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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO V - Nº 19 - SEPTIEMBRE 2020
¿Qué son las
emociones?
Las emociones son reacciones
psíquicas y fisiológicas
que suce-
den en función de distintas situa-
ciones. Estas se producen de ma-
nera automática y espontánea, son
transitorias y nos impulsan hacia la
acción. Se pueden observar externa-
mente y son más intensas y duran
menos tiempo que los sentimientos.
Es necesario destacar que todas
las emociones son útiles. No se con-
sideran ni buenas ni malas, simple-
mente se perciben como agradables
o desagradables. Todas las emocio-
nes nos aportan información, la cual
favorece una mejor gestión a la hora
de saber cómo nos sentimos. Por
ello, es necesario aprender a nom-
brar correctamente nuestras emo-
ciones y entender sus matices, pues
nadie sabe mejor lo que nos suce-
de que nosotros mismos. ¿Aca-
so es igual sentirse enfadado que
ansioso? Las emociones pueden
favorecer facetas muy importantes
en nuestra vida, o bien, dificultar u
obstaculizar muchos aspectos: la
calidad de las relaciones sociales, la
toma de decisiones, la realización de
tareas cotidianas, nuestra atención,
la memorización, entre otros.
En el contexto escolar, los docen-
tes poseen suficiente experiencia
y objetividad para acotar los tiem-
pos de aprendizaje de un concepto
matemático, físico o lingüístico,
adecuándolo a la edad madurativa,
conocimientos previos, entre otros.
Pero adquirir un mejor conocimien-
to de las propias emociones como
primer paso, su correcta denomi-
nación y, posteriormente, identificar
las emociones en los demás, conlle-
va más de un trimestre de trabajo y
de atención. Quizá, ocupará todas
las etapas educativas y más allá,
toda nuestra vida en desarrollar la
capacidad de generar emociones
positivas, adoptar actitudes positi-
vas ante la vida, prevenir los efectos
de las emociones negativas y desa-
rrollar la tolerancia a la frustración.
En definitiva, lo que para Bisquerra
(2007) son las
cinco grandes com-
petencias: conciencia emocional,
regulación emocional, autonomía
emocional, competencia social y
habilidades de vida para el bien-
estar.
Emociones en la
escuela
Podemos entender que las emo-
ciones son parte de nuestra natura-
leza, y que todo lo que pensamos y
hacemos se encuentra influido por
ellas. Por tanto,
conocer nuestras
emociones
, interpretarlas adecua-
damente, tanto en nosotros como
en los demás, y entender el hecho
de por qué suceden,
nos va a ayu-
dar a tomar mejores decisiones
.
Con respecto a la escuela, pode-
mos decir que cada alumno posee
capacidades, habilidades y actitudes
propias, pero ha sido el desarrollo
intelectual el aspecto más destacado
del currículo. Los docentes ignora-
mos sistemáticamente la dimensión
emocional, planificamos y fijamos
objetivos para mejorar la capacidad
cognitiva, lo que ha producido
mo-
delos pedagógicos insensibles a
los sentimientos
(Maturana, 2001).
Sin embargo, a fin de aprender
a gestionar las emociones, es de
suma importancia el desarrollo
emocional y social para no dejarnos
llevar por ellas, porque son parte de
nuestra propia identidad, del mismo
modo que la parte física y la cogni-
tiva. Esta triada indivisible potencia
el desarrollo integral de la persona
y permite adquirir competencias
emocionales, con las cuales, según
Bisquerra y Pérez (2012) se
favore-
ce las relaciones sociales e inter-
personales, facilita la resolución
positiva de conflictos, aumenta la
salud física y mental, y además
contribuye a mejorar el rendimien-
to académico
.
Un estudio dirigido por Sarramona
(2000), que identificaba y definía las
competencias básicas que se debían
de adquirir en la escuela, destaca-
ba los
factores emocionales como
competencia clave del ámbito so-
cial y laboral.
Sin embargo, es uno
de los aspectos que menos atención
ha recibido y a su vez tiene mayor
repercusión en el ámbito educativo,
cuando las emociones son materia
transversal y pueden ser educadas
en cualquier entorno de aprendizaje.
La emoción puede favorecer el aprendi-
zaje, puesto que los aprendizajes que se
producen asociados a una emoción se
consolidan mejor y la emoción orienta
el procesamiento de la información
(Easterbrook, 1959; Salovey, 1990).
Pero la razón más contundente
para educar la dimensión emocio-
nal se halla en la propia legislación
educativa actual. En el artículo 71
la Ley Orgániza 8/2013, de 9 de di-
ciembre, para la mejora de la calidad
educativa especifica:
“Las Adminis-