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ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016

AÑO V - Nº 19 - SEPTIEMBRE 2020

paralela a la programación didácti-

ca, sino que debe ser considerado

como un elemento metodológico

que

se conjuga con el propio dise-

ño y programación de la propuesta

educativa

, adquiriendo un carácter

reflexivo en la práctica y propor-

cionando un espacio posterior a la

práctica destinado a la valoración

teórica y reflexiva.

A partir de los modelos que

plantean autores como Latorre

(2003), González (2007) y Suárez

(2002), y teniendo en cuenta las

características de la investigación

en acción, es interesante plantear

una

propuesta para estructurar

las fases en las que se puede

llevar a cabo el proceso de action

research

y que puede facilitar

el paso de un plano teórico a un

escenario práctico:

FASE I

I

dentificación del tema de la inves-

tigación

Surge como una preocupación di-

dáctica o pedagógica emanada de la

identificación de ciertas dificultades,

necesidades o intereses por parte

de la figura docente, derivados de

la práctica educativa diaria y que se

consideran puntos de partida para la

mejora de la enseñanza.

FASE II

Reflexión inicial—análisis de la

situación

Se trata del proceso de observación

analítica y pautada de la práctica dia-

ria, que ofrezca información precisa

sobre el papel que tienen los distin-

tos elementos que condicionan la

acción educativa y que permita iden-

tificar puntos determinantes que ori-

ginen o favorezcan la situación so-

bre la que se pretende mejorar.

FASE III

Planificación

Corresponde al proceso en el que se

pauta la observación y la acción, de

modo que se concretan los métodos

de recogida de información, los mo-

mentos y las formas de intervención

y se establecen los objetivos del

proceso.

FASE IV

Observación—acción

Supone la ejecución del trabajo de

campo, donde se lleva a cabo la

observación reflexiva a partir de las

pautas diseñadas y se interviene de

forma activa en el proceso educati-

vo, ya sea a través de la introducción

de nuevos recursos, variaciones en

la organización u otros modos de

inferencia de la enseñanza.

FASE V

Reflexión—valoración

Es un espacio de razonamiento cua-

litativo del cual se pretenden extraer

conclusiones del proceso que se ha

llevado a cabo. Del mismo modo, la

valoración puede sacar a la luz nue-

vos temas de investigación deriva-

dos de los acontecimientos obser-

vados. Este proceso puede incluir

el diseño de un documento teórico

que pueda ejercer como una herra-

mienta pedagógica en el diseño de

futuras propuestas de aprendizaje.

FASE VI

Retroacción teórica-práctica

Se trata de la fase que cierra el pro-

ceso cíclico, en la que se lleva a

cabo una acción docente basada en

las conclusiones extraídas de los re-

sultados de la investigación. De este

modo, se aporta una retroacción

educativa que permite dar una sig-

nificatividad real al proceso y con-

vierte el entramado teórico en una

práctica optimizada de la enseñanza.

Después de ver el desglose de las

distintas fases que componen el

método de investigación en acción,

es importante tomar conciencia del

concepto global del proceso y tratar

de aproximarlo y adaptarlo a cada

contexto educativo y a cada situación

particular. Como es evidente, la

aplicación del action research no

comporta una puesta en práctica

rígida, sino que su estructura puede,

y debe, flexibilizarse atendiendo a

las características del contexto en

que se vaya a poner en práctica y

el profesional encargado de llevarlo

a cabo, con el fin de maximizar sus

beneficios educativos.

Teniendo en cuenta la estructura del

método, es fundamental mencionar

un instrumento clave para el éxito

de la investigación educativa: la

evaluación.

La evaluación

como parte de la

investigación

De acuerdo con Sanmartí (2007),

la evaluación

constituye un

elemento metodológico activo y

participativo

con carácter formativo

y formador

2

. La evaluación supone

una herramienta de identificación

y análisis de las dificultades y

necesidades derivadas del proceso

de enseñanza aprendizaje, por lo

que se convierte en

un instrumento

indispensable para la aplicación

de la investigación en acción

que

debe aportar información continua

sobre la evolución del alumnado,

tanto a nivel grupal como individual.

Así pues, la evaluación debe tener

una función bidireccional en la

investigación, en tanto que debe

ocuparse de valorar cualitativamente

tanto la evolución del alumnado en

el proceso de aprendizaje como la

eficiencia de la enseñanza. De este

modo, la evaluación se convierte en

uno de los elementos articuladores

del proceso y constituye un elemento

didáctico y una herramienta

pedagógica que aporta retroacción

al docente-investigador, permitiendo

proporcionar un

feedback

continuo

al alumnado sobre su proceso de

aprendizaje.