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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 15 - SEPTIEMBRE 2019

cambia el horario de entrada y sa-

lida, las rutinas de aula varían, se

convive con un mayor número de

alumnos en el centro, el número

de profesionales de la comunidad

educativa con los que tratan se ve

ampliado, etc.

• Cambios en el ambiente de clase:

aparece un docente diferente para

cada materia, deben volverse

más responsables de su propio

aprendizaje, los exámenes suelen

llevar un mayor volumen de con-

tenidos, pueden verse afectado el

rendimiento académico debido al

cambio de nivel…

• Cambios en la propia persona-

lidad del alumno: disminuye el

interés del alumno por los temas

académicos, comenzando a inte-

resarse más por el ambiente so-

cial (en este momento la influen-

cia del grupo de amigos es un

aspecto básico para el desarrollo

de la personalidad del individuo).

En general, la transición entre

ambas etapas viene marcada por

un gran compendio de cambios

muy intensos para las vivencias del

alumnado. Como afirman Tonkin y

Watt (2003) se reaviva la presión

de grupo, los alumnos se ven más

valorados públicamente y los cír-

culos sociales cambian, del mismo

modo que la conciencia espacial.

Los cambios desde

la percepción del

alumnado

El concepto de estatus en los

alumnos se sitúa en niveles más o

menos altos en los últimos cursos

de la Educación Primaria puesto

que se ven a sí mismos como los

alumnos mayores, con un mayor

control sobre su situación esco-

lar. Sin embargo, al comenzar la

nueva etapa de Educación Secun-

daria, pierden su rango, volviendo

a ser los alumnos más pequeños.

Además, en multitud de ocasiones,

hay que sumar las burlas o los co-

mentarios que proceden de alum-

nos de cursos superiores (Seaton,

Egliston, Marsh, Franklin y Craven,

2004).

Relacionado con esta

pérdida de

autoconcepto,

Midgley y Maehr

(2000) han analizado cómo dismi-

nuyen los indicadores de bienestar

emocional y el involucramiento en

lo académico cuando se ingresa a

la Secundaria.

Así pues, los diversos

temo-

res

que puedan experimentar los

alumnos en este período se verán

incrementados, siendo

no sólo de

índole académico,

pues a pesar

de su corta edad muchos ya están

preocupados por el fracaso escolar,

sino también temores de corte so-

cial que pueden marcar su paso por

esta nueva etapa.

Entre estos temores, diversos in-

vestigadores (Graham y Hill, 2003;

Schumacher, 1998; Anderman y

Kimweli, 1997) citan los siguientes:

• No poder enfrentar

adecuadamente la situación que

conlleva pasar de ser los niños

grandes de la primaria a ser los

más jóvenes de la secundaria.

• Sentirse perdidos o

desorientados

• No disponer de las mismas

horas libres.

• Implicación reducida de los

padres en su nueva vida.

• No conocer a otras personas.

• Dificultades para organizar sus

horarios.

• Tener que hacer muchas más

tareas.

• Desconocimiento del lugar,

especialmente, cuando existe

traslado de institución.

• Inseguridad y miedo,

especialmente cuando existen

personas violentas.

Para Johnstone (2002) esta

transición no sólo representará te-

mores ya que puede motivar a los

alumnos en el comienzo de una

nueva aventura desconocida. Los

investigadores Arowasafe e Irvin

(1992) realizaron un cuestionario

a un grupo de alumnos a punto de

comenzar la secundaria, pudiendo

constatar que la información recibi-

da por parte de otros alumnos se

hacía crítica para realizar su propia

transición. Los alumnos de primer

curso de Educación Secundaria

Obligatoria, pueden verse afectados

por un descenso en los niveles de

satisfacción al entrar en esta etapa,

llegando a perder sus expectativas.

Analizando las respuestas de los

alumnos de estas etapas, Ruiz,

Castro y León (2010) identifican

que, quienes ven un cambio brusco

entre ambos niveles, lo justifican

por los siguientes motivos:

• L

a organización curricular es

diferente.