45 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 33 - MARZO 2024 generalmente la integración escolar y el estatus de “malo” o “incapaz” acentúan la alteración de la autoestima (Lemay, 1994). Por lo que se refiere al marco escolar, un concepto clave es la “aceptación en el grupo de pares” (peer acceptance), esto es, el grado en el que un niño o adolescente es aceptado socialmente por sus compañeros. Cuando un individuo tiene una autoestima extremadamente baja, no importa lo que haga, jamás se sentirá parte del grupo. No obstante, no se trata de una nueva problemática, sino que, con la irrupción de las redes sociales en la sociedad actual, este fenómeno ha aumentado considerablemente y es más palpable que nunca. La infancia y la adolescencia constituyen etapas en las que el ser humano comienza a evaluar con plena consciencia los contrastes existentes entre la imagen que proyecta hacia el exterior y la verdadera opinión que tiene acerca de él mismo. En consecuencia, los niños y adolescentes en la actualidad se ven obligados a crear una identidad perfecta en las redes sociales. Y esto último ha añadido un grado extra al ya extremadamente complejo proceso de construcción de la identidad en la adolescencia, habida cuenta de que los perfiles virtuales no suelen representar a una persona tal y como ella se percibe (Ehmke, 2018). Consecuencias En lo concerniente a las repercusiones a corto plazo, la ansiedad será claramente la principal y más inmediata de todas las consecuencias concebibles. A pesar de todo, hay que destacar que, en tal sentido, no se debería hablar de un tipo de ansiedad primaria o pura. La ansiedad en su forma más primitiva surge como una forma de autodefensa frente a una potencial amenaza para la vida o la integridad física del individuo. En cambio, en la época actual, la ansiedad se ha transformado en una emoción subjetiva que depende de las propias percepciones, creencias y, sobre todo, del miedo al fracaso. Así pues, con vistas a establecer el concepto con más precisión, se debe hacer referencia a la expresión “ansiedad de rendimiento” (Langlois, 2018). A propósito del impacto a largo plazo del SI, este sentimiento de impotencia empuja a las personas afectadas a demostrar menos perseverancia frente a los obstáculos, a desvincularse de sus periplos educativos e incluso, a escoger estudios y carreras significativamente inferiores a las capacidades intelectuales que manifiestan duchas personas (Chayer, 2018). Es más, ya en contextos universitarios, existe una nítida asociación entre esta percepción de engaño y el preocupantemente elevado número de casos de burnout y suicidios en campus estadounidenses (Maqsood et al., 2018). Aplicación docente Antes de pretender prestar apoyo a los susodichos “impostores”, se debe resaltar que la verdadera dificultad reside en la adopción de nuevas creencias, en tanto que estas entrarían en contradicción directa con las antiguas convicciones, frecuentemente concebidas y establecidas en la infancia (Chassangre y Callahan, 2017). De esta manera, conviene percatarse de que, para restructurar un caso de SI, no es posible establecer fases o fechas, sino simplemente vivir el día a día de la mejor manera posible. No solo porque se trata de alumnos extremadamente exigentes con ellos mismos, sino porque el SI tiende a manifestarse en diferentes momentos de la vida. Según los resultados obtenidos en varios proyectos piloto, las técnicas de role-playing y el simple hecho de compartir con el resto de los compañeros las experiencias propias de impostura ayudan a mitigar la angustia producida por el SI (Lee et al., 2020). Por ese motivo, durante las horas de tutoría, sería pertinente organizar charlas y debates en los que los alumnos podrían escribir sus preocupaciones para exponerlas posteriormente, en público, y recibir consejos por parte de los compañeros. Asimismo, en relación con las técnicas de simulacro, resultaría constructivo, además de estimulante, representar situaciones o escenas concretas de la vida real, en las que cada alumno encarnaría un papel concreto. Con ello, las conclusiones extraídas de estas dramatizaciones serían mucho más enriquecedoras. Con el fin de aprovechar cada instante, resultaría oportuno que el tutor o profesor centrara las actividades en torno a diez ideas fundamentales: • Ruptura con el mito de la perfección. La noción de “perfección” para los alumnos suele convertirse en un pretexto que utilizan para no hacer nada. Los alumnos tienden a pensar que, la perfección es el único objetivo, pero, al mismo tiempo, consideran que la perfección no es alcanzable. Consecuentemente, la conclusión que extraen es que no merece la pena ni intentarlo. Por ello, será esencial promover la idea de que la vida consiste en dar lo mejor de sí mismo sin pretender acceder a la perfección. • Fin de las supersticiones. Como ya se ha descrito previamente, los supuestos “impostores” tienden a crear supersticiones desde la infancia y, ya en la adolescencia, dichas supersticiones están firmemente asentadas entre sus creencias más arraigadas. Para avanzar, será vital acabar con las viejas convicciones. • Reconocimiento de las habilidades únicas de cada uno. Será imprescindible, primero, identificar los aspectos positivos de cada alumno y, segundo, subrayar la importancia del desarrollo de cada uno de esos aspectos para conseguir aumentar la autoestima de los alumnos. • Apreciación de los logros ya obtenidos. Es indispensable echar la vista atrás y ver lo que se ha logrado ya, y, por ende, los alumnos ven que han alcanzado ya objetivos por los que deberían sentirse orgullosos de ellos mismos. Esto dará fuerzas a los alumnos para continuar superándose.
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