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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 13 - MARZO 2019

aulas, deberemos profundizar sobre

la percepción de la muerte, cono-

ciendo las diversas visiones que se

tienen presentes desde las diferen-

tes perspectivas.

Finitud del ser humano

No podemos olvidar que el ser

humano, al igual que el resto de se-

res vivos, seguimos un proceso de

evolución constante, en el que nos

vamos transformando: nacimiento,

crecimiento, reproducción y muer-

te. Las personas que formamos el

mundo hoy día, somos constructo-

res del presente, así como del fu-

turo. Sin embargo, es evidente que

una de las mayores preocupacio-

nes sigue siendo la muerte (Gaona,

2012), y por este motivo tratamos

de darle un significado simbólico.

Inevitable

De lo poco que tenemos constan-

cia sobre la muerte es que todos lle-

garemos a ella, independientemente

de nuestro sexo, bienes, creencias o

raza, y que nadie podrá hacerlo por

nosotros. El hecho de comprender

que ese día nos llega a todos nos

puede hacer vivir la vida de un modo

más apasionado y disfrutándola.

Ahora, veamos las diferentes

perspectivas desde las que pode-

mos afrontar este tema en el aula de

Educación Infantil.

Pedagogía del duelo

Varios autores, entre ellos Posada

(2005), ven el duelo como un modo

de responder a la pérdida de una

persona que queremos, afirmando

que de esta manera es necesario

que lo entendamos como un suceso

de cambios y expresiones. De esta

manera, la denominada pedagogía

del duelo busca determinar una se-

rie de herramientas para poder mi-

nimizar al máximo el desconcierto

que provoca la pérdida y el sufri-

miento.

Esta pedagogía no es propia de la

escuela, sin embargo, la institución

y las personas que la forman tienen

el deber de escuchar el sufrimien-

to, ya que cuando esto sucede en el

aula no podemos girarnos y mirar

hacia otro lado. Pues bien, para la

pedagogía del duelo, la pedagogía

de la muerte funciona como com-

plementaria.

Pedagogía de lamuerte

Podemos definir la pedagogía

de la muerte como el

conjunto de

estrategias metodológicas, habi-

lidades o actitudes que hacen a

los niños adquirir las herramien-

tas mentales y afectivas para po-

der comprender la muerte.

Esta

vertiente facilita la conciencia de la

muerte, haciendo ver que no solo

se da cuando perdemos a alguien,

sino que se trata de un ciclo natural,

como puede ser el del agua, las es-

taciones… etcétera.

La pedagogía de la muerte de-

fiende que la historia no acaba en

el presente, dado que cuando pasen

los años el presente también será

historia. Esta pedagogía de la muer-

te, según Arnaiz (2003), afecta de

lleno a la escuela, aunque no solo

a ella, pero aquí tenemos el deber

de integrarla, siendo ésta la búsque-

da y construcción del sentido de la

vida.

Thomas (1991), defiende que un

duelo que se supera de manera po-

sitiva ayuda en la maduración de las

personas y aumenta sus facultades

de crear.

Desarrollo de la

temática en el aula de

Educación Infantil

Como anteriormente hemos men-

cionado, la pérdida de una persona

que queremos puede ser uno de

los momentos más dolorosos de la

vida, es por ello que desde el aula,

los profesionales debemos abordar

la muerte y las situaciones de duelo,

ayudando a una superación positiva

(Colomo, 2016).

Según Feijoo y Pardo (2003), Wi-

seman (2013) y Hernán (2013), ya

desde los

3 años

de edad es el

mo-

mento óptimo para el tratamiento

didáctico de la muerte en el currí-

culum

, tanto antes como después

de una pérdida. Algunas investiga-

ciones como la de Howarth (2011)

destacan la importancia de tratar

el duelo durante un amplio periodo

de tiempo, dando a los niños posi-

bilidades de poder pensar, hablar y

expresar sus sentimientos, recor-

dando a la persona fallecida.

Antes de nada, debemos tener

presente a la hora de tratar el tema

en el aula, que

no vamos a tener

respuesta a todas preguntas que

puedan hacer los niños

, ya que

querer responder a todas las dudas

nos va a hacer mentir. Según Arnaiz

(2003), el tema de la muerte debe

abordarse con sinceridad

o, de lo

contrario, lo mejor será callar. Ade-

más, el

lenguaje

debe ser

claro

,

no enmascarando lo que sucede