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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO IV - Nº 13 - MARZO 2019

y realizan otro tipo de actividades,

simplemente para poder evidenciar-

lo en las redes sociales, a través de

fotos y estados. Puede ser por esto

por lo que las relaciones de pareja

son enfocadas por los adolescentes

de una manera similar. Necesitan ha-

cer uso de sus relaciones amorosas

en las redes sociales para probar que

existen.

Rodríguez (2015) propuso que

el hecho de enamorarse es para los

adolescentes un acto de consumo y

en verdad, cuando el amor represen-

ta un acto de consumo, no es amor,

sino posesión.

Carencias afectivas

Desde una perspectiva psicoana-

lista, las experiencias vividas en la

niñez repercuten enormemente en

la construcción posterior de todo

individuo. De hecho, Money (2011)

argumentó que los niños cuando tie-

nen entre cinco y ocho años desarro-

llan un mapa mental o perfil incons-

ciente que determina lo que les hará

enamorarse de una persona y no de

otra. Este perfil se construye en base

a las relaciones con miembros de su

familia y amigos. A estos efectos, la

dependencia emocional puede estar

determinada desde la infancia si se

producen graves carencias de afecto

en edades tempranas. Cabe destacar

que este tipo de carencias afectivas

deben considerarse en todo momen-

to un tipo de abuso.

Según Freud (1905), existen varias

etapas, y una de ellas es la oral, en

la cual el niño busca el placer por la

boca. Su satisfacción debería estar

limitada para poder enseñarle que

debe actuar de acuerdo a ciertos lí-

mites. Como consecuencia de esta

situación, numerosos adolescentes

presentan trastornos en el hecho de

recibir y tomar.

Siguiendo este razonamiento, Ba-

lint (1968) usó el término

falla bási-

ca

. Esta falla básica está provocada

por un cuidado deficiente de algún

tipo, ya sea por dejadez, por abuso

de autoridad o incluso, por una pro-

tección extrema (Sánchez, 2010).

En consecuencia, Del Casti-

llo(2015) determinó la existencia de

dos tipos de conductas que pueden

darse en el adolescente:

ocnofilia y

filobatismo

. La primera conducta se

define como la tendencia a aferrarse

a los objetos y a no tolerar el hecho

de tener que separarse de ellos. Se

caracteriza también por la insegu-

ridad. La segunda conducta es una

tendencia a separarse de los objetos

y, por tanto, contraria a la ocnofilia.

El individuo pretende manipular los

objetos sin involucrarse profunda-

mente, puesto que teme la cercanía.

En los términos de la vinculación

afectiva, Fernández (2013) destacó

el vínculo establecido entre la madre

y su bebé, caracterizado por los sen-

timientos de seguridad y confianza,

que resulta ser un factor clave en el

desarrollo posterior del último. El

correcto desarrollo de este vínculo

es indispensable para que el niño se

convierta en un adulto seguro de sí

mismo, capaz de establecer relacio-

nes apropiadas y satisfactorias. Este

autor añadió que hay tres tipos de

vínculos:

en la infancia con la ma-

dre, en la adolescencia con amigos

y compañeros y en la vida adulta

con la pareja.

Cuando una vinculación afecti-

va presenta anomalías, el individuo

puede manifestar

desvinculación

afectiva

, que se define como la falta

de habilidad para establecer relacio-

nes afectivas con personas cono-

cidas (Fernández, 2013). A veces,

los adolescentes se desvinculan de

personas conocidas como, por ejem-

plo, los padres, pero mantienen una

vinculación con otras personas, los

amigos frecuentemente, lo que se

conoce como

vinculación selectiva

.

Las causas que producen la desvin-

culación afectiva pueden ser varias.

Fernández (2013) desarrolló el ejem-

plo de los niños criados en hogares

donde el padre es un agresor y la

madre es la víctima de este último. Al

observar esta situación, el niño pue-

de tender a centrarse en sí mismo, ya

que no ve nada positivo en la gente

de su entorno. Este autor subrayó no

solo el repliegue de los lazos emocio-

nales como elemento resultante de

este tipo de situaciones, sino también

un

pobre sentido de empatía, la

nula capacidad de compasión y un

alto grado de resentimiento acumu-

lado.

Otro rasgo que caracteriza a los

individuos que experimentan caren-

cias afectivas en la infancia es la baja

autoestima. Sánchez (2010) recalcó

el hecho de que esta situación pue-

de acrecentarse durante el periodo

escolar y la adolescencia. En la vida

adulta, estos individuos recrean con-

tinuamente situaciones en las cuales

representan un papel sumiso en una

búsqueda constante por afecto.

En el caso de los individuos criados

en ambientes hostiles, encontramos

el

abuso basado en la protección