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Simulación en el Ámbito Educativo

Una forma práctica de aprender

Resumen: La simulación es una estrategia metodológica que está en auge desde finales del último siglo. Son múltiples los beneficios que otorga esta estrategia que cada vez se utiliza en más y diferentes ámbitos educativos a pesar de ser un recurso que inicialmente surgió en las Ciencias de la Salud. La simulación es una forma de favorecer el aprendizaje a los alumnos, los cuales son el eje central ya que, mediante la retroalimentación tanto del docente como de sus compañeros, construyen su propio aprendizaje. Es fundamental para los profesionales educativos estar al día con respecto a nuevas metodologías, como es el caso de la simulación, para adaptar los escenarios formativos a las nuevas realidades y conseguir una mejora educativa.

 

Palabras clave: Simulación; Nuevas metodologías docentes; Estrategias metodológicas; Constructivismo; Aprendizaje significativo; Motivación.

 

Abstract: Simulation is a methodological strategy that has been on the rise since the end of the last century. This strategy has many advantages and is increasingly used in many different educational fields. It should be noted, however, that its first use was in the health sciences. It is a way to promote the learning of students who are the central axis and through the feedback of both the teacher and his colleagues build their own learning. It is essential to be updated in terms of different methodologies such as simulation and adapting scenarios to make it quality.

 

Keywords: Simulation; New teaching methodologies; Methodological strategies; Constructivism; Meaningful learning; Motivation.

SIMULACIÓN EN EL ÁMBITO EDUCATIVO

La simulación está presente en nuestro día a día y en el de los alumnos. Esto es así puesto que las Tecnologías de la Información y Comunicación han puesto en desarrollo desde hace varios años una realidad virtual basada en la simulación sobre todo en el ámbito de los videojuegos. Si bien es cierto que en el área educativa no se ha instaurado con tanta magnitud, existen evidencias que demuestran que esta forma de aprendizaje tiene múltiples beneficios tanto para el clima del aula como para el aprendizaje de los alumnos (Rodríguez, Aspiazu, Magallón y García, 2021).

La introducción de un enfoque didáctico innovador que fusione la enseñanza de conceptos teóricos con habilidades prácticas o clínicas a través de la simulación fomenta una interacción más profunda entre los estudiantes y facilita la adquisición de competencias adicionales. Este método no solo promueve una educación integral, sino que también potencia el aprendizaje a través de la experiencia simulada (Bravo y Valle, 2018).

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Simular significa representar algo fingiendo o imitando lo que no es. La simulación se produce por la necesidad de observar otras opciones de operación posibles ante una situación determinada; es, por tanto, una metodología educativa basada en la tecnología que reemplaza las experiencias directas con experiencias supervisadas, las cuales recrean de forma precisa e interactiva situaciones del mundo real. Estas experiencias fomentan el aprendizaje en una variedad de contextos prácticos, lo que facilita la toma de decisiones ante imprevistos o contratiempos, fortaleciendo la capacidad reflexiva sobre las acciones realizadas.

La simulación en educación permite experimentación y el desarrollo de habilidades en los alumnos al acercarlos a contextos similares propiciando la confianza y seguridad necesarias para asumir determinadas experiencias, así como la comprensión del conocimiento de manera práctica mediante un trabajo de aproximación a la formación y el desempeño de las funciones (Ledo, Martínez, Monteagudo y Bravo, 2019).

Situando la simulación

El inicio la metodología de simulación está principalmente en los estudios de la rama sanitaria. Desde los inicios de la enseñanza médica, los estudiantes han aprendido las técnicas y procedimientos médicos a través del contacto con los pacientes. No obstante, la práctica pre-profesional, es decir, la encontrada en las universidades o en los centros especializados, ha estado envuelta en continuos cambios para ajustarse a políticas generales de ética y de seguridad por parte de las instituciones encargadas de este tipo de formación, por lo que en los primeros años de los estudios, y en relación con las políticas actuales, los estudiantes no acceden directamente a los hospitales, sino que se forman con la metodología de la que estamos hablando: la simulación.

Además, los pacientes, en ocasiones, evitan el contacto con los estudiantes por una falsa creencia de que podría causarles algún daño o su valoración podría ser inadecuada. Por este tipo de cosas, a finales de los años noventa se incorporaron clases prácticas a diversas especialidades médicas con el uso de simuladores estáticos para diferentes procedimientos y valoraciones. Estos simuladores se encargaron de reproducir sensaciones muy similares a las reales que escenifican entornos clínicos adversos donde el propio estudiante construye su conocimiento a partir del trabajo explicativo y vivencial, además de colaborativo, según la complejidad de la competencia clínica a desarrollar.

Los objetos de simulación, según Monroy (2014), son objetos de aprendizaje que, mediante un programa de software, intentan modelar parte de una réplica de los fenómenos de la realidad y su propósito es que el usuario construya conocimiento a partir del trabajo exploratorio, la inferencia y el aprendizaje por descubrimiento.

Es importante destacar, también, que se requiere de un mínimo de conocimientos sobre la parte operativa de software que en ciertas ocasiones puede crear un rechazo por los propios docentes y que es una forma más de incluir a las TIC dentro de las aulas. Es fundamental que tanto el docente y/o el cuerpo técnico esté en continua actualización de conocimientos y diseños de diferentes escenarios para crear posibles problemas que le puedan ocasionar a los alumnos integrando competencias pedagógicas disciplinares y tecnológicas (Bravo y Valle, 2018).

Así pues, y siguiendo a Alvarado y Pérez (2017), sabemos que la simulación también otorga una serie de competencias en los docentes, como pueden ser

 

Facilitador y guía en procesos de aprendizaje de los alumnos

Ser una de las fuentes de información y conocimiento

Adquirir la función de organizador y mediador en el encuentro del alumno con el conocimiento teórico

Asumir que entre el sujeto y el objeto de conocimiento existe una relación dinámica y nunca estática

Favorecer el desarrollo de la autonomía de los alumnos, no solo transmitiendo información sino creando una atmósfera de respeto y tolerancia en la cual entre todos construyen su propio conocimiento.

Favorecer el aprendizaje cooperativo pasando de un trabajo individual a uno grupal donde puedan discutir dar explicaciones y organizar sus conocimientos procesando la información.

Aprendizaje basado en la simulación

Como comentábamos anteriormente, cuando hablamos de simulación estamos haciendo referencia a algo fingiendo o imitando lo que no es. En el ámbito de la salud consiste en introducir a un estudiante en un ambiente que puede imitar algún aspecto de la realidad clínica, sometiendo a los profesionales sanitarios a entrenamientos que recrean condiciones reales en las que llevar a cabo su labor. Los escenarios y las metodologías empleadas, por tanto, variarán según las habilidades que necesiten desarrollar.

Es importante destacar que este tipo de entrenamiento siempre incluye una sesión de retroalimentación en la que tanto estudiantes como profesores analizan la actividad realizada, identificando puntos fuertes, áreas de mejora y promoviendo la interacción con otros compañeros. En resumen, la simulación va de la mano con un pensamiento reflexivo y crítico que profundiza en los aspectos básicos y clínicos del aprendizaje.

Estos simuladores clínicos pueden clasificarse según el tipo de competencia que se desarrolla, ya sea técnica o no técnica. En el caso de las competencias no técnicas, se incluyen habilidades como la comunicación con el paciente o la toma de historias clínicas, mientras que las competencias técnicas abordan la resolución de problemas relacionados con procedimientos y técnicas específicas para tratar ciertas patologías.

Es esencial comprender el concepto de fidelidad, que se refiere a la similitud del modelo con la realidad, independientemente de la complejidad tecnológica utilizada. El grado de realismo será distinto según el entorno del equipo y la percepción del participante, y puede clasificarse en fidelidad baja, intermedia o alta.

La simulación clínica es una herramienta metodológica que permite a los estudiantes experimentar situaciones similares a eventos reales de atención médica para practicar, aprender, evaluar, probar y comprender sistemas o acciones humanas. Se aplica en una amplia variedad de áreas de la salud, como la toma de decisiones clínicas, la comunicación, el trabajo en equipo, la realización de procedimientos técnicos y la optimización de procesos asistenciales. El interés en la simulación clínica ha ido en aumento durante años en todos los niveles de educación en salud, desde pregrado hasta posgrado.

Es fundamental que los instructores o docentes fomenten un entorno donde los alumnos se sientan seguros para expresar abiertamente conductas de aprendizaje reflexivo, discutiendo soluciones nuevas o ideas diferentes sin temor a críticas negativas. Este aspecto es crucial en el contexto de la simulación en ciencias de la salud (Bravo y Valle, 2018).

En definitiva, podemos concluir que la introducción de este nuevo enfoque metodológico al proceso educativo de otras disciplinas más allá de la médica podrá repercutir en una formación integral.

Escenarios de simulación

Para realizar con éxito un escenario de simulación clínica es esencial realizar una planificación detallada que esté alineada con los objetivos que se desean alcanzar a través de este enfoque educativo.

Las actividades que podemos llevar a cabo en la planificación parten de un caso clínico, pero, pueden sufrir modificaciones en el desarrollo ya sea por la toma de decisiones de los propios participantes o del transcurso de la simulación. La interacción, las decisiones, el guion y el ambiente definirán el resultado final de este escenario, por tanto, debemos de realizar una continua reevaluación y validación para próximos escenarios.

Es preciso tener claro que el escenario debe encontrarse bien estructurado, debe de tener un realismo e influir en el ambiente de aprendizaje. También, debe de favorecer la asimilación de conocimientos y la adquisición de habilidades, actitudes y procedimientos, es decir, de competencias.

El diseñar y aplicar un escenario de simulación no deja de ser una tarea difícil para el docente, aunque es indispensable, para poder lograr un éxito en la simulación y una buena adquisición de competencias en los alumnos, conocer a qué tipo de destinatarios irá dirigida esta clase de simulación, delimitar en consecuencia la complejidad de la misma y, a través de ella, establecer los objetivos tanto generales como específicos, concluyendo con los propios contenidos de la simulación.

Además, previamente, es conveniente que se revise la bibliografía por parte del docente que describa los contenidos sobre los cuales se va a desarrollar el escenario de simulación, así como los datos clínicos actualizados en referencia con el tema a tratar, siendo también recomendable que se acompañe de guías prácticas o algoritmos de procesos clínicos (Bravo y Valle, 2018).

Simulación aplicada la ámbito educativo

Pese a que esta estrategia metodológica se utiliza más dirigida a ciencias de la salud, existen ejemplos en Educación Secundaria y sobre diferentes contextos caracterizados por asignaturas que tradicionalmente no generan abundante interés y motivación por parte del estudiante, como puede ser la Historia.

En el proceso de aprendizaje, los estudiantes a menudo adquieren conocimientos de manera superficial, ya que se centran únicamente en estudiar para obtener una calificación, sin internalizar los conceptos a través de procesos metacognitivos. En lugar de ello, simplemente memorizan la información para utilizarla en momentos específicos, como los exámenes u otras evaluaciones. Esta metodología, conocida como educación bancaria, implica depositar información en los alumnos temporalmente, lo que resulta en una comprensión limitada y una falta de capacidad para explicar o contextualizar los conocimientos adquiridos.

El constructivismo, en contraposición a estos métodos tradicionales y memorísticos, sugiere que los docentes reaprendan sus enfoques pedagógicos. Reaprender implica abandonar las metodologías tradicionales y estar abiertos a nuevas formas de enseñar. En el contexto de la enseñanza de la Historia se han explorado diversas metodologías para fomentar una comprensión más profunda de los contenidos, incluyendo enfoques basados en la simulación.

En este método, los estudiantes se sumergen en situaciones históricas, adoptando roles y explorando circunstancias, lo que facilita una comprensión más significativa de los conceptos teóricos. Los resultados de la simulación en esta asignatura son muy positivos y con ella se permite simular situaciones y problemáticas del pasado, lo cual estimula el pensamiento divergente fundamental para comprender los procesos históricos (Alvarado y Pérez, 2017).

También existen estrategias docentes que utilizan la simulación en el marco de la Educación Primaria, concretamente en la asignatura de Educación Física, teniendo una muy buena aceptación y unas evidentes ventajas respecto a la metodología tradicional. Con todo esto, se ha visto, además, una gran proliferación de estudios en torno a la simulación como recurso positivo en los estudios universitarios de Magisterio (Gaintza-Jauregi, 2020).

Creación de una simulación

La estructura estándar de los elementos que conformarían un escenario óptimo para llevar a cabo la estrategia de la simulación estaría compuesta de un título definitorio; la delimitación de los fundamentos teóricos; unos objetivos educativos; unos recursos y materiales necesarios; la fase de preparación; el tiempo de reflexión; y finalmente, las referencias bibliográficas básicas.

Veamos algunas orientaciones esenciales sobre dicha estructura.

  • Con respecto al título, éste debe tener relación con el escenario que se abordará durante la práctica de simulación.
  • En cuanto a los fundamentos teóricos, es necesario que la propuesta de simulación se apoye en ciertas justificaciones didácticas, pedagógicas y normativas a partir de las cuales se avale y respalde su idoneidad.
  • Entre los objetivos, se deberá describir el objetivo general y los objetivos específicos de la propuesta, todos ellos en consonancia con el con el escenario de la simulación y que incluyan la relación de competencias específicas a desarrollar. El objetivo general irá relacionado con las habilidades de diagnóstico y relación, como por ejemplo “determinar la causa de…”; “apuntar las posibles consecuencias de…”; o “delimitar una propuesta para…”. Los objetivos específicos serán más concretos y podrán vincularse con varias competencias.
  • Para el correcto desarrollo de la propuesta se tendrán que detallar los materiales que se necesitan en cada escenario para la simulación.
  • Sobre las referencias, se sugiere que la bibliografía sea actualizada, al menos, de los últimos siete años.
  • Con respecto a la fase de preparación, o prebriefing, es interesante no perder de vista que el componente integral de las experiencias de aprendizaje basadas en la simulación clínica pasa por un diseño que se conecte con la teoría del aprendizaje basado en la experiencia, de modo que debe otorgar al alumno tiempo para identificar los resultados esperados y diseñar su plan de acción (Bravo y Valle, 2018).
  • Para el tiempo de reflexión, o debriefing, es el momento en donde se discute el caso clínico. Se identifica este periodo como la estructura mental que se ha elaborado para llegar a un diagnóstico tras reunir todos los hallazgos durante la simulación y por medio de las distintas pruebas y experimentos abordados (León-Castelao y Maestre, 2019).

Como mencionamos previamente, una vez establecidos los elementos clave, es fundamental diseñar cuidadosamente el escenario de simulación. Se requiere una guía detallada que especifique las acciones y roles que los estudiantes deben asumir durante la actividad en el aula. Esto incluye definir el lugar y el ambiente donde se desarrollará el escenario, así como identificar las fortalezas y debilidades de los participantes, los recursos disponibles y el tiempo asignado para la simulación. Es importante estar preparados para ajustar el escenario según las decisiones que tomen los estudiantes, utilizando recursos como los «salvavidas» o «live-savers».

Además, es crucial distinguir entre dos conceptos clave: ruidos y señales. Los ruidos en la simulación son estímulos que pueden distraer y generar debate y discusión entre los miembros del equipo, lo que fomenta la toma de decisiones. Por otro lado, las señales son estímulos diseñados para orientar a los estudiantes hacia los objetivos del escenario. Durante el desarrollo del escenario, el docente proporcionará tanto señales como ruidos, los cuales serán percibidos por los estudiantes como preguntas, síntomas o signos emitidos por el simulador, y actuarán como moduladores durante el proceso de simulación clínica. La cantidad de señales y ruidos utilizados dependerá de la experiencia de los participantes; por ejemplo, se pueden emplear más señales y menos ruidos si los estudiantes son inexpertos, y viceversa si tienen más experiencia (Bravo y Valle, 2018).

Diferentes estudios señalan que se debe utilizar esta práctica como estrategia educativa poniendo énfasis en la organización de los escenarios bien estructurados que beneficien el debriefing y resalte la importancia del ambiente. El proceso de evaluación de todos los escenarios certificará la calidad académica de la propuesta.

Por tanto, respecto a la simulación se concluye que:

 

Lo que se aprende haciendo, y actuando en situaciones cercanas a la realidad, sirve para que los alumnos se den cuenta de la importancia en la labor del profesional.

La simulación permite un aprendizaje válido para el futuro profesional.

La simulación mejora las destrezas y las relaciones interpersonales.

La simulación favorece la interacción que se genera trabajando de forma grupal y desarrollando distintas habilidades sociales y personales.

Favorece la imaginación y la creatividad.

Mejora la comunicación, la confianza y la coordinación.

Aumenta la retención de conocimientos a largo plazo.

Disminuye la ansiedad en el estudiante.

Proporciona motivación e interacción favoreciendo una participación más activa.

Ayuda a la superación de las barreras espaciales y lingüísticas.

Favorece la inclusión del alumnado con necesidades especiales.

Otro aspecto importante es que la simulación es una técnica que se relaciona, de forma evidente,  fuertemente con la Competencia Digital, y logra que tanto docentes como alumnos la puedan perfeccionar y curtir.

Cabe esperar que en los próximos años habrá un mayor desarrollo de los simuladores a nivel mundial y en diversos ámbitos de la educación y se incrementará, así, el uso de esta estrategia, sobre todo en etapas de educación superior. Es fundamental estar bien preparados y ser conocedores de sus características, ventajas y desventajas, para poder conseguir un mayor rendimiento y mejorar tanto la calidad como la eficiencia del aprendizaje de todos los estudiantes (Ledo, Martínez, Monteagudo y Bravo, 2019).

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Mireia es graduada en Enfermería y es máster en Investigación en ciencias de la Enfermería; urgencias pediátricas, pediatría y neonatología; cuidados de enfermería en diálisis, hemofiltración y trasplante renal; en sedación, quirófano, reanimación y terapia del dolor; y actualización para la enfermería especializada, además de máster en Formación del Profesorado. Es enfermera en el Centro de Salud TINEO de Oviedo (Asturias).
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