13 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 31 - SEPTIEMBRE 2023 tuno en las sesiones dispuestas según los objetivos fijados (Martínez, 2008). En cada experiencia se debe determinar qué se quiere trabajar, qué tipo de contenido curricular, actitud, capacidad, destreza, habilidad y/o valor se quiere obtener tras las sesiones del programa según las necesidades que presentan los alumnos en el aula para poder dar paso a la determinación de los objetivos, los cuales son escogidos por el tutor y los especialistas del curso para cumplir con los criterios establecidos. Todos los expertos que median en la intervención, ponen en marcha un seguimiento para contextualizar la propuesta pedagógica y tener presente la evolución de la programación, si esta siendo positiva o requiere de modificaciones. La estructura de cada sesión en la propuesta de intervención educativa con animales debe seguir una organización y planificación muy clara y particular. Encontramos un primer momento donde los escolares y el animal tienen que encontrar un punto de conexión para poder trabajar de forma conjunta y que se puedan entender, siempre buscando su comodidad, a partir de la relajación o de una asamblea inicial. Seguidamente, se comienzan a proyectar los contenidos seleccionados presentados en forma de juegos y actividades lúdicas donde el animal tiene un especial protagonismo. Se cierra la sesión con la desconexión final, un momento de vuelta a la calma y despedida donde se aprecia el vínculo que se genera entre el grupo y la mascota. Los docentes antes de escoger este tipo de intervención nos podemos preguntar: ¿y de qué maneras puede colaborar el animal en las peculiaridades de mi aula y en los rasgos individuales de cada alumno? Así, Fatjo y Vilanova (2003) determinan que es el perro quien puede ayudar a alcanzar los procesos de aprendizaje mediante apoyo visual y aproximación a los contenidos por medio de una representación y manipulación, complementando la enseñanza del aula rutinaria con la educación asistida. Acompaña también a generar enlaces y ser anexo para que los estudiantes comprendan mejor ciertas nociones más complejas y obtengan un acercamiento tanto global como fragmentado del contenido que están trabajando. El animal también puede participar en la ejecución de la tarea aportando un punto de encuentro y de realidad como, por ejemplo, en el caso de provocar mayores relaciones sociales para fomentar la reflexión individual y colectiva, reducir la impulsividad y que los alumnos puedan sentirse más seguros e independientes. El juego como principal estrategia pedagógica Cualquier periodo de aprendizaje puede estar acompañado por el juego como estrategia de desarrollo íntegro y funcional de cada escolar. Dentro de la educación asistida con animales, es un instrumento esencial para poder unir al niño y a la mascota de manera natural y sin condicionantes, permitiendo al equipo docente la función creativa llevada al aula para mantener la motivación de su alumnado a través del juego. Con la ayuda del perro, conociendo las etapas del desarrollo del infante y partiendo de la gamificación, podemos lograr en esta propuesta pedagógica acompañar a los escolares tanto en su evolución natural como en el impulso de la comunicación y vínculo real con el animal, provocando una aceptación, integración y permanencia social (Doménec, 2013). Dentro de un entorno gamificado podemos emplear en las sesiones el denominado juego de construcción como es el caso del puzle con una imagen que identifica o asocia a la mascota. Mediante la unión de cada pieza, el alumno va integrando el concepto del perro, sus partes y características en un primer acercamiento.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY1NTA=