RDD-N21-Marzo-2021
12 ISSNe 2445-365X | Depósito Legal AB 199-2016 Nº 21 - MARZO 2021 trarle la verdad de su enfermedad o de su estado, pues la verdad so- bre la muerte resulta incómoda. Como vemos, el cambio de actitud ha evolucionado desde una norma- lización, donde se ha visto la muerte como elemento natural de la vida del hombre, hasta un momento en donde se procura no hablar de ella porque provoca pavor. En efecto, el hombre actual se ha propuesto hasta tal punto no hablar de la muerte, que intenta reprimir cualquier signo de dolor que sea visible para los demás. El hecho de reprimir este dolor puede ser causa de un dolor más agudo vivido inte- riormente, a nivel emocional. Lo que es preciso trabajar desde el ámbito educativo es una visión de la muerte normalizada, que pueda ser asumida y tenida en cuenta como un aspecto natural de nuestra vida y para la cual debemos estar prepara- dos convenientemente. Perspectiva estoica sobre la muerte Una vertiente importante que nos ayudará a comprender la muerte como un acontecimiento natural y a sobrellevarla con paz y aceptación es la filosofía estoica. Los estoicos pensaban que estaban en este mundo porque su misión era cumplir con un deber en la sociedad. Al no tener miedo al castigo corpo- ral ni a la muerte, su visión sobre el hecho de ser castigados no los desanimaba. Para el hombre actual, esta actitud ante la muerte no puede comprenderse. Para los estoicos, la actitud fundamental es frente a la vida. Si la vida es aprovechada con todo lo que ella ofrece, merece la pena morir una vida bien vivida. Y voy a seguir filosofando, aunque ten- ga que morir mil veces. Y si me dijesen que me van a liberar con la condición de que no continúe filosofando, yo les con- testaría lo siguiente: Mis queridos ate- nienses, los quiero y los respeto, pero obedeceré a mi dios (daimon) antes que a ustedes. Y no dejaré de filosofar”. Só- crates, imperturbable, toma el vaso de [cicuta], lo vacía de un trago, y le dice a sus amigos, que sollozan: “No, amigos; hay que concluir con palabras de buen augurio: permanezcan siempre serenos y fuertes”. Cuando empezó a sentir los efectos del veneno, se acostó (…) y poco después estaba muerto. (Platón). La filosofía estoica podemos focali- zarla en cuatro ideas principales: • Medita sobre la muerte para orde- nar tus prioridades • Aprovecha el tiempo que te queda • Vive el momento presente • El miedo a la muerte es peor que morir Perspectiva cristiana sobre lamuerte No sólo los autores clásicos nos hablan de la necesidad de pensar en la muerte, por supuesto los autores cristianos y también el arte nos lo re- cuerda a cada instante en sus obras. Desde una concepción cristiana, considerar la muerte no es algo ne- gativo, pues las ventajas que nos reporta el pensarla no sólo son de carácter penitencial, sino también de crecimiento espiritual. Es decir, pen- sar en la muerte causa dolor, pero también alegría, pues ella no es el paso definitivo del hombre en este mundo, sino que es sólo un tránsito. Sin embargo, la humanidad por des- conocimiento o ignorancia sigue sin considerar los bienes que le reporta dicho pensamiento, pues si lo hicie- ran no se recrearían, siguiendo la terminología platónica, tanto en los bienes sensibles, cuanto en los bie- nes espirituales o, según Platón, en aquellos que participan más directa- mente del mundo de las ideas. La consideración de la propia muer- te por parte del hombre en su día a día nos lleva a considerar otro punto no menos importante, que es el va- lor del tiempo, el tiempo de nuestra vida, esa de la que conocemos el inicio, aunque en su momento no tuviéramos conciencia del mismo, y de la que no conocemos el final. Mientras el hombre tiende a prescindir en sus perspectivas de la muerte como acontecimiento propio, a quitársela de la vista, Jesús se esforzó por que la tuviésemos siempre presente en el ho- rizonte: Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre (Lc 12,40). Es la adverten- cia dirigida a todos en la parábola de las vírgenes necias, y la misma espera vigilante a la que se refiere San Pablo “al atardecer de la vida me examinarán del amor”. Y es que la muerte nos re- cuerda que no somos autosuficientes (Ruiz, 2002). El valor del tiempo guarda rela- ción con el tiempo de la vida y con la muerte en sí misma, pues en la medida que vamos viviendo día tras día, debemos descontar esos días de nuestra existencia, de manera que el tiempo que nos queda es in- cierto, de donde se infiere que, al no saber el tiempo que nos queda, pues nos puede llegar la hora suprema en cualquier instante, debemos, con más razón estar más preparados para ese instante.
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