En el aprendizaje social destaca el papel que desempeña el medio social, natural y cultural a la hora de producirse y formarse el conocimiento. Dentro de esta concepción, además, la figura del profesor como mediador y orientador resulta indispensable.
El aprendizaje social es aquel que se produce en contacto con los demás y el entorno. En la interacción que se produce entre el aprendiz y el entorno reside un gran potencial de aprendizaje que si, además, confluye con otros individuos, puede originar un tipo de aprendizaje mucho más consistente. La idea del aprendizaje social puede explicarse por el hecho de la existencia de una sociedad en la que conviven varios individuos juntos, que comparten experiencias y vivencias diarias bajo unas determinaciones contextuales concretas. De la misma forma que los individuos se influyen mutuamente, éstos quedan influenciados por su entorno.
Bandura es uno de los psicólogos más representativos de todas estas concepciones sociales del aprendizaje.
Bandura destaca el determinismo recíproco que existe en el aprendizaje debido a que los factores ambientales, los cognitivos, los personales, la motivación, las emociones… interactúan entre sí recíprocamente, rechazando tanto el determinismo personal como el extremismo ambientalista, debido a que el aprendizaje supone un compendio mucho más complejo que todo eso. El aprendizaje social refleja la complejidad de los procesos humanos para realizar una conducta.
Pero el aprendizaje social también puede entenderse como el aprendizaje que surge gracias a la interacción que se lleva a cabo con otras personas, como el aprendizaje entre iguales, donde son los propios alumnos los que se enseñan entre sí, ayudándose los unos a los otros y siendo, así, más fácil para muchos la comprensión de determinados conceptos.
El estudio del término de aprendizaje social normalmente queda relacionado con otros conceptos tales como aprendizaje cooperativo, aprendizaje colaborativo o aprendizaje entre iguales. Sea como sea como quiera considerarse, lo que hay que tener en cuenta es que el aprendizaje, cuando es social, es mucho más eficaz, productivo y beneficioso, y es que el ser humano es un ser fundamentalmente social, que necesita de los demás para crecer, aprender y desarrollarse. Todos los seres humanos nacen con una clara preferencia innata ante los estímulos sociales y, en sus primeros días, necesitan de los demás para cubrir sus necesidades y sobrevivir, necesidad que ya se mantendrá durante toda la vida.
Coll y Colomina (1991) afirman que la interacción entre alumnos influye decisivamente en:
Además, también afirman que las actividades cooperativas son determinantes en el rendimiento y productividad de los participantes y que las experiencias de aprendizaje cooperativo repercuten positivamente en el establecimiento de relaciones entre los alumnos.
A colación de todo esto, podemos considerar el aprendizaje cooperativo como una modalidad de aprendizaje que consiste en llevar a cabo una serie de acciones destinadas a culminar en la adquisición de determinados aprendizajes o saberes mediante la ayuda y la colaboración, por igual, de todos los miembros de un grupo.
Como podemos comprobar, todo esto puede dirigirse hacia la importancia de diseñar experiencias de enseñanza y aprendizaje orientadas a crear un clima de aceptación, de respeto, de planificación, organización y, sobre todo, cooperación, donde puedan relacionarse los alumnos entre sí, compartir experiencias, juegos e ideas, y así fomentar la construcción propia y colectiva de aprendizaje.
La mayor parte de las conductas de los seres humanos son aprendidas básicamente a través de procesos sociales, concretamente mediante la observación e imitación, dentro de una dinámica de interacción social. Consideremos, pues, algunos de estos aspectos.
“El principio de la educación es predicar con el ejemplo”. Anne Robert Jacques Turgot (1727–1781). Político y economista francés.
El Aprendizaje Vicario es un tipo de aprendizaje observacional, imitativo, donde los individuos aprenden de modelos que realizan determinadas conductas, de tal forma que gracias a la observación se acaba aprendiendo y realizando dicha conducta. Esto quiere decir que los seres humanos son capaces de adquirir nuevas conductas sin un refuerzo obvio, pues el único requisito para el aprendizaje puede ser que la persona observe a otra.
El aprendizaje por modelado es un concepto que aparece, en general, ligado a las teorías conductistas, sobre todo al condicionamiento operante. El condicionamiento operante se basa en la presentación de estímulos, una vez aparecida la conducta,con la intención de modificarla. Este tipo de condicionamiento parte de las respuestas emitidas por el sujeto, que se hacen coincidir con un refuerzo positivo o negativo capaz de aumentar o disminuir la probabilidad de la presencia de la conducta. Es muy utilizado en el contexto educativo por sus altas probabilidades de éxito y por su facilidad de aplicación.
Este tipo de condicionamiento contempla una serie de técnicas para la adquisición y mantenimiento de las conductas, entre las que se encuentran el moldeamiento y el Aprendizaje Vicario:
Moldeamiento: En el moldeamiento no se premia la conducta que se desea conseguir, pues todavía no ha aparecido, sino que se refuerzan todas las aproximaciones. Es decir, se van premiando las conductas parecidas a la conducta final deseada.
Aprendizaje vicario: Es un tipo de aprendizaje por imitación donde el niño aprende de modelos que realizan las conductas deseadas, de tal forma que gracias a la observación de esos modelos, el niño acaba aprendiendo lo que ha observado y lo realiza, posteriormente, él mismo.
La diferencia entre el Aprendizaje Vicario desde la perspectiva conductista de aquél considerado desde los términos del aprendizaje social reside en que el aprendizaje social sostiene que no es necesario premiar o reprimir una conducta para que se mantenga o desaparezca, al contrario de lo que afirma la Psicología Conductista.
Además de descubriendo, como anteriormente comentamos, también aprendemos observando e imitando a otras personas, dado el carácter social de nuestro instinto, y esto es más acusado en las edades más tempranas, como en Educación Infantil y, en menor medida, Primaria. Sobre esta forma de aprendizaje existen diversas teorías. Una de ellas trata de explicar que el aprendizaje por observación se produce debido a la motivación del individuo y su dependencia de afecto hacia los demás; la otra considera que se produce debido a la reducción de la ansiedad que se experimenta cuando alguien imita a otro.
Según Zimbardo y Leippe (1991), el comportamiento imitativo es más probable que ocurra en contextos en los que hay numerosos modelos que hacen lo mismo. Lo más normal es que el docente sea uno de los principales modelos de referencia que tengan los niños y ofrezca un comportamiento ejemplar que sirva de referencia en lo que se refiere a buena conducta y valores apropiados.
El aprendizaje a través de modelos es una de las principales características que reúne la escuela, considerada como una de los principales agentes de socialización. En principio, todo lo que se aprende en la escuela es equiparable al logro del objetivo propuesto y a alcanzar, teniendo en cuenta la adquisición de los aprendizajes básicos escolares. No obstante, en entorno de la escuela y su clima hacen que se desarrollen conductas en los alumnos que no se han tenido que enseñar directamente, sino que de forma colateral se instauran en la estructura de los discentes.
“El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío”. Horace Mann (1796-1859). Educador estadounidense.
¿Qué nos mueve a hacer algo? ¿Qué hace que abordemos cualquier tarea con más o menos entusiasmo, ganas o predisposición? ¿Qué hace incluso que busquemos con mayor éxito la solución a un determinado problema? Entre otros factores, lo que posibilita todo esto es la motivación, algo que aunque suele aparecer en el momento de iniciar la tarea es conveniente que se trabaje mucho antes de ese momento ya que las consecuencias de la falta de motivación va a afectar, sin duda alguna, al rendimiento de los alumnos.
La motivación es uno de los pilares sobre los que, a día de hoy, se asientan las bases de la educación que brindamos a nuestros alumnos, ya que se tiene muy asumido que es necesario enseñar tomando como referencia el interés que tiene el niño, aumentándolo y redirigiéndolo hacia lo que el docente considere de relevancia.
La motivación es el proceso que inicia, guía y mantiene una conducta orientada hacia un objetivo. Hace referencia al conjunto de estímulos que movilizan a una persona para realizar una serie de tareas y acciones, de forma persistente y constante, que le lleven a la consecución de unos objetivos o metas concretas. existen dos tipos de motivación: la motivación intrínseca, que proviene del interior del individuo y que se relaciona con el placer que una persona siente al realizar una determinada actividad; y la motivación extrínseca, que hace referencia a los estímulos motivaciones que vienen desde el exterior.
La motivación se encuentra estrechamente relacionada con el aprendizaje social y con el desarrollo de las metodologías lúdicas, pues se hace necesario cierto interés y predisposición para que se produzca la imitación, al igual que se requiere de motivación a la hora de iniciar una propuesta lúdica que resulte de interés al alumnado.
Siguiendo a Col y Colomina (1991) podemos enumerar los siguientes postulados que pueden orientar la labor docente a la hora de plantear tareas que motiven al alumnado, es decir, los principios para la organización de la instrucción en la motivación:
Se recomienda que los alumnos consideren la propia evaluación como una oportunidad de aprendizaje y de mejora, evitando, por todos los medios, la comparación entre alumnos, alentando, en todo caso, la comparación con uno mismo.
Antes de la presentación de la tarea será conveniente orientar al estudiante más hacia el proceso que hacia el resultado y, durante el transcurso de la actividad, alentar la planificación en metas realistas, valorando el esfuerzo y la tolerancia frente al fracaso. Al finalizar la tarea, informar sobre el resultado considerando el progreso (logros y fallos) así como la conciencia sobre lo que se ha aprendido.
Otro concepto que sale a relucir cuando se habla de la motivación en el ámbito escolar es el conocido Efecto Pigmalión. El efecto Pigmalión (o profecía autocumplida) es uno de los factores que influyen en la motivación de los alumnos en el aula. Se basa en el poder que tienen las expectativas que se forjan en torno a una persona y sus capacidades, haciendo que triunfe o fracase con tal solo considerar las creencias con respecto a su rendimiento. La profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar según las formas que hacen que la expectativa que se tiene sobre ella se vuelva cierta.
A la hora de procurar la motivación y el interés de los alumnos hay que tener en cuenta sus peculiaridades y características personales, pues no todos los alumnos desean alcanzar las mismas metas ni comparten los mismos objetivos y aspiraciones. Lo más importante a la hora de plantear una propuesta educativa (y aquí se consideran también los juegos y las actividades de tipo lúdico) es considerar que se produzca el aprendizaje en el mejor de los entornos, para lo cual hay que tener en cuenta:
No todos los alumnos aprenden de la misma manera ni al mismo ritmo.
Los docentes deben plantearse las características que desean que tengan las actividades que proponen, teniendo en cuenta que lo más deseable es que el alumnado comprenda que lo que está en juego es la adquisición de determinadas competencias, y no otra cosa.
Es conveniente que los alumnos comprendan el por qué de aprender algo, y el para qué de ese aprendizaje. Son más significativos los aprendizajes que resultan útiles que aquellos de los que no se comprende muy bien su finalidad y función.
A menudo se piensa que lo que motiva a los alumnos no es el aprendizaje en sí mismo, sino lo que podemos conseguir con él. En este sentido, el elogio constituye una recompensa social al esfuerzo y tiene un efecto positivo sobre las motivaciones intrínsecas.
Hay que tener cuidado con la presión que se ejerce sobre los alumnos (sobre todo en relación a la superación de pruebas o evaluaciones) y hacer que se interesen por aprender y no sólo por superar una determinada prueba.
Reforzar la autoestima de los alumnos es necesario en la medida en que tiene efectos positivos en su rendimiento académico, animándole a que se esfuerce y obtenga buenos y mejores resultados.
La preocupación por actuar de forma autónoma puede tener consecuencias positivas en lo que refiere al trabajo escolar. Pero para que se produzca la experiencia de autonomía y control personal es necesario que el alumno perciba que poseer las competencias cuya adquisición es el objetivo de trabajo escolar, facilita la posibilidad de elegir; y que perciba, también, que el trabajo escolar lleva de hecho el ejercicio y la adquisición de competencias.
Por último, podemos concluir este apartado ofreciendo algunas sugerencias orientadas al desarrollo de actividades lúdicas en relación al aumento de la motivación, proporcionando una serie sugerencias sobre la actitud que puede mantener el profesor hacia el juego, pues una manera de motivar es transmitiendo expectativas positivas a los alumnos de la siguiente manera: