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AÑO II - Nº 5 - JUNIO 2017
ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
Consecuencias para el
acosador
Dentro de la situación que se ge-
nera a partir de los episodios de
violencia escolar, la consecuencia
más preocupante es la probabilidad
de que el acosador continúe con esa
misma conducta en su edad adulta.
Al respecto, Olweus (1998) con-
cluye en sus investigaciones que el
60% de los agresores en edad esco-
lar, a la edad de 24 años ya contaban
con una sentencia judicial de conde-
na, y que los escolares acosadores
tenían el cuádruple de posibilidades
de cometer un delito llegada la edad
adulta. Además, los niños que a la
edad de ocho años habían sido iden-
tificados como agresores, al llegar a
la edad adulta cometían más delitos,
desarrollaban más desórdenes de
la personalidad y necesitaban más
los servicios de salud mental (Eron,
1994).
Los niños que acosan en edades
escolares tienen un riesgo conside-
rable de llevar a cabo violencia en el
seno de la pareja, abusar de meno-
res o cometer delitos de naturaleza
sexual (Goldbloom, 2000), y existe
el riesgo de que los hijos de estos in-
dividuos se comportaran, en edades
escolares, de modo agresivo, lo que
indica una continuidad generacional
(Farrington, 1993). Así pues, aparte
de la tesis de la continuidad en las
conductas de maltrato, se intenta
explicar esta tendencia en base a la
falta de bagaje en comportamien-
tos alternativos no agresivos y a la
dificultad de cambiar un patrón de
comportamiento modelado duran-
te toda su vida (Roberts y Morotti,
2000).
En este contexto, se obstaculiza el
establecimiento de relaciones posi-
tivas, normalizadas y sanas con su
entorno, pues el agresor se desarro-
lla percibiéndose a sí mismo como
una especie de “héroe” o se justifi-
ca ante sí mismo y ante el resto del
grupo como alguien que actúa mo-
vido por la supuesta provocación de
la víctima, que a su juicio es merece-
dora de la violencia que él despliega.
En definitiva, el acosador presen-
ta a corto plazo dificultades para
mantener relaciones y amistades
auténticas y duraderas, además de
problemas de disciplina y de acep-
tación de la autoridad. A largo plazo
puede desarrollar conductas violen-
tas (con su pareja y descendientes),
dificultad para trabajar en equipo y
de aceptación de las normas.
Aunque el acosador adopte una
postura arrogante y pese a otras
características negativas que lo
distinguen, debe recibir atención
para superar las consecuencias del
• Eron, L. (1994). Theories
of agression. From drivers
to cognitions.
Aggressive
behaviour. Current
perspectives
, 3-11.
• Goldbloom, R. (2000).
If the
school says, “we don´t have
that problem here”, don´t
believe it. Parent´s Primer on
School Bullying.
Vancouver:
BC.
• Hazler, R., Carney, J., Green,
S., Powell, R. y Jolly, L.
(1997). Areas of Expert
Agreement on Identification
of School Bullies and
Victims.
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International
, 18, 3-12.
• Olweus, D. (1998).
Conducta
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Madrid: Morata.
• Roberts, W. y Morotti, A.
(2000). The bully as victim:
understanding bully behaviors
to increase the effectivenss of
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victim dyad.
Proffesional
School Counseling,
4 (2),
148-213.
• Rodríguez, N. (2004).
Guerra
en las aulas.
Madrid: Temas
de Hoy.
Referencias
Bibliográficas
Cómo citar:
Nieto Campos,
Begoña (2017, Junio). La figura del
acosador en la violencia escolar:
Principales rasgos y caracterís-
ticas.
Campus Educación Revista
Digital Docente
, Nº5, p. 5-8. Dispo-
nible en:
https://www.campusedu-
cacion.com/revista-digital-docen-te/numeros/5/
fenómeno en que es destacado pro-
tagonista. Aunque parece no perca-
tarse o no concederle importancia,
la persona acosadora también sufre
secuelas relacionadas y derivadas
de sus actos. Éstas afectan el nor-
mal desarrollo de su personalidad,
sus relaciones sociales, familiares
y laborales con tendencia a que no
pueda sostener de adulto, relaciones
sociales adecuadas, sino basadas en
el autoritarismo y la violencia.