49 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 28 - DICIEMBRE 2022 Educación para la utopía y la metafísica Palabras clave: Intuición; Utopía; Metafísica; Tradición; Espiritualidad; Salud mental; Desarrollo personal; Neuroeducación. Abstract: Present-day Humanity has disengaged itself from the traditional questions regarding the meaning of its true existence to centre exclusively on the immediate satisfaction of its needs, as dictated by the current situation in our society. This loss of its innate and primordial, sacred, ability to communicate with superior levels can still be restored thanks to the impulse of an education that takes on intuition as a valid mean of approaching spiritual knowledge. Key words: Intuition; Utopia; Metaphysics; Tradition; Spirituality; Mental health; Personal development; Neuroeducation. La intuición como mecanismo de conocimiento MARÍA JOSÉ ROMÁN MUELA • Diplomada en Magisterio de Educación Infantil • Licenciada en Pedagogía • Directora de Formación de Campuseducacion.com • Directora pedagógica de Campus Educación Revista Digital Docente • Editora de contenido en ITEC Desarrollos Digitales, S.L. • Investigadora sobre mitología comparada, Tradición, iniciación y estudio de las religiones El hombre actual se ha desligado completamente de las cuestiones tradicionales relacionadas con el significado de su propia existencia para centrarse en exclusiva en la satisfacción inmediata de sus necesidades, tal y como dicta el canon de la moderna sociedad de nuestros días. Esta pérdida de su innata y primordial capacidad sagrada para la comunicación hacia niveles superiores aún puede restaurarse gracias al empuje de una educación que asuma la intuición como medio válido de acercamiento al conocimiento espiritual. Un mundo empobrecido, desprovisto de vitalidad y carente de significado; una forma de ser y estar sumida en una profunda crisis espiritual, abocada a la pérdida de lo transcendente en los abismos de la nueva era; y una sociedad que se balancea a merced de las corrientes del tiempo, formada por individuos considerados en su colectividad que han sido despojados de todo aquello que los hace únicos y libres. Este es el retrato de la vida que actualmente protagonizamos y que pone de manifiesto la gran masa de oscuridad a la que debemos hacer frente de inmediato si no queremos perder los últimos brillos que puedan quedarnos del reflejo de nuestra identidad. Los grandes avances que hemos experimentado en las últimas décadas posicionan a nuestro tiempo como una época prodigiosa en la que la ciencia y la tecnología han sido capaces de aumentar el nivel y la calidad de nuestra vida. Hemos sido, somos y seremos, testigos de innumerables prodigios que facilitan nuestra existencia y nos ofrecen ayuda en diversos campos y actividades. Toda una serie de modificaciones en nuestro modo de vivir que, a su vez, han incidido fuertemente en nuestras costumbres y nos han equiparado al tiempo en que nos encontramos, convirtiéndonos en entidades eminentemente digitales. Entidades que priman la inmediatez y la velocidad en la transmisión de contenidos -exentos de cualquier utilidad, a la par que provocativamente absurdos-, a la maduración y reflexión de la información desde un punto de vista crítico encaminado al crecimiento personal y profesional. Paralelo a este progreso, y de forma paradójica, los problemas personales de estos miembros de la aparentemente perfecta sociedad digital se acrecientan de manera tan silenciosa como alarmante. Cada vez son más los indicadores que apuntan al crítico estado en que la salud mental de una gran mayoría de la población se encuentra, en especial la adolescencia y juventud, colectivos donde dicho problema es más permeable debido, precisamente, a la actual cultura de la imagen, las nuevas tecnologías y la necesidad de mantener un contacto ininterrumpido con los medios y dispositivos digitales.
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