RDD-N37-Marzo-2025

43 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 37 - MARZO 2025 de manipular los signos de identificación global (García, 2007). Según Stassen (2007), una extensa investigación pone en evidencia que se aprende mucho durante la primera infancia. No se deben iniciar los aprendizajes más importantes desde la educación primaria, sino es necesario y adecuado iniciarlos desde la educación infantil. Este aprendizaje no sólo incluye más palabras y logros adquiridos paso a paso, sino también un salto cualitativo, cuando los niños comienzan a aprender de qué modo piensan las otras personas y cómo aflora el lenguaje. Los niños pequeños están biológicamente preparados y motivados para aprender acerca del mundo que les rodea. A través de la motivación y de experiencias personales el alumno se podrá desarrollar y aprender de forma adecuada. Las actividades son la base para el aprendizaje y para el desarrollo del pensamiento. Para este grupo de edad, la manera de presentar y de dar la información es muy importante, y la forma más espontánea del pensamiento es el juego. Por ello, la mejor forma de transmitir el conocimiento en la etapa de educación infantil es a través del juego. A través del juego se puede incrementar el interés por lo que nos rodea, nos estimula además la participación en grupos, en la que la cooperación y el sentido de respeto se refuerzan. El juego, además, ayuda a estimular la imaginación y permite un aprendizaje lúdico y divertido. En este período los niños aprenden con mucha facilidad. Es una etapa en la que el niño está impaciente por actuar, realizar actividades manuales, cantar y principalmente usar su imaginación. Estos intereses y necesidades deben tenerse en cuenta para diseñar con éxito las actividades con finalidad educativa (Barraza, 1998). Vygotsky creía que todos los aspectos del desarrollo cognitivo de los niños y niñas está inmerso en un contexto social. Los niños son curiosos y observadores, y a través de las experiencias en la sociedad es como los niños aprenden. Según este autor un niño es aprendiz del pensamiento, alguien cuyo crecimiento intelectual es estimulado por miembros de la sociedad que cuentan con más edad y conocimientos. La realidad de que los niños tienen curiosidad acerca de todo lo que le rodean, y aprendiendo y recordando cualquier cosa que experimenten, es una prueba de cognición. (Vygotsky, 1978). Es de suma importancia la idea de fomentar actitudes positivas en los niños desde una temprana edad acerca de su entorno y del lugar en el que vive. La familia como valor en la infancia La educación es un proceso muy largo que se inicia en las familias y luego continúa en la escuela. Ambos constituyen los dos agentes educativos principales, por lo que necesita de ambas partes para que el proceso educativo sea el adecuado y para conseguir el pleno desarrollo de la personalidad del alumno. Si los padres se comprometen a valorar y mantener el ambiente local, cultural y natural manteniéndose informados, participando en actividades culturales de su localidad y además en sus hogares se llevan a cabo acciones o charlas acerca de estas cuestiones, es muy probable que sus hijos también lo harán en ese momento y en un futuro. Resulta importante crear programas de educación ambiental o local que involucren a los padres y madres de los niños a participar de manera consciente y responsable en el proceso conservación y valoración de su patrimonio local. Las escuelas como instituciones sociales que son, deben llevar a cabo programas educativos para su desarrollo teniendo en todo momento en cuenta la formación en valores positivos y posteriormente evaluarlos. Si los padres promueven el respeto por su localidad a través de diferentes actividades y experiencias, se puede suponer que los niños participarán con el mismo deseo e inspiración. La experiencia directa permite reforzar hábitos y consolidar un aprendizaje creativo y significativo (Barraza, 1998). La participación de la localidad en las actividades escolares Los centros educativos no pueden permanecer aislados de la localidad donde se encuentran. Es necesario que se abra al entorno y a las personas que habitan en él. De igual modo, es importante conocer este entorno para desarrollar de manera adecuada el proyecto educativo. El contexto siempre debe ser tenido en cuenta para el diseño de las actividades y de la programación docente. Los centros deben permitir la participación de sus habitantes en ellos y deben permitir actividades que permitan a los alumnos salir del aula y conocer el entorno que los rodea, permitiendo así una educación integrada en la comunidad local en la que viven. Los centros educativos deben hacer un esfuerzo para vincularse al territorio donde se incardina y para favorecer la participación y la valoración de los alumnos en y con su comunidad. Esta participación y compromiso con su localidad tiene un carácter anecdótico, de ocio y lúdico, pero principalmente el objetivo es favorecer la formación, aprendizaje y desarrollo de los alumnos, tanto en su faceta personal, social, académica, e identificativa. Los centros escolares deben vincularse a las estructuras territoriales donde se incardinan y promover la participación, implicación y compromiso de los estudiantes en y con su comunidad local, y ello como una opción de intervención socioeducativa que apunta a componentes nucleares de su formación y desarrollo como personas y ciudadanos […]. Los centros escolares si quieren contribuir a un contexto de aprendizaje permanente y aspirar realmente a una educación continua, integral y lo más completa posible de sus estudiantes, deben abrirse al entorno y promover una educación integrada en su medio más próximo, la comunidad local (Cieza, 2010). El centro escolar debe desarrollar en cada persona una vocación hacia la comunidad y crear un protagonismo como sujeto y agente en su medio. Los beneficios de estas iniciativas

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