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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO V - Nº 17 - MARZO 2020

que los niños sufrían unas condi-

ciones de vida deplorables en este

momento, y divertirlos o entrete-

nerlos no resultaba una prioridad.

Será más tarde, cuando las condi-

ciones de vida mejoran y la gente

aprende a leer, cuando la literatura

infantil surja a partir de libros pe-

dagógicos, para enseñar normas

de conducta a los más pequeños y,

así, dar lugar a la aparición de los

libros de cuentos populares.

En el siglo XV, con la

aparición

de la imprenta

, la difusión de los

libros resultará más sencilla, y du-

rante los siglos posteriores, se di-

fundirán los cuentos orales, elimi-

nando aspectos como el erotismo,

y transformándolos en libros pe-

dagógicos para niños, aunque con

ciertas influencias del cristianismo.

Ya en el siglo XVII se encuentran

otras fuentes, como los clásicos,

Esopo y sus fábulas, los cuentos

italianos de Basile y Straparole, y

surgen las historias de Madame

D’Aulnoy y Perrault, con sus leccio-

nes de moral. Es en este momento

cuando aparece realmente el

cuen-

to maravilloso, el cuento de ha-

das

, con la idea de reintroducir lo

irracional y mágico en la sociedad,

en oposición a la filosofía del siglo

de las luces.

Ya durante la segunda mitad del

siglo XX se produce el auge de la

literatura infantil

, con el avance

de los derechos del ciudadano y la

protección a la infancia. Ahora, el

público infantil comenzaba a ser

más valorado como consumidor

casi exclusivo de este tipo de lite-

ratura. Al mismo tiempo, y gracias

a la difusión del cine o la televisión,

destacando el papel de las pelícu-

las de Walt Disney, los cuentos co-

mienzan a llegar a un mayor sector

de la población.

Ya en estos últimos años, ten-

dríamos que destacar autores

como Mario Benedetti, Jorge Luis

Borges, Julio Cortázar, Antoine

Chekhov, Isaac Asimov, Stephen

King... (Ramírez, 2010).

Características de los

cuentos de hadas

Al hablar de cuentos podemos

citar también aquellos que versan

sobre costumbres, o a los prota-

gonizados por animales, los cuales

encierran grandes moralejas: las

fábulas.

Pero, centrándonos en los cuen-

tos de hadas, nos referimos a

na-

rraciones maravillosas, de origen

popular y connotación de fanta-

sía

, trasmitidas y heredadas de la

tradición oral y reescritos a partir

del siglo XVII, con elementos fan-

tásticos, seres sobrenaturales y,

en la mayoría de los casos, con un

héroe de protagonista, inmerso en

una narración atemporal inscrita

en un mundo abstracto (Nobile,

2006:50).

Son cuentos con esquemas uni-

formes, ya sean de origen popular o

inventados, como los de Andersen;

y ese esquema sería el comienzo

de un problema, una carencia, para

a continuación pasar por distintas

fases, culminando en una recom-

pensa, redención, o la captura del

objeto deseado (Propp, 1970).

También podría aparecer un adver-

sario, contra el que debe luchar el

protagonista.

Los cuentos de hadas llevan al niño a

descubrir su identidad y vocación (...).

Estas historias insinúan que existe una

vida buena y gratificadora al alcance de

cada uno, a pesar de las adversidades

(Bettelheim, 1977).

Para alcanzar las “promesas” de

los cuentos, Jean (1998) nos indica

que éstos se sirven de las siguien-

tes características:

• Cuentan con situaciones

simplificadas

• Presentan un número reducido

de personajes, de forma que le

resulte más sencillo al lector

identificarse con el protagonista,

el personaje “bueno”.

• Los personajes suelen presentar

siempre cualidades opuestas:

bondad-maldad, astucia-

estupidez...

• Contienen una ética que se

puede extraer de los distintos

actos, como si se tratase

de lecciones aprendidas

inconscientemente.

• Hacen uso de abundantes

moralejas.

• Son una expresión simbólica

de ritos de iniciación, como la

muerte del antiguo “yo”, y el

posterior renacimiento de una

entidad superior.

• Se trata de historias que

pueden evitar el miedo a los

jóvenes, ayudarlos a afrontar los

problemas de la madurez, que