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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 16 - DICIEMBRE 2019

Aun así, se viene debatiendo desde

hace años sobre cuál sería el enfo-

que instruccional más adecuado para

satisfacer las necesidades del sujeto

disléxico:

Un estudio de meta-análisis llevado

a cabo por Swanson (1999) que te-

nía como objetivo ofrecer una síntesis

sobre la investigación realizada en el

campo de la intervención sobre las DEA

demuestra que la instrucción directa en

pequeños grupos y sesiones estructu-

radas mejora el reconocimiento de pala-

bras cuando el programa incluye tareas

de segmentación de palabras en unida-

des más pequeñas, secuenciación sis-

temática de estas tareas y retroalimen-

tación inmediata por parte de la persona

que interviene sobre el rendimiento de

los niños en cada tarea. En definitiva,

el enfoque más apropiado parece ser

el que incluye una instrucción directa,

explícita y sistemática (estructurada),

secuencial y acumulativa

(Defior, De

Andrés, Cuetos, Díaz-Caneja, Fernán-

dez-Zúñiga, Gallego et. Al, 2012).

Pese a que puedan llevarse a cabo

programas de intervención que

ayuden a los alumnos disléxicos a

solventar muchas de sus dificulta-

des de lectoescritura, este trastorno

es algo duradero en el tiempo y ni la

instrucción específica recibida pue-

de hacer desaparecer por completo

sus problemas.

De acuerdo con lo citado por los

autores referidos anteriormente, se

ha de establecer una intervención

constante a largo plazo, para poder

alcanzar los objetivos de precisión

lectora y mejora de la fluidez, o pro-

gresar eficazmente. Para ello, se ha

de compaginar lecturas repetidas

con la aceleración de lectura de las

mismas.

En algunos estudios podemos ver

cómo se pueden poner en práctica

diferentes modelos, como el

Mode-

lo de Respuesta a la Intervención

(MECD, 2012). Desde este modelo

se establecen distintos niveles que

van incrementando la intensidad.

El

primer nivel

va destinado a

la enseñanza general de la lectu-

ra, sometiendo a los estudiantes a

unas evaluaciones periódicas; para

aquellos en los que se detectan di-

ficultades se procede a realizar un

seguimiento constante a través de

más evaluaciones para poder deter-

minar su evolución.

En el

segundo nivel

se realiza una

intervención de 20-40 minutos con

aquellos que no hayan logrado los

progresos esperados, mediante la

formación de pequeños grupos de

3 a 5 alumnos. Esta intervención

se centra en: conciencia fonémica,

procesamiento fonológico, fluidez,

vocabulario y comprensión. Si du-

rante este nivel se detecta que algún

sujeto da muestras de característi-

cas que puedan relacionarse con la

dislexia, éste recibiría la evaluación

ajustada para un posible diagnósti-

co de este trastorno.

Si los alumnos no reflejan un pro-

greso adecuado con la intervención

proporcionada, en el

tercer nivel

se le realizará una intervención de

mayor intensidad y duración (de 40

a 60 minutos diarios). Para ello, la

evaluación se llevaría a cabo en un

período más corto, es decir, cada

semana o cada dos semanas.

Sea cual sea la intervención es-

cogida, todos los autores y fuentes

que se consulten coinciden en que

ésta debe realizarse lo más tempra-

namente posible ya que la detec-

ción precoz (5-7 años) ha demos-

trado mejorar los pronósticos, en

contraposición a aquellos que han

sido intervenidos en edades más

avanzadas.

Según Navarro y Cruz (2009),

para llevar una intervención de for-

ma correcta con alumnado disléxico

hay que emprender adaptaciones

metodológicas que no afecten a los

objetivos del aprendizaje y siempre

teniendo en cuenta las necesidades

individuales de cada alumno.

Por su parte, Hernández (2012)

propone apoyarse en el uso de las

nuevas tecnologías como fórmula

para el éxito de las intervenciones,

beneficiándonos de las ventajas

que los medios digitales pueden

brindarnos a la hora de diseñar in-

tervenciones.

Orientaciones para

profesores y familias

Los adultos del entorno del alum-

no disléxico juegan un papel fun-

damental en el desarrollo de este

trastorno ya que si fijan la atención

en sus dificultades, tachándolo de

estúpido o vago, o por el contrario

se le tiende a sobreproteger, sub-

estimando sus capacidades reales,

pueden hacer que esta dificultad

llegue a convertirse en un verda-

dero problema mucho mayor.

Y es

que, debido al entorno en el que se

desenvuelva el alumno y cómo éste

influya positiva o negativamente

en él, se pueden originar, además

de los problemas derivados de la