10 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 32 - DICIEMBRE 2023 siasmo e ira; desconocen el amor, la compasión, la generosidad, la angustia, etc.); como rasgos principales. En la tabla 1 figuran los rasgos de personalidad que maneja Marietan (1998) en su descriptor para poder dilucidar si una persona es (o no) psicópata. El autor ordena estos rasgos en tres grupos (A, B y C) y en trece rasgos o acciones psicopáticas, añadiendo algunos ejemplos aclaratorios de manera sinóptica. Conviene señalar de manera clara e inequívoca que un psicópata no es un enfermo mental. No se trata de una patología sino de una forma especial de ser. Todo psicópata es así desde su nacimiento. Los rasgos de esta personalidad diferente se manifiestan en la infancia, se acentúan en la adolescencia y se despliegan plenamente en la adultez. Un psicópata adulto es inmodificable, lo que en modo alguno significa que sea incorregible. De hecho, todo psicópata amolda su comportamiento a las circunstancias, al igual que hacemos las personas comunes. Pero un psicópata adulto ha adquirido infinidad de sistemas y argumentos que prueban a sus ojos de manera fehaciente que es superior a todos; sistemas que lo afianzan en su firme convicción secreta de ser totalmente superior a los demás. Tiene infinidad de bucles mentales para llegar a esa conclusión placentera, bucles férreos que le permiten autojustificar sus actos y desplegar estrategias eficaces para confundir, engañar, entorpecer, intimidar, chantajear, esclavizar, depravar, entre otras muchas, sin ser descubierto (muchas veces ni siquiera por sus víctimas más evidentes). Cada psicópata lo hace a su manera, pues, aunque todos los psicópatas presenten los mismos rasgos, desarrollan necesidades especiales diferentes, de manera que cada uno despliega estrategias distintas y solo las manifiesta cuando su accionar psicopático le satisface y cree que va a quedar impune. Los psicópatas sólo se quieren a sí mismos. No quieren a nadie más. Son unos enormes egoístas (aunque lo sepan disimular en su puesta en escena habitual). Son ególatras. Al sentirse superiores, cosifican, es decir, consideran a los demás herramientas (cosas más o menos útiles a sus intereses). La sensación de superioridad que tienen les lleva a la búsqueda del poder por el poder; poder en sentido amplio (ya sea poder político, poder económico, poder social, poder legislativo, poder religioso o poder familiar). Su accionar y sus razonamientos nos resultan del todo incomprensibles en sus fases psicopáticas, pero - al mismo tiempo - sus comportamientos resultan completamente normales y ajustados a las personas comunes la mayor parte de las veces. Incluso se muestran encantadores cuando quieren y con las personas elegidas, lo cual nos deja perplejos. Los psicópatas no están locos. Si delinquen lo hacen a sabiendas, con plena conciencia de sus actos por lo que son plenamente imputables. Siempre resulta difícil acercarse al concepto de psicopatía pues nos cuesta mucho concebir la idea misma de que pueda existir este tipo de personas. Hay tres motivos por los cuales solemos ser ciegos ante su presencia: 1. Nuestra empatía (como seres humanos) nos induce a pensar que todos somos iguales o semejantes. 2. La capacidad innata y entrenada que tienen los psicópatas para mimetizarse entre comunes los camufla casi a la perfección, salvo contadas excepciones. 3. Nuestra necesidad de buscar y encontrar líderes a los que seguir (como seres sociales y gregarios que somos) colabora eficazmente en nuestra ceguera. Bueno es acudir en clase a ejemplos ilustrativos extraídos de noticias actuales, pues ayudan a centrar la atención de nuestros alumnos. Encontrar ejemplos de acciones psicopáticas graves (apartado C de la Tabla 1) es, por desgracia, muy sencillo. Este tipo de actos delata a un psicópata oculto que pasa a ser un psicópata forense de la noche a la mañana. Algunos de estos casos, los más extremos, se convierten en noticias de primera plana y nos vienen a la memoria enseguida. No parece necesario concretarlos aquí. También existen buenas películas que retratan a psicópatas forenses. Algunas están basadas en novelas y otras en casos reales (El silencio de los corderos (1991); El Ángel (2018), por citar solo dos ejemplos, el primero novelesco y el segundo real). Menos sencillo resulta mostrar buenos ejemplos de psicópatas ocultos que los alumnos sepan identificar fácilmente, pues los rasgos a estudiar son aquí más sutiles y requieren de un análisis detallado (Tabla 1, apartados A y B). Cabe seleccionar escenas concretas y reveladoras de películas en donde aparezcan psicópatas ocultos retratados con precisión. Mencionemos algunas: En Wall street (1987) aparecen dos psicópatas que se asocian en pos de dinero. Descuida, yo te cuido (I care a lot, 2020) retrata a dos psicópatas con actividades amorales muy diferentes que, tras competir vilmente entre sí, se asocian para la consecución de un mismo objetivo. El vicio del poder (Vice, 2018) está inspirada en un caso real. Describe a un político carismático psicópata en USA. En tierra hostil (The hurt locker, 2008) aparece un psicópata integrado, jefe de unos artificieros durante la guerra de Irak. Se trata de casos relativamente fáciles de interpretar: estamos ante psicópatas que buscan el poder y/o la tensión extrema. El clan (2005) describe la manipulación y el ambiente psicopático siniestro que provoca un sol negro en la familia. Está basada en un caso real que termina en graves delitos. Más complejos resultan los casos que retratan la manipulación sistemática silenciosa de un psicópata (El ángel azul (Der blaue Engel, 10 Pequeño glosario y aportaciones del decálogo. Disponible en https://psicotemibles.weebly.com 11 Al respecto recomendamos dos: La entrevista de Eduard Punset a Robert Hare en el célebre programa Redes de TVE del año 2013: https://www. youtube.com/watch?v=h2wYybxlOf0 y una conferencia de Hugo Marietan dictada en 2017: https://www.youtube.com/watch?v=tLhSXLKA3Ao.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY1NTA=