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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO III - Nº 12 - DICIEMBRE 2018

aprender a aprender, potenciando

la autonomía del sujeto, desarro-

llando una adaptación curricular a

las necesidades del discente, lo que

le permitirá adquirir un aprendizaje

significativo y globalizado, que in-

cidirá en el desarrollo holístico del

alumnado (Porcheddu, 2007).

De acuerdo con el símil de los

mi-

siles balísticos

5

de Bauman, no es

viable continuar reproduciendo las

estrategias metodológicas de trans-

misión de conocimientos generación

tras generación, pues crearíamos su-

jetos que memorizarían información

de manera sistemática, pero sin tener

la habilidad para aplicarla en la vida

real, ni la capacidad de adaptarse a

los cambios acaecidos, pues no se

habría desarrollado su pensamiento

crítico, esperando obtener del entor-

no circundante la respuesta adecua-

da al conflicto presentado. Por ello,

es prioritario un cambio de actitud

tanto en el docente como en el dis-

cente, de manera que se proporcione

una educación de calidad, adaptada a

las nuevas características sociales y

culturales, permitiendo el desarrollo

del pensamiento crítico en el alumno,

siendo éste capaz de forjar su propio

juicio de valor y contando con las ha-

bilidades necesarias para poner en

práctica todos los contenidos traba-

jados.

Así, llegamos a la necesaria transi-

ción desde un aprendizaje centrado

en contenidos a otro basado en pro-

cesos y competencias (Freire, 2012).

Esta nueva perspectiva metodoló-

gica permitirá al alumno hacer uso

de los recursos sociales, persona-

les, actitudinales y materiales de los

que dispone en un momento dado,

permitiéndole realizar con éxito una

tarea determinada, lo que repercuti-

rá en una mejora en su autoestima,

así como en la elaboración de un

autoconcepto ajustado y positivo de

sí mismo y de sus posibilidades de

acción.

El desarrollo del alumnado en el

ámbito físico, afectivo, social e inte-

lectual se encuentra en directa rela-

ción con el uso de la una metodología

activa, participativa, donde el alumno

se convierta en el principal protago-

nista de un proceso educativo de ca-

lidad, estando éste caracterizado por

la innovación educativa.

Hablar de innovación puede evo-

carnos al uso de las TIC en el aula.

Si bien es cierto que el uso de las

Tecnologías de la Información y de la

Comunicación en el aula ha supuesto

una revolución en el modo de aproxi-

mar al alumnado a los diferentes

contenidos educativos, así como han

mejorado y profundizado los canales

de comunicación entre educadores y

educandos, no es menos cierto que

el simple uso de las TIC no supone

una innovación educativa propia-

mente dicha, puesto que la auténtica

revolución radica en las estrategias

didácticas que se configuren y desa-

rrollen con las TIC como herramien-

tas de apoyo y mediadoras en el pro-

ceso de generar un aprendizaje más

significativo (Sandi y Cruz, 2016).

De esta manera, el uso de las TIC

en el ámbito educativo como herra-

mienta dinamizadora favorecerá la

interacción del alumno con sus co-

etáneos y con otros adultos, propi-

ciando su participación activa en el

proceso de enseñanza-aprendizaje,

generándose de esta manera las con-

diciones contextuales precisas para

potenciar la motivación e implicación

del alumnado, asegurándose de este

modo la significatividad y la globali-

zación del aprendizaje.

Por ello, el uso de las TIC en el aula

supone un cambio de paradigma

respecto al concepto de educación

tradicional ampliamente extendido.

De ese modo, el nuevo escenario que

5 Bauman alude a los “

misiles balísticos

” como símil en el proceso educativo, donde los misiles desempeñan el papel de los educandos: para los misiles

balísticos, en el momento en que comienzan a moverse, la dirección y la distancia de su viaje son decididas de antemano por la forma y por la posición

del cañón; esta propiedad de los misiles balísticos los vuelve las armas ideales para utilizar en caso de una guerra de posiciones, pero, al mismo tiempo,

los vuelve inútiles una vez que los blancos comienzan a moverse. Es entonces necesario un misil inteligente que pueda modificar su dirección en vuelo

según evolución de los eventos. Se podría decir que los misiles inteligentes siguen la estrategia de la “

racionalidad instrumental

”, en acuerdo con su

versión líquida, fluida; lo cual significa que se abandona el presupuesto de que el objetivo debe ser estable, fijo e inmóvil mientras dura el lanzamiento y

que, por tanto, deben ser calculados y manipulados sólo los instrumentos de vuelo. Los misiles inteligentes, por lo tanto, a diferencia de sus más ancianos

primos balísticos, aprenden en vuelo. Por consiguiente, deben inicialmente estar dotados de la capacidad de aprender y de hacerlo de modo rápido. Esto

es obvio. Aquello que es menos evidente, aunque no menos importante para una rápida capacidad de aprendizaje, es todavía la capacidad de olvidarse al

instante aquello que se ha aprendido anteriormente. Los misiles inteligentes no serían inteligentes si no fueran capaces de “

cambiar de idea

” o de revocar

las “

decisiones

” precedentes, sin pensar dos veces y sin añoranzas. Aquello que los “

cerebros

” de los misiles inteligentes no deben nunca olvidar es que

el conocimiento adquirido es eminentemente desechable, eficaz sólo hasta un nuevo orden y útil sólo temporalmente, y que la demostración del éxito está

en no dejar pasar el momento en el cual el conocimiento adquirido no es más útil y debe ser eliminado, olvidado y sustituido (Porcheddu, 2007).