58 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 29 - MARZO 2023 nocimiento al desarrollo de habilidades sociales, creatividad, curiosidad, cooperación, resolución de conflictos, asertividad, solidaridad y comprensión mutua (Cerdas, 2013). En este sentido, el individuo se forma para que aplique en todas las áreas de su vida relaciones armoniosas, conscientes y en búsqueda de soluciones. En este enfoque es central, además, la formación pacifica para hacer valer los derechos. El diálogo y el consenso se vuelven pilares fundamentales en la educación para la paz (Lira, Vela y Vela, 2013). Por último, Ruiz y Romero (2018) hablan de tres núcleos temáticos que orientan la Educación para la paz: la integración del diferente cultural; la justicia y la solidaridad; y el cuidado de la casa común. Tal como ya se ha mencionado es una visión de la educación como integradora que respeta las diferencias basadas en la cultura y en las prácticas heterogéneas. Por tanto, más bien se habla de acciones violentas el incorporar a todas las poblaciones en un mismo orden social. Los grupos poblacionales, además, tienen historias distintas, que deben ser tomadas en cuenta en la pedagogía. Se deben reestablecer los vínculos afectivos, la responsabilidad que se tiene frente al otro y la solidaridad. Por último, el equilibrio con el ambiente, ya que el problema ecológico afecta todas las actividades humanas, este es un problema ético moral, implica cambiar el estilo de vida de la civilización. Modelo educativo para la paz Existen diversos modelos para la paz y la resolución de conflictos, que van desde las posturas más tradicionales hasta los nuevos enfoques que surgen con la búsqueda por cumplir los Derechos Humanos y la aplicación de las pedagogías del oprimido. Donde encontramos como modelos centrales la educación para la paz, la integralidad y la mediación educativa. Estos tres aportan sustancialmente en una metodología de la praxis y donde toda la comunidad educativa interviene, en función de una transformación social y cultural, individual y colectiva para la paz. Primero, según Martínez y García (2001) la educación para la paz como modelo se basa en la acción educativa de esta forma se relaciona con las metodologías de acción social. Se parte de que la educación esta permeada por los preceptos ideológicos de la sociedad y la cultura, por tanto, puede llegar a estar dentro de las dinámicas violentas. Como solución se plantea que la educación debe tomar una postura crítica, sujeta a un compromiso transformador y acorde con una perspectiva de convivencia y se convierta en un modelo capaz de romper con la cultura violenta. Siguiendo la línea teórica de Paulo Freire este es un proceso liberador, reflexivo y autodeterminador (Martínez y García, 2001), a su vez, cuando se educa para la paz, también se educa para el conflicto, pues, en este proceso se proporcionan herramientas para enfrentar pacíficamente el conflicto. En esta línea, de acuerdo con Amar (2020, 60) se utiliza una metodología ligada al conocimiento empático y de comprensión para romper con la forma tradicional unidireccional y bancaria. En este sentido, Álvarez y Pérez (2019) establecen que en la educación para la liberación se ha partir de un proceso por el cual la sociedad facilita el crecimiento de las poblaciones y grupos, se busca contemplar una visión más amplia de la vida, así, el ser humano individual se autocomprende en sociedad, en este proceso, también se da el desarrollo de la autodeterminación del ser. De este modo, el ser humano se interrelaciona con la comunidad y la cultura. La educación se concibe como un proceso que consiste en la transferencia, reproducción, producción, apropiación y resistencia de los significados culturales, expresados estos en términos de saberes, pautas de conducta, normas, valores (Zayas y Rodríguez, 2019). La educación para la paz se basa en un modelo cognitivo, acentuando el conocimiento de las diversas culturas y el diálogo intercultural, la sociedad integrada y pacífica se construye en el reconocimiento de las singularidades y diversidades culturales. Pero, también, en la acogida de los grupos en toda su realidad cultural y sociohistórica (Ruiz y Romero, 2018). Este autor propone como líneas de actuación: educar en la responsabilidad; integrar el contexto como estrategia educativa; y pedagogía negativa. Esta última haciendo referencia a no pasar por alto los contextos sociales violentos, sino trabajar con base a ellos. Ahora bien, además de la educación para la paz se encuentran otros modelos educativos, que a la actualidad no han sido superados a pesar de implementar una visión tradicional de la pedagogía, como el punitivo, que se basa en el castigo y en el cumplimiento de las normas. Ante esto, se han propuesto alternativas integrales que benefician el diálogo, la comunicación y la empatía, que benefician la interrelación e integralidad entre toda la comunidad educativa y la sociedad y cultura. Glatung (1998) nos presenta cuatro modelos utilizado en la resolución de conflictos de convivencia aplicado al campo de la educación y la paz, estos modelos se explican de acuerdo con tres facetas: reparación, reconciliación y resolución. Por otro lado, la mediación educativa, a la hora de implementar un sistema de mediación escolar se debe tener en cuenta un carácter preventivo y uno educativo. El primero, se basa en la gestión de los conflictos por medio del diálogo, convirtiéndose en un modelo para la comunidad educativa. Dicho modelo se basa en la escucha, el respeto, los sentimientos de las personas e impulsa la toma de conciencia. El segundo, toma en cuenta el aprendizaje y la responsabilidad, el desarrollo de habilidades humanas y sociales. En ambos puntos, esta debe ser contextualizada, además, incorporar en los aprendizajes la escucha activa, empatía y asertividad. La mediación consta de tres herramientas de acuerdo con las teorías de Galtung, que serían: reparación, reconciliación y resolución de conflictos.
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