RDD-N35-Septiembre-2024

43 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 35 - SEPTIEMBRE 2024 como Goleman para organizar a las habilidades blandas en los siguientes bloques: • Introspectivas: gestión emocional, aumento de motivación y autoeficacia... • Diagnósticas: resolución de problemas, creatividad, gestión del tiempo... • Relacionales: empatía, asertividad, trabajo en equipo... Es imposible tenerlas todas desarrolladas a altos niveles, pero existen competencias que son clave para favorecer la entrada en cualquier mercado laboral: identificar las competencias personales con valor añadido; diseñar la Marca Personal, mantener la motivación y gestionar el estrés (Marrero et al., 2018). Rodríguez et al. (2021) remarcan que la inteligencia emocional se definió como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones, incluyendo aspectos como el manejo del estrés, el control emocional y la asertividad. No puede olvidarse que las emociones pueden influir en la motivación y en el funcionamiento cognitivo, lo que a su vez repercute en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Marrero et al. (2018) consideran que el profesorado, para poder trabajar en el aula estas herramientas con los futuros profesionales, debe estar capacitado técnica y emocionalmente para la impartición de su materia y para el trato con el alumnado y el resto de la comunidad educativa. En concreto, en lo relativo a la motivación, la asertividad, la autoeficacia y la responsabilidad, lo que fortalece el liderazgo, la empatía y la convivencia saludable (Rodríguez et al., 2021). Para conseguir un cambio significativo, la enseñanza de estas habilidades debe impartirse de forma transversal, sistemática y a largo plazo desde las aulas. Una persona que desarrolla habilidades blandas durante su proceso de crecimiento personal logrará obtener bienestar emocional, físico e incluso laboral (Tito y Serrano, 2016). Comunicación asertiva Un buen comunicador posee “la capacidad de escuchar, de formular las preguntas adecuadas, permanecer receptivo, comprender, no interrumpir y buscar sugerencias”. Por tanto, una buena comunicación y relación asertiva con el alumnado ayudará a asegurar su madurez y desarrollo personal (Rodríguez et al., 2021). Las habilidades sociales implicadas en el comportamiento asertivo son un conjunto de conductas aprendidas. Estas permiten un manejo interpersonal adecuado de situaciones sociales, ampliando estrategias de afrontamiento a los problemas diarios (Vargas y Miranda, 2016). Una definición de comportamiento asertivo es aquella conducta que expresa los sentimientos y pensamientos de una persona de manera honesta sin herir los de los demás, y que normalmente alcanza su objetivo (Vargas y Miranda, 2016). Pero no solamente afecta al emisor al conseguir una mayor habilidad comunicativa de sus ideas y emociones, sino también a los interlocutores, intentando frenar comportamientos agresivos. Ser asertivo también implica tener un control de las emociones ante diversas situaciones. Por tanto, acorde a Vargas y Miranda (2016) y Castillo–Abdul y Romero-Rodríguez (2019), la asertividad juega un papel fundamental en el manejo de las habilidades sociales en contextos y situaciones donde se tienen que exponer opiniones, sentimientos y formas de pensar. Para que una comunicación asertiva funcione, es importante que emisor y receptor la estén aplicando. Castillo– Abdul y Romero-Rodríguez (2019) remarcan que, en el caso de las relaciones laborales, surge una limitación: la jerarquía. Y en las relaciones grupales, las “opiniones mayoritarias”, que silencian a los divergentes por temor a quedar excluidos del grupo. El tipo y grado de asertividad de un individuo le permite la expresión de opiniones, de deseos y de sentimientos. Además, le facilita la defensa de derechos e intereses propios, la gestión de las críticas tanto positivas como negativas, el aceptar o rechazar peticiones, el ejercer el respeto propio y hacia los demás, ... Tanto en el ámbito laboral como en el educativo, para medir el grado de asertividad, puede utilizarse la Escala Multidimensional de Asertividad (EMA), que es un modelo de escala Likert compuesto por cinco variables: sociodemográfica, persona en la interacción, contexto situacional, contexto psicológico y personalidad, para dar respuesta a las tres dimensiones en que se estructura este cuestionario: No Asertividad (considerándose como no asertivo, la inhabilidad del individuo para tener enfrentamientos directos cara a cara con otras personas en situaciones cotidianas), Agresividad y Asertividad (Vargas y Miranda, 2016; Martín y Fernández, 2023).

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