ción con ellos, facilitándoles que
puedan aprender de forma cons-
ciente sobre los problemas reales
de convivencia que se suceden en
el aula, con sus iguales y con los
adultos, y la manera de resolver
estas situaciones de manera ade-
cuada.
Es imprescindible que el docen-
te sepa cómo actuar a la hora de
resolver conflictos en el aula para
poder favorecer un clima agradable
de convivencia y el éxito de cómo
se implanten esos valores en su
alumnado dependerá en gran medi-
da de su valía como mediador ante
el conflicto y como modelo de con-
ducta (Ratto, 2004).
Es por ello necesario que el do-
cente tenga claro que para incidir
en el punto de vista de sus alumnos
y así hacerlos reconocedores de la
necesidad de tener una convivencia
positiva debe llevar a cabo una se-
rie de pautas:
• Los alumnos van a ser el objeto
principal de aprendizaje.
• Las familias incidirán positiva o
negativamente en el desarrollo de
sus hijos.
• La participación con el resto del
centro educativo será imprescin-
dible.
El docente, mediante distintas
herramientas como la observación
directa, cuestionarios y actividades
especialmente diseñadas para ello,
ha de conocer a cada uno de sus
alumnos, comprobando cómo cada
uno explora el concepto de conflic-
to de forma única y cómo valora la
convivencia en el entorno en el que
se desenvuelve.
Se tendrá, pues, que observar
qué entiende el estudiante del con-
flicto en su contexto inmediato y
cómo lo resuelve, si realmente es
consciente de a lo que se enfrenta y
cómo la situación conflictiva puede
hacer mella en él, desencadenando
acciones positivas o negativas en el
futuro.
Según Bordieu y Passeron
(1979), el docente debe de consi-
derar la forma en que sus alumnos
responden y se sienten ante el con-
flicto, procurando identificar sen-
timientos claros: malestar, estrés,
culpa, queja, arrepentimiento…
Educar para la
convivencia desde el
entorno familiar
Puesto que el trabajo desarro-
llado en el centro educativo debe
apoyarse con la labor realizada
desde el núcleo familiar, el plan de
fomento de la convivencia positiva
ha de pasar por conocer a cada una
de las familias: cómo conviven en
sus hogares, cómo consideran a
su hijo en casa y fuera de ella, qué
valor otorgan a sus retos y a sus
dificultades, cómo actúan ante sus
limitaciones, qué forma tienen de
premiar o castigar, qué medidas
adoptan para resolver problemas
en casa, etc.
El hecho de analizar estas cues-
tiones pone el acento en la com-
paración de contextos, pues un
proceso constructivo de resolver
conflictos es similar a un proceso
cooperativo de resolver problemas,
mientras que un proceso destructi-
vo de resolver conflictos tiene mu-
chas semejanzas con los procesos
competitivos de interacción social
(Deutsch, 1990).
Los conflictos que
ponen en peligro la
convivencia
Los centros escolares tienen una
raíz principalmente conflictiva por
una razón muy sencilla: son esce-
narios en los que intervienen mu-
chos agentes y elementos, cada uno
de ellos con diferencias implícitas
(alumnos, contextos, profesores,
familias, recursos…) y dicha raíz
conflictiva por naturaleza puede ex-
plicarse siguiendo las palabras de
Beltrán (1991): el emplazamiento de
los centros, derivado de su condición
institucional, en el seno de la macro-
política escolar, delimitada por las re-
laciones existentes entre el Estado, la
Administración y la sociedad civil; a
la vez que de su dimensión micropo-
lítica, determinada por las relaciones,
por igual peculiares, entre profeso-
res, currículum y estructuras orga-
nizativas, origina un caldo de cultivo
predominantemente orientado hacia
la gesta de conflictos.
En consecuencia, y si se toma de
referencia la idea de la naturaleza
conflictiva de las escuelas, obser-
vamos cómo muchos autores en la
literatura referente a la organización
escolar han mencionado, desde hace
años, numerosas características so-
bre dicha naturaleza conflictiva:
• Lamayoría de las decisiones en las
organizaciones supone o implica
distribución de recursos escasos.
14
ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO III - Nº 9 - ABRIL 2018