las experiencias e in-
teracciones que se desarrollan en
él, para favorecer el crecimiento
de la responsabilidad, seguridad y
autonomía de los estudiantes. Así
pues, el profesor se concibe como
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Entendamos que la motivación es la conducta orientada hacia un objetivo. Se trata de un constructo psicológico que orienta, mantiene y dirige la conducta
de un individuo.
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Esto recuerda al “locus de control”, un término que hace referencia a cómo cada sujeto percibe sus éxitos y fracasos. Se dice que un sujeto posee un
locus de control interno cuando atribuye que sus éxitos o fracasos dependen o se desencadenan por sus propias acciones. Por el contrario, tener un locus
de control externo significa que se alegan las causas de los éxitos o fracasos a factores externos a la propia persona.