RDD-N35-Septiembre-2024

50 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 35 - SEPTIEMBRE 2024 • A nivel de razonamiento moral: se interesan por cuestiones sociales, sobre todo los hombres (Petersen y Ebata, 1984). Los adolescentes pretenden crear sus propias normas. • A nivel de desarrollo social: en los primeros años de la adolescencia, el interés se divide entre la familia y los amigos; en la etapa media, se centra en sus iguales del mismo género; finalmente, en la última etapa, el interés se dirige hacia el género opuesto. La adolescencia es una etapa en la vida del niño en la que deben valorarse ciertos riesgos, como el consumo de sustancias, por ejemplo, tabaco, alcohol y drogas. Debido a la cantidad de cambios, la asimilación de nuevas experiencias es más lenta. Si a esto se le suma el hecho de priorizar el grupo de iguales y buscar posicionarse como líderes dentro del grupo, intentan llamar la atención, aparentar ser mayores y, con ello, el consumo o la prueba de algunas de esas sustancias. La familia durante la adolescencia La familia y el grupo de iguales forman un sistema microsocial. Cómo evoluciona un adolescente depende, en gran medida, del estilo educativo de los padres. El estilo educativo de los padres, las relaciones que se establecen en la familia y el rol que los progenitores asuman determinarán la conducta de sus hijos respecto al consumo de algunas sustancias (Baumrind, 1971). El estilo parental autoritario y el estilo parental permisivo se relacionan con el uso de drogas en los adolescentes; el estilo parental inductivo se presenta como factor protector en el consumo de sustancias. En la misma línea, Orte (1994) dice que la ausencia de afecto y aceptación por parte de los padres favorece el consumo de sustancias en el hijo. Compartir o no compartir el mismo sistema de valores entre los padres y los hijos también influye en el consumo de sustancias nocivas. Compartir estos valores evita estas conductas de riesgo, mientras que, cuando no se comparten, tienden a surgir problemas. Para Orte (1994), los roles del padre, la madre y el hijo pueden influir en el consumo de drogas. La buena relación entre los tres se postula en contra del consumo de drogas. La comunicación y la discusión de los conflictos en el seno de la familia cumplen funciones protectoras en el consumo de sustancias (Campart y Scandroglio, 1998). Se ha observado un mayor consumo de alcohol y tabaco entre los adolescentes que tienen una relación mala o regular con sus padres. Otra variable crucial en el consumo de drogas es si los padres consumen sustancias. A mayor consumo de los padres, mayor probabilidad de consumo en los hijos (Jurich, 1985). Buelga (1999) resume en el siguiente cuadro los factores de riesgo familiares asociados a problemas de conducta, otra de las claves a tratar en la adolescencia. La participación familiar en el centro educativo Tras extraer todas estas ideas sobre la relación de la familia en el desarrollo de los hijos, se ve la necesidad de analizar la pertinencia de la colaboración familiar con el centro docente. La participación de la familia en el centro educativo y en este ámbito que implica a sus hijos es un derecho básico que se reconoce en las leyes educativas. Shumow (2009) dice que la participación de la familia en la escuela mejora la autoestima y la competencia social de los alumnos, además de reducir el uso de sustancias adictivas y aumentar el interés en llegar a la universidad. Grant y Ray (2013), por su parte, distinguen entre los beneficios que se dan para los estudiantes y los que se dan para las familias y el centro educativo. Entre los beneficios para los padres se pueden citar el desarrollo de actitudes positivas, el aumento de la satisfacción con los profesores, el mejor entendimiento del sistema y la asunción de responsabilidades en la escuela. En cuanto a los beneficios para el centro docente, se facilita la tarea de los profesores y se logran mejores resultados académicos y

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