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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO III - Nº 12 - DICIEMBRE 2018

labras nuevas que los niños de edad

lingüística similar.

En este sentido, el éxito de un buen

tratamiento va a depender en gran

medida de los métodos de evaluación

y de sus criterios diagnósticos. Tanto

la evaluación como la intervención

son constructos interactivos. Con

el fin de poder realizar el proceso de

intervención de manera eficiente será

necesario contar a la hora del diagnós-

tico y la evaluación con un especialis-

ta, que normalmente será el maestro

de Audición y Lenguaje o el Logopeda

del centro escolar.

En palabras de Forns (1989), aun-

que el proceso de evaluación sea largo

y en ocasiones ambiguo a la hora de

detectar el problema debido a la tem-

prana edad en la que se realiza, dicho

proceso pasa siempre por distintas

fases:

1. Detección del problema.

2. Determinación del estado de las

conductas.

3. Evaluación en el contexto del

programa de intervención.

Contenidos y objetivos

de la evaluación

Una vez que está tomada la decisión

de evaluar, el especialista debe prestar

atención a los contenidos fundamen-

tales que ésta debe contener:

• las bases anatómicas y funcionales,

en las cuales se tiene en cuenta tan-

to el aparato fonador, que es el pro-

ductor del sonido, como la audición;

• las dimensiones del lenguaje, es de-

cir, la forma del lenguaje, el conteni-

do que hay en el lenguaje o la frase

que desarrolla y el uso-función que

hace de este;

• los procesos por los que pasa el

lenguaje (compresión, producción y

lectoescritura); o el desarrollo cog-

nitivo, donde tenemos en cuenta

los periodos evolutivos de Piaget y

nivel de inteligencia general, serán

algunos de los aspectos a tener en

cuenta.

Por otra parte, si se atiende al ob-

jetivo final con el cual realizamos la

evaluación, este incluirá detectar los

posibles problemas, establecer el ni-

vel de la conducta lingüística y medir

los cambios de conducta producidos

durante el proceso de intervención

educativa.

Instrumentos de

evaluación

Acosta, Moreno, Ramos, Quintana y

Espino (1996) nos indican cuatro ins-

trumentos para realizar la evaluación

del lenguaje de una manera eficaz y

que dé respuesta a las necesidades de

los distintos niños:

1. Test estandarizados

En general podemos decir que es-

tos test no son muy aplicados en

niños menores de tres años y que

la selección del procedimiento eva-

luador debe basarse en la perfecta

adaptación entre éste, la conducta del

sujeto y los objetivos de la evaluación.

Los test miden uno o varios aspectos

de la conducta verbal, pero no existe

ningún test que nos permita evaluar

todos a la vez.

2. Escalas de desarrollo

Se trata de comparar la conducta

lingüística del niño con las de las esca-

las para determinar el nivel evolutivo.

La obtención de la información se

puede realizar por observación di-

recta, por preguntas a los padres o

pidiendo al niño que realice una serie

de tareas.

3. Observación conductual

El modelo conductual de evaluación

supone la aplicación de los principios

de la Psicología del Comportamiento,

basados en los principios teóricos de

la Psicología Experimental y de la Psi-

cología del Aprendizaje.

El modelo conductual parte de una

evaluación objetiva del lenguaje del

niño con el fin de establecer los obje-

tivos de intervención. En este sentido,

no se rechazan los procedimientos

antes expuestos (test estandarizados,

escalas de desarrollo y test no estan-

darizados), pero se prefieren técnicas

más específicas: observación siste-

mática, registros psicofisiológicos,

autoinformes específicos, entrevistas

estructuradas, etc.

Los objetivos de la evaluación con-

ductual son las conductas lingüísticas

alteradas o retrasadas y las variables

con ellas relacionadas. Además, la

observación conductual es un método

que puede utilizarse en contextos na-

turales y, por tanto, no estructurados.

4. Test no estandarizados

Existen muchos procedimientos no

estandarizados de gran validez en la

evaluación del lenguaje que, además,

permiten mayor flexibilidad en su apli-

cación y pueden modificarse según

las características de los niños.

Estos procedimientos se pueden

agrupar a su vez en cuatro: