Resumen: analizaremos nuestro sistema educativo con el fin de buscar la existencia de puntos coincidentes o discordantes con los objetivos perseguidos por la OCDE en competencia científica y nos centraremos en la parte que compete a la Educación Secundaria Obligatoria, que es la evaluada en las pruebas PISA, para buscar los motivos por los que España se encuentra en un nivel inferior al de muchos otros países que participan en dichas pruebas.

 

Palabras clave: Sistemas de evaluación, competencia científica, competencias básicas en ciencias y tecnología, sistema educativo, PISA.

 

Abstract: We will analyze our educational system in order to look for the existence of points that coincide or disagree with the objectives pursued by the OECD in scientific competence and we will focus on the part that corresponds to Compulsory Secondary Education, which is evaluated in the PISA tests, to look for the reasons why Spain is at a lower level than many other countries that participate in these tests.

 

Keywords: Assessment systems, scientific competence, basic competences in science and technology, educational system, PISA.

ESPAÑA FRACASA EN PISA 

La puntuación que obtuvo España en la evaluación de la competencia científica en la convocatoria PISA 2015, prueba que además se centró en la evaluación de dicha competencia, fue de 492,79 puntos, lo que la llevó a un discreto vigésimo quinto puesto de un total de 44, que fueron los países participantes. Esto la sitúa por debajo de la puntuación media de los países pertenecientes a la OCDE, que ese año fue de 493.20 puntos. PISA define la competencia científica como “la capacidad de interesarse e
implicarse en temas científicos e ideas sobre la ciencia como ciudadano consciente y reflexivo” (PISA 2015. Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos, pág. 13).

PISA evalúa fundamentalmente cuatro aspectos en competencia científica: 

Existe un amplio debate en PISA sobre cuál es la forma más adecuada de evaluar las actitudes. En la convocatoria de 2015 fueron evaluadas mediante el cuestionario dirigido a los alumnos, mientras que en la anterior evaluación de la competencia científica, en PISA 2006, fueron incluidas en las preguntas cognitivas.

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El sistema educativo español y las competencias clave

Según el Real Decreto 1105/2014 de 26 de diciembre por el que se establece el currículo básico de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato, se entiende por competencia la:

Capacidad para aplicar de forma integrada los contenidos propios de cada enseñanza y etapa educativa, con el fin de lograr la realización adecuada de actividades y la resolución eficaz de problemas complejos

El Sistema Educativo español también define los llamados estándares de aprendizaje evaluables, que se plantean como:

Especificaciones de los criterios de evaluación que permiten definir los resultados de aprendizaje, y que concretan lo que el estudiante debe saber, comprender y saber hacer en cada asignatura (Real Decreto 1105/2014 de 26 de diciembre)

Estos estándares de aprendizaje, se usan para medir el rendimiento conseguido por el alumnado y se utilizan como referencia para confeccionar las pruebas de evaluación, en base a los logros que deben ser alcanzados.
En la Orden ECD/65/2015 de 21 de enero se relacionan las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la Educación Primaria, la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. Este documento hace una revisión de los parámetros marcados, tanto por la Unión Europea como por organismos internacionales como la UNESCO o la OCDE, en materia de educación desde el año 1996, año en el que se establecieron las competencias como elemento clave del aprendizaje por primera vez.

La tabla siguiente representa un resumen de todo ello: 

La Estrategia Europa 2020, fue creada en el año 2010 por la Unión Europea y sus Estados miembros con el fin de lograr un crecimiento sostenible aplicando ciertas reformas durante la década 2010-2020. Esta estrategia surgió para promover una salida óptima de la crisis por parte de Europa, y para fomentar un crecimiento inteligente de la Unión Europea con el objetivo de generar una economía sostenible, reducir los niveles de desempleo y lograr cohesión social, entre otros.
Todas las iniciativas consideradas importantes por la Estrategia Europa 2020 para crecer en todos los aspectos, están relacionadas de alguna u otra manera con la educación. Tanto la concienciación social y ambiental, como el desarrollo de capacidades y cualificaciones para ambientes laborales o la adquisición de conocimientos, están basados en la educación.

Entonces, podríamos concluir que, según la Unión Europea, la clave para crecer económica y socialmente y para que los ciudadanos puedan disfrutar de una vida de calidad, radica en la educación. Esto es exactamente lo que defiende la OCDE. Según los Ministerios de Educación de la OCDE “El desarrollo sostenible y la cohesión social dependen críticamente de las competencias de toda nuestra población, con competencias que se entiende cubren el conocimiento, las destrezas, las actitudes y los valores” (DeSeCo, 2003). Así que, podemos decir que los europeos estamos en total acuerdo con las políticas de la OCDE, y que en nuestro futuro tanto inmediato, como a largo plazo, la educación juega un papel esencial.

España comienza a seguir las indicaciones de la Estrategia Europa 2020, introduciendo por primera vez las competencias clave en su sistema educativo con el nombre de competencias básicas, en la Ley Orgánica de Educación 2/2006 de 3 de mayo, también conocida como LOE. Las competencias clave quedaron incluidas en todos los niveles educativos excepto en el sistema educativo universitario.
En el año 2013 se añade un nuevo artículo a la LOE en el que se especifica que debe ser el Gobierno el que diseñe el currículo básico para equilibrar la formación a nivel nacional. Deberá especificar contenidos, criterios de evaluación, competencias y estándares de aprendizaje.

Las competencias que se incluyen en la Orden ECD/65/2015 de 21 de enero, surgen de los resultados obtenidos de la investigación educativa, siguiendo las líneas marcadas por el Parlamento Europeo y el Consejo, mediante la Recomendación 2006/962/EC, de 18 de diciembre de 2006. Así, se concluye que el desarrollo y la adquisición de dichas competencias por parte del alumnado se debe realizar desde el inicio de la escolarización y de manera progresiva para que, una vez terminados los ciclos educativos, la Educación Secundaria Obligatoria y el Bachillerato, los estudiantes finalicen habiendo adquirido todas las competencias clave. Lograr este objetivo es sumamente importante, ya que estas competencias serán necesarias para que puedan superar toda clase de situaciones que se
encontrarán a lo largo de la vida y, además, les ayudarán a desarrollarse como ciudadanos integrados, concienciados con su entorno y gracias a ellas se convertirán en personas autosuficientes y reflexivas.
El Sistema Educativo español incluye siete competencias clave en el currículo:

En general, podemos destacar que, durante los últimos 20 años, la Comunidad Europea ha trabajado para conseguir sistemas educativos centrados en la adquisición de determinadas destrezas, llamadas competencias, por parte del alumnado que vienen a significar la capacidad de los estudiantes para desenvolverse en una sociedad competitiva y tremendamente exigente como lo es la actual. Para ello, no solo se ha trabajado en transmitir conocimientos y procedimientos en el aula, también se ha fomentado la movilidad de estudiantes y profesionales mediante el reconocimiento de títulos en distintos países y la convalidación de estudios. Progresivamente se le ha dado al aprendizaje de
idiomas la importancia que requiere y que anteriormente se obviaba. El conocimiento de idiomas resulta ser una necesidad en el mundo actual, en el que los avances en comunicaciones y transportes han conseguido una sociedad multicultural y ambientes laborales internacionales. Esa era una asignatura pendiente que paulatinamente los españoles estamos consiguiendo subsanar.

Competencias básicas en ciencias y tecnología

La Orden ECD/65/2015 de 21 de enero, que relaciona las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la Educación Primaria, la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato, describe las competencias básicas en ciencias y tecnología como competencias que proporcionan a los ciudadanos la capacidad de resolver problemas que se encontrarán a lo largo de su vida. Estas competencias desarrollan las destrezas necesarias para identificar un problema, plantearlo y resolverlo. Además, dotan a los ciudadanos de la capacidad de obtener conclusiones o tomar decisiones fundamentadas en bases sólidas y de ser capaces de argumentarlas.

Los individuos también se familiarizan con el uso de máquinas o herramientas tecnológicas, muy útiles en nuestra sociedad, y se inician en el tratamiento de datos y en la elaboración y aplicación de procesos científicos.
Estas competencias también inculcan valores tan importantes como el respeto por el medioambiente y la conservación de los recursos naturales. Además del apoyo y del respeto a la ciencia y a la investigación científica, los individuos también aprenden a valorar el conocimiento científico.

Las competencias básicas en ciencias y tecnología generan ciudadanos responsables y respetuosos con el medio que les rodea y concienciados de los problemas y beneficios que ocasiona el avance científico-tecnológico. Con todo esto, serán capaces de emitir juicios de valor sobre hechos científicos pasados, presentes y futuros.
Para desarrollar estas competencias, será necesario adquirir conocimientos en física, química, matemáticas, tecnología, biología y geología, ya que todos estos campos trabajan con conceptos y procedimientos interconectados. Será tan importante el conocimiento de los ámbitos en los que se trabajará como la formación necesaria y la práctica en investigación científica y la comunicación de la ciencia.

Competencia científica en PISA y competencias básicas en ciencias y tecnología

Si se realiza una comparativa de cómo definen la competencia científica en PISA y en nuestra Orden ECD, podemos ver como cada organismo define la competencia en ciencias de manera bastante diferente. ¿Significa esto que persiguen cosas distintas?

Para responder a esta pregunta, se analizará lo que se quiere conseguir con
el desarrollo de la competencia científica según la Orden y según PISA:

En la tabla anterior, se ha asociado cada objetivo de la Orden con el que le correspondería en PISA, considerando en la clasificación las subcompetencias y las actitudes. Algunos de los objetivos de la Orden no son subcompetencias en sí, pero son necesarios para adquirir dichas competencias. Por ejemplo, la adquisición de conocimientos no es una subcompetencia científica según PISA, pero adquirir conocimientos es imprescindible para explicar fenómenos, diseñar una investigación o interpretar datos científicos.
Los tres tipos de conocimientos se trabajan en los objetivos de la Orden pues son intrínsecos a ellos, por ejemplo, no se puede aplicar un método científico si no se tiene el conocimiento conceptual o procedimental adecuado.
Los contextos dependerán del planteamiento de cada situación y/o problema, pero con toda seguridad se trabajarán todos. En principio, parece que los objetivos de ambos se asemejan bastante.

A continuación, se muestra una clasificación más detallada para establecer si hay discordancia en el peso de cada subcompetencia entre PISA y la Orden:

Se ha tomado como referencia el peso que cada subcompetencia tuvo en PISA en el último año que se realizaron las pruebas, en el año 2015, que, además, tiene mayor fiabilidad pues ese año la evaluación se centró en la competencia científica. Se puede comprobar que los porcentajes se ajustan muy bien, así que sólo se puede concluir que el camino marcado por España en materia educativa es el adecuado y la normativa se ajusta a lo que se pretende conseguir.

Análisis de resultados

Tras la revisión del Real Decreto y la Orden ECD, se puede concluir que los objetivos marcados por nuestro sistema educativo se ajustan bastante a las directrices europeas y a los de la OCDE. Se han integrado las competencias, de hecho, son el elemento central, en el que se basa toda la normativa.

Además, para facilitar el trabajo de evaluación del profesorado, se plantean unos estándares de aprendizaje que delimitan perfectamente los conocimientos y las capacidades que el alumnado debe haber adquirido durante el proceso de enseñanza-aprendizaje para poder superar un determinado nivel. Entonces, esto lleva a plantearse: si la normativa es adecuada, ¿qué es lo que está fallando?, ¿la formación del
profesorado?, ¿hay falta de recursos?, ¿es complicado romper con el sistema tradicional?

Para intentar responder a algunas de estas preguntas, se tomará como referencia el Decreto 111/2016 de 14 de junio, por el que se establece la ordenación y el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Autónoma de Andalucía, comunidad que obtuvo los peores resultados en competencia científica en PISA 2015 en comparación con el resto de Comunidades españolas. Concretamente en el capítulo VIII: “Medidas de apoyo al profesorado para el desarrollo del currículo”.

En este capítulo se establece que:

  • El profesorado podrá acceder a actividades formativas proporcionadas por la Consejería de Educación orientadas a las necesidades generadas por las enseñanzas implantadas.
  • Se fomentarán la innovación, la investigación y la experimentación en el ámbito educativo, mediante la colaboración de Universidades y otras instituciones y la creación de grupos de profesorado por parte de la Consejería de Educación.
  • Se proporcionará al profesorado material de apoyo para orientar su trabajo y ayudarle en el desarrollo del currículo.

Según esto, se puede descartar que la falta de formación del profesorado sea el problema, aunque, debido a la falta de obligatoriedad de las actividades formativas, ¿podemos plantearnos falta de interés por parte del profesorado? Esto no tendría mucho sentido, ya que los más interesados en formarse son los profesores, así que, el problema podría ser que ¿no están de acuerdo en que este es el mejor camino para enseñar y aprender? O quizá ¿no saben cómo aplicar este sistema educativo en el aula?

Por otro lado, la falta de recursos es algo a tener en cuenta, en este sentido depende mucho del centro y de sus posibilidades. No podrá disponer de las mismas herramientas un centro pequeño de zona rural que un gran centro con mucho más alumnado, en la ciudad. Aun así, la evaluación PISA es global, y los centros rurales cuentan con minoría de alumnado, por lo cual no supondría un resultado apreciable en las pruebas.
Entonces, esto lleva a plantearse si el problema es que no se está aplicando el método de manera correcta, bien porque no se sabe cómo hacerlo o bien porque es complicado romper con el sistema tradicional y hay que convencer primero al profesorado de la necesidad de hacerlo.

Diseño de pruebas objetivas para evaluar las competencias básicas en ciencias y tecnología

Una vez establecida la necesidad de darle un giro a los métodos de enseñanza tradicionales, las pruebas de evaluación no pueden ser una excepción.

Sin cambiar el contenido de los tradicionales exámenes y pruebas de evaluación es imposible que cambie la percepción de los que aprenden sobre qué comporta apropiarse de un conocimiento (Sanmartí, 2009, p.32).

No son pocos los autores que manifiestan la necesidad de cambiar los tradicionales métodos de evaluación. Philippe Perrenoud en “La evaluación de los alumnos” (2008), establece que los métodos ordinarios de evaluación frenan el cambio de las prácticas pedagógicas.

Existen alternativas a los tradicionales sistemas de evaluación, se pueden diseñar pruebas objetivas que se ajusten a nuestro sistema educativo, cumpliendo objetivos, criterios y estándares de aprendizaje. Estas pruebas seguirían el modelo de las pruebas PISA y estarían encuadradas dentro de la llamada evaluación formadora. Este tipo de evaluación contribuye al aprendizaje fomentando la capacidad de pensar y ayudando al alumnado a aprender por sí mismo.

Adaptar la educación a la sociedad actual

Tenemos sumamente arraigado el sistema educativo que hemos recibido a lo largo de nuestra vida, incluso más que eso, forma parte de nosotros. Por tanto, cambiar la forma de educar supone cambiarnos a nosotros mismos y ese es un gran reto que debemos asumir.

Apartar los métodos tradicionales de enseñanza para dejar lugar a otros nuevos es algo que debemos hacer sin más demora, porque la sociedad ha avanzado y necesitamos nuevas metodologías que generen ciudadanos preparados para la sociedad actual. Las necesidades actuales en formación y en educación, poco tienen que ver con las de nuestros ancestros, y ni alcanzamos siquiera a imaginar las de nuestros descendientes. Esto significa que hay que adaptar la educación y los métodos de enseñanza a las necesidades que establece la sociedad, porque el objetivo de la educación es convertir a los individuos en formación, en ciudadanos autosuficientes, independientes y capaces de desenvolverse en cualquier ámbito social y laboral.

Parte de esta adaptación radicaría en establecer un cambio en los actuales sistemas de evaluación mediante el diseño de una serie de pruebas objetivas que, siguiendo el modelo de las pruebas PISA, pudieran servir como sistema de evaluación innovador, en el que involucraríamos al alumnado en su propio aprendizaje, desarrollando su capacidad de pensar.

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Davinia Guerrero Ayala
Davinia es licenciada en Física y máster en Formación del Profesorado. Actualmente da clases en el CDP Abenamar de La Zubia (Granada).