16 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 27 - SEPTIEMBRE 2022 que conoce y regula sus procesos de construcción del conocimiento, tanto desde el punto de vista cognitivo como emocional, y puede hacer un uso estratégico de sus conocimientos, ajustándolos a las circunstancias específicas del problema al que se enfrenta (Bruer, 2003). Fruto de este debate, algunos críticos han planteado la posibilidad de que se trate de una nueva moda pedagógica, sin embargo, las competencias clave se encuentran recogidas a través de la Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la educación primaria, la educación segundaria obligatoria y el bachillerato1, y de la nueva LOMLOE, la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Además, estas competencias responden a la Recomendación del Consejo de la Unión Europea de 2018, relativa a las competencias para el aprendizaje permanente, y emanan de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. De esta manera, parece claro que el debate sobre el aprendizaje basado en competencias continúa abierto, pero, a pesar de esto, es indudable que el mundo ha experimentado cambios fundamentales en las formas de vivir, aprender y relacionarse. Con el fin de enfrentarse a todos estos retos, el mundo educativo ha ido asumiendo y extendiendo en su seno el término de competencias como un intento de lograr la igualdad de oportunidades a través de la educación para que la ciudadanía adquiera por igual las herramientas necesarias para su pleno desarrollo personal, social y profesional en un mundo globalizado. La integración de las competencias clave en el currículo escolar Las competencias clave representan una oportunidad para replantear y trabajar los contenidos propuestos en el currículo escolar de una forma totalmente diferente a la habitual. En este sentido, los distintos organismos y foros internacionales a nivel educativo3 insisten en la necesidad de avanzar hacia una educación basada en la adquisición de las competencias clave por parte de todo el alumnado. Convertir esta renovación pedagógica que representan las competencias en una realidad es un proceso complejo. Para que sea posible es necesario un proyecto de centro que esté sustentado en las necesidades y características del entorno social y cultural en el que está enmarcado con el fin de garantizar un aprendizaje real y significativo. Además, es fundamental que este proyecto contemple la atención a la diversidad, la acción tutorial, el respeto y la inclusión como valores fundamentales. Se trata de crear un ambiente en el que el alumnado no solo reciba información, sino que también la investigue, la contraste, la experimente y se sienta capaz de comunicar sus hallazgos y dificultades a los demás (Escamilla-González, 2015). En este sentido, diversos especialistas, como Zabala y Arnau (2014), señalan que la integración de las competencias clave en el currículo escolar supone asumir dos retos: por una parte, la ampliación de los contenidos de aprendizaje relacionados con el saber hacer, el saber ser y el saber convivir; y, por otra, que los aprendizajes no se reduzcan a la memorización, sino que se puedan aplicar en situaciones o problemas cotidianos en la vida. Por tanto, en base al trabajo de tantos autores, podemos señalar que las competencias representan una revolución en sí mismas, ya que proponen un aprendizaje funcional en el que es preciso estimular la trasferencia de lo aprendido en la escuela a la vida real, de forma que el alumnado pueda utilizarlo para solventar cualquier tipo de situación que se le presente, lo que significa un cambio de paradigma en el mundo educativo. ¿Cómo incorporar las competencias en la práctica docente? Llegados a este punto, nos surge una pregunta: ¿de qué modo podemos abordar las competencias en el aula para asegurarnos de que, al final de su escolaridad, nuestros estudiantes sean realmente personas competentes? Existen diversas maneras de trasladar las competencias del currículo a la programación de aula que nos permitan volver a conectar al alumnado con la escuela, entendida como un estímulo para su crecimiento y desarrollo, pero la más importante es convertir la escuela en un lugar donde el alumnado deje de ser un sujeto pasivo para convertirse en un componente activo de la sociedad. Para que este giro copernicano sea posible tenemos que olvidarnos de una enseñanza basada en la memorización de conceptos para apostar por una enseñanza de competencias, procesos y 1 El aprendizaje competencial no es un fenómeno pedagógico único del ámbito europeo, ya que la UNESCO (1996) estableció unos criterios precursores para el desarrollo de una enseñanza basada en competencias que garantizara el aprendizaje permanente de la ciudadanía del siglo XXI. 2 Esta orden recoge la definición de las competencias clave, pero su importancia reside en que también incluye algunas recomendaciones acerca de cómo incluirlas en el currículo.Con la nueva LOMLOE y la última Recomendación de 2018, pasará a ser actualizada. 3 Desde los años 90 se han desarrollado diversos estudios sobre la educación competencial, pero uno de los trabajos más importantes para la práctica docente es el compendio Competencias clave para el aprendizaje permanente – Un marco de referencia europeo: http://eur-lex.europa.eu/ LexUriServ/site/es/oj/2006/l_394/l_39420061230es00100018.pdf
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY1NTA=