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Detrás de los talentos de las personas están los valores que los vertebran, las actitudes que los impulsan, las
competencias que los materializan y los conocimientos que los construyen. El reto de una sociedad democrática
es crear las condiciones para que todos los alumnos y alumnas puedan adquirir y expresar sus talentos, en
definitiva, el compromiso con una educación de calidad como soporte de la igualdad y la justicia social.
La educación es el motor que promueve el bienestar de un país. El nivel educativo de los ciudadanos determina
su capacidad de competir con éxito en el ámbito del panorama internacional y de afrontar los desafíos que se
planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a
puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por un
futuro mejor.
En la esfera individual, la educación supone facilitar el desarrollo personal y la integración social. El nivel
educativo determina, en gran manera, las metas y expectativas de la trayectoria vital, tanto en lo profesional
como en lo personal, así como el conjunto de conocimientos, recursos y herramientas de aprendizaje que
capacitan a una persona para cumplir con éxito sus objetivos.
Solo un sistema educativo de calidad, inclusivo, integrador y exigente, garantiza la igualdad de oportunidades y
hace efectiva la posibilidad de que cada alumno o alumna desarrolle el máximo de sus potencialidades. Solo
desde la calidad se podrá hacer efectivo el mandato del artículo 27.2 de la Constitución española: «La educación
tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de
convivencia y a los derechos y libertades fundamentales».
II
Uno de los objetivos de la reforma es introducir nuevos patrones de conducta que ubiquen la educación en el
centro de nuestra sociedad y economía.
La transformación de la educación no depende sólo del sistema educativo. Es toda la sociedad la que tiene que
asumir un papel activo. La educación es una tarea que afecta a empresas, asociaciones, sindicatos,
organizaciones no gubernamentales, así como a cualquier otra forma de manifestación de la sociedad civil y, de
manera muy particular, a las familias. El éxito de la transformación social en la que estamos inmersos depende
de la educación. Ahora bien, sin la implicación de la sociedad civil no habrá transformación educativa.
La realidad familiar en general, y en particular en el ámbito de su relación con la educación, está
experimentando profundos cambios. Son necesarios canales y hábitos que nos permitan restaurar el equilibrio
y la fortaleza de las relaciones entre alumnos y alumnas, familias y escuelas. Las familias son las primeras
responsables de la educación de sus hijos y por ello el sistema educativo tiene que contar con la familia y
confiar en sus decisiones.
Son de destacar los resultados del trabajo generoso del profesorado, familias y otros actores sociales, que nos
brindan una visión optimista ante la transformación de la educación a la que nos enfrentamos, al ofrecernos una
larga lista de experiencias de éxito en los más diversos ámbitos, que propician entornos locales, en muchos
casos con proyección global, de cooperación y aprendizaje.