Ya lo hemos dicho en anteriores ocasiones: en tiempos donde la inteligencia artificial (IA) está transformando todos los ámbitos de nuestra vida, la educación se está viendo especialmente trastocada. Como revista educativa comprometida con la calidad y la creatividad, nos encontramos ante un dilema ético y profesional que no podemos ignorar: ¿Cómo garantizar que los artículos que publicamos reflejen la autoría auténtica y original de quienes los firman? Hoy, gracias a herramientas de generación de texto basadas en IA, es posible redactar documentos extensos, argumentados y bien estructurados en cuestión de minutos. Aunque estas tecnologías son innegablemente útiles para agilizar procesos y generar ideas, también plantean un desafío esencial: ¿Estamos sacrificando la creatividad, el desarrollo literario y, en última instancia, el aprendizaje, en favor de la comodidad y la rapidez? La educación, por su misma naturaleza, debe fomentar el pensamiento crítico, la expresión personal y el desarrollo de habilidades que trasciendan la mera acumulación de conocimientos. Sin embargo, observamos con preocupación que muchos textos que recibimos en nuestra redacción revelan, por su estilo uniforme, sus frases repetitivas, sus párrafos inconexos y sus argumentos simplistas y desprovistos de matices, una dependencia excesiva de la IA. Y esto plantea grandes cuestiones a múltiples niveles que no podemos desdeñar. La autoría de un texto siempre ha sido más que un nombre al pie de una página. Es la manifestación de un proceso intelectual, de la reflexión crítica, de la capacidad de hilar ideas y argumentos y, en el caso de una revista educativa, de compartir experiencias que enriquezcan a toda una comunidad de aprendizaje. Pero cuando los autores cada vez más abusan de la IA para generar (que no crear) contenido, la esencia se pierde, la evocación desaparece, y la absoluta falta de inspiración en sus líneas provoca la desconexión del lector y la desidia de nuestro equipo. La dependencia excesiva de la IA para escribir artículos que estamos presenciando de manera exacerbada en los últimos números de la presente pone al descubierto, también, un peligro latente: la comodidad de delegar este proceso en una máquina puede llevar a un estancamiento intelectual y creativo, lo cual, en el ámbito educativo, sería un retroceso preocupante. Todo el equipo de esta revista cree firmemente en la importancia de ofrecer un espacio inclusivo en el que cualquier docente, educador o profesional relacionado con la enseñanza, pueda compartir sus experiencias, investigaciones e ideas. No exigimos que quienes colaboran con nosotros sean escritores profesionales, pero sí consideramos imprescindible que demuestren un mínimo dominio del lenguaje y, sobre todo, un compromiso con la autenticidad de sus aportaciones. Partiendo de la base de que nuestro ámbito es el educativo y nuestro fin es enseñar, ¿Cómo vamos a exigir a los estudiantes que desarrollen habilidades críticas, creativas y expresivas si sus docentes adolecen en la temeridad de valerse casi por completo de herramientas de escritura automática? Por todas estas razones, nos vemos en la necesidad de invitar a nuestros lectores, colaboradores y autores a reflexionar sobre este tema. La autoría es más que una cuestión de ética: es un compromiso fiel y leal con la calidad y el rigor intelectual, además de con la honestidad, esa cualidad tan imprescindible en terreno educativo. Como educadores, tenemos la responsabilidad de preservar y fomentar una serie de valores mínimos, a la par que la creatividad y el gusto por lo auténtico, no ya solo en nuestras aulas, sino también en los espacios de publicación que nos representan. El Equipo de Campus Educación Revista Digital Docente Editorial 4 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 36 - DICIEMBRE 2024
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