RDD-N31-Septiembre-2023

18 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 31 - SEPTIEMBRE 2023 formes y pasa largas jornadas en despachos sin contacto con nada más que su propio ego, no gusta en absoluto. Pero estos monstruitos son importantes, y mucho, y merece más que la pena rescatarlos de un inminente olvido para que sigan transmitiendo sus enseñanzas a los más pequeños, y a los mayores nos recuerden el sentido de seguir creyendo en todas esas otras cosas que, aunque no se vean, ahí están. Jesús Callejo, uno de los mayores expertos en folclore, tradiciones y leyendas de nuestro país, identifica sabiamente los motivos por los que estas figuras legendarias aparecieron y llegaron a formar parte de nuestro acervo cultural. Asimismo, señala la profunda necesidad de reparar el daño causado por su ausencia, no para continuar atemorizando gratuitamente a los niños, ni para criarlos en la idea de que en todas las oscuridades acechan peligros, sino para todo lo contrario: hacerlos depositarios de la tradición y transmitirles el mensaje oculto que se encuentra tras el rastro de estas criaturas fabulosas. Es así que Callejo (1998) proporciona una serie de pistas sobre los orígenes de este tipo de criaturas que han venido desde otros mundos para quedarse en el nuestro, generación tras generación y, en primer lugar, indica que en el origen de buena parte de estos seres se encuentra algún suceso histórico especialmente traumático por el que una colectividad o una sociedad ha tenido que pasar, el cual ha dejado secuelas psicológicas en forma de las imágenes de invasores, tiranos y degenerados que tanto daño causaron a los suyos. Tras sucesos de esta índole, la conciencia global se puebla de ideas soporíferas mediante las cuales llenar los terrores nocturnos infantiles. Normalmente, tras periodos de guerras o ataques entre distintos pueblos, se concatenaban las circunstancias óptimas para convertir a los enemigos en los ogros de turno, como ocurrió en la península con los “moros” o, incluso, con los agotes. Buena parte de la explicación de esta demonización de determinados colectivos o etnias, amén de sustentarse en conflictos y momentos negros de la historia, se encuentra también en el recelo al que es visto como diferente, al “otro”, al extranjero, de modo que cualquier individuo que tenga procedencia lejana o ascendencia imprecisa puede ser un buen fichaje para hacer las faenas propias de asustador de niños. En efecto, la palabra “ogro” se cree que comenzó a emplearse fundamentalmente para designar despectivamente a todos aquellos que se salían de la “normalidad”. También, los orígenes de determinados seres fantásticos o mitológicos pueden rastrearse hasta las antiguas creencias paganas, cuyo poder se circunscribía a un determinado territorio en el que se aparecían, pues eran sus protectores, y por el que nadie debía pasar bajo ningún concepto. Los entes de la naturaleza, además, poblaban los bosques y montañas como si de espíritus guardianes se tratase, y abundaban las historias sobre niños secuestrados por las hadas y suplantados por otra criatura feérica de similares características para poder encajar en dicha farsa. Por otra parte, personajes reales como la Guardia Civil o el practicante del pueblo han sido convenientemente empleados para disuadir a los más pequeños en sus travesuras. Y lo mismo ha ocurrido durante muchos años con los vecinos que sufrían de alguna enfermedad o deformidad física, haciendo que los cojos, locos, jorobados o tuertos se convirtieran, injustamente, en candidatos perfectos para hacer aparición en las peores pesadillas. El lugar de los asustaniños dentro del elenco de seres fantásticos Seres extraordinarios hay muchos, y para muestra un botón: fantasmas, sirenas, gigantes, ninfas, serranas, lamias, tarascas, gnomos… y la tradición española, con uno de los legados más ricos dentro y fuera de Europa, da buena cuenta de ello. En todas las Comunidades Autónomas tenemos un generoso listado de criaturas de lo más variopintas que han conseguido perdurar en la memoria de las gentes. En algunas parece que no ha pasado el tiempo y lucen igual de frescas en lo que a su significado, apariencia y hábitos se refiere. Otras, en cambio, han ido metamorfoseándose y adaptándose a los nuevos tiempos, desde el lavado de cara que hubo de darles a través de la óptica cristiana, hasta los cambios que han sufrido por mezclarse con las leyendas de otros lugares. Dentro de este riquísimo repertorio encontramos a los asustaniños, cuyas características difieren del resto de criaturas míticas y que conviene apuntar, aunque sea someramente, para que no se difuminen entre la bruma de las ideas vagas con las que la mayoría de la gente identifica a estos personajes.

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