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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016
AÑO IV - Nº 15 - SEPTIEMBRE 2019
escuelas. Estos individuos pueden o
no tener éxito en los test convenciona-
les, pero tienen algo en común, y algo
mucho más importante que elevados
rendimientos en los test: conocen sus
virtudes y conocen sus debilidades;
capitalizan sus virtudes y compensan o
corrigen sus debilidades. Eso es todo.
(Sternberg, 1997).
El modelo de Goleman
Para explicar la propuesta del
modelo de Goleman es necesario
entender, primeramente, que para
él existen dos aspectos fundamen-
tales en los que está basada toda su
teoría: la empatía, o capacidad para
interpretar los sentimientos ajenos,
y las habilidades sociales que per-
miten manejar diestramente estos
sentimientos. (Goleman, 1999).
Se trata de un modelo princi-
palmente práctico, en el que se
exponen cinco componentes que
Goleman considera que forman la
inteligencia emocional. El desarro-
llo de los mismos depende única-
mente de cada persona.
Dichos componentes son los si-
guientes:
• Autonocimiento:
Se trata de la
conciencia emocional personal,
que incluye una autoevaluación
precisa, así como la confianza en
uno mismo.
• Autorregulación:
El autocontrol,
la confiabilidad, la escrupolosi-
dad, la adaptabilidad y la inno-
vación forman las bases de este
componente.
• Motivación:
La emoción tiende
a impulsar a la acción, por eso
encaminar esa motivación hacia
lograr objetivos es fundamental.
Dentro de este apartado se inclui-
rían el afán de triunfo, el compro-
miso, la iniciativa y el optimismo.
• Empatía:
El reconocer las emo-
ciones de los demás, compren-
diendo qué es lo que sienten,
ayuda a desarrollar las relaciones
con los otros. Para ello es nece-
sario el conocimiento previo de
las propias.
• Habilidades sociales:
El arte de
establecer relaciones sociales po-
sitivas con los demás viene dado
de la mano de manejar las emo-
ciones. Esa competencia social
es la base para tener influencia
sobre los otros, así como para
desarrollar liderazgo y habilida-
des de equipo. Para ello hay que
saber comunicarse de forma po-
sitiva, manejar los conflictos, ser
catalizador de cambio y estable-
cer vínculos duraderos.
La educación
emocional
Como afirma Bisquerra (2000),
la
educación emocional
es un
proceso educativo, continuo y per-
manente, que pretende potenciar
el desarrollo de las competencias
emocionales como elemento esen-
cial del desarrollo humano, con ob-
jeto de capacitar al alumno para la
vida y con la finalidad de aumentar
el bienestar personal y social.
Es, por lo tanto, una educación
permanente para la vida relacio-
nada con muchos aspectos, como
pueden ser la emoción, la neuro-
ciencia, las inteligencias múltiples,
la psiconeuroinmunología, las ha-
bilidades sociales y la educación
para la salud. (Bisquerra, 2000).
Siguiendo el modelo de Bisquerra
(2000), los objetivos generales de
la educación emocional pueden re-
sumirse en:
• Adquirir un mejor conocimiento
de las propias emociones.
• Identificar las emociones de los
demás.
• Desarrollar la habilidad de
controlar las propias emociones.
• Prevenir los efectos perjudiciales
de las emociones negativas.
• Desarrollar la habilidad para
generar emociones positivas.
• Desarrollar la habilidad de
automotivarse.
• Adoptar una actitud positiva ante
la vida.
La educación emocional, aplica-
da desde la escolarización en Edu-
cación Infantil desde los tres años,
puede ser una forma de prevención
contra la vulnerabilidad de la per-
sona a determinadas perturbacio-
nes, como son la agresividad o la
depresión.
La educación emocional sigue
una metodología fundamentalmen-
te práctica ya que, aunque haya
contenidos teóricos como es el
marco conceptual de las emocio-
nes, el objetivo principal es favore-
cer el desarrollo de competencias
emocionales.
La ciencia está corroborando
que las personas no son reflejo de
su estructura cerebral y configu-
ración genética, sino que el com-
portamiento de cada ser humano
es el resultado de su experiencia
emocional y personal. Hoy en día
se conoce la importancia de po-
der aplicar el aprendizaje social y
emocional en los centros educa-
tivos, incidiendo en la estructura
emocional, pero se deben incluir de
forma concreta y precisa dentro del
currículo las habilidades relaciona-
das con la inteligencia emocional,
para así comenzar a encarar el gran
desafío de introducir el aprendizaje
social y emocional en todos los ám-
bitos de la sociedad.
El rol del maestro incluye la tarea
de aplicar el aprendizaje emocional,
identificando y descubriendo las
nuevas actitudes necesarias para
que los estudiantes se conozcan a
sí mismos y puedan potenciar sus
capacidades.
El maestro tiene que gestionar la di-
versidad impresionante del mundo glo-
balizado, y para ello hay que aprender a
gestionar lo que tienen en común todos
los individuos tan distintos: las emocio-
nes individuales (Punset, 2010)