Mediación intercultural

Tratamiento de los conflictos en entornos escolares

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Mediación intercultural y tratamiento de conflictos escolares

Mediación intercultural y tratamiento de conflictos.

Ante la diversidad inherente a las aulas, la labor de los docentes es la de crear un entorno de intercambio de conocimientos positivo que posibilite el encuentro, el trabajo conjunto y la armonía. Para ello, el educador tiene a su disposición una red multidisciplinar de profesionales, así como diferentes herramientas que poner en práctica con su grupo de alumnos, por lo que debe conocer los posibles conflictos que pueden surgir en el aula y en el centro, y procurar evitarlos.

MEDIACIÓN INTERCULTURAL

Sociedad y diversidad

La sociedad puede ser entendida como un término que designa al conjunto de la colectividad, la cual se manifiesta como un ser vivo que evoluciona, diverge, cambia, se relaciona y avanza en el tiempo (Spencer, 2004), por lo que requiere de personas que intercedan y medien dentro de sí, como la figura del mediador.

Toda esta sociedad y su diversidad se refleja en las aulas, y son precisamente desde éstas desde donde se debe comenzar a cambiar los valores negativos que pueden suscitar el choque entre diferentes individuos, provocando un conflicto de convivencia (Cachón, 2003).

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Conflictos culturales

Existen numerosos tipos de conflictos: sentimentales, sociales, de comunicación, de intereses, de valores… pero se puede decir que unos de los más comunes dentro de ámbito educativo son aquellos que se producen por las diferencias culturales entre alguno de los miembros de la comunidad escolar, generalmente alumnos, y es que los centros docentes se han convertido, sobre todo en los últimos tiempos, en los más variados escaparates culturales.

Se denomina cultura a todo lo que rodea a un individuo y que marca sus pensamientos y actuaciones ante la vida; es el conocimiento adquirido que las personas utilizan para interpretar su experiencia y generar comportamientos (Spradley y McCurdy, 1975).

Nosotros solemos entender la cultura como todo lo que una persona necesita saber para actuar adecuadamente dentro de un grupo social determinado (Collingwood, 2004).

Todas y cada una de las culturas comparten ciertos rasgos que se denominan universales, pero también poseen al mismo tiempo rasgos únicos e irrepetibles. Cada cultura tiene unos sistemas simbólicos (códigos lingüísticos y no verbales), sistemas de relaciones (parentesco y de rol), sistemas de creencias y valores, religión, etc. Y es solamente cuando nos adentramos en otra cultura cuando nos percatamos de todas estas diferencias con la propia.

La cultura, según Ruhly (1976), puede ser percibida como un iceberg, en el aspecto de que sólo podemos percibir una pequeña parte mientras que la más importante queda oculta a la vista.

La cultura, entendida desde el terreno educativo, se define como un sistema conceptual y de valores que incluye las creencias y expectativas, los patrones, rutinas, conductas y costumbres creadas y mantenidas por un grupo, y que son utilizadas y modificadas por dicho grupo (Figueroa, 1993).

Como afirma Aguado (2002), la cultura en la escuela tiene que ver con significados que se comparten, con visiones del mundo que se perciben, con interpretaciones de los acontecimientos sociales y naturales que acontecen a diario y que nos llevan a modular nuestra conducta y nuestras producciones.

Interculturalidad y Multiculturalidad

Para adentrarnos más en el tema que nos ocupa (conflictos culturales) debemos, previamente, definir algunos conceptos, como interculturalidad y multiculturalidad.

  • Interculturalidad: El concepto de interculturalidad puede considerarse como una concepción teórica y práctica de carácter universal que atiende la diversidad cultural de todas las sociedades desde los principios de igualdad, interacción y transformación social, implicando una opción ética e ideológica de carácter personal, una forma de entender y vivir las relaciones sociales y una manera de plantear y desarrollar la educación (Lluch y Salinas, 1996). La interculturalidad hace referencia a la dinámica que se establece entre diversas comunidades culturales.
  • Multiculturalidad: Por su parte, la multiculturalidad marca el estado y la situación de una sociedad plural desde el punto de vista de comunidades culturales con identidades diferenciadas (Alsina, 1997).

Bajo estos preceptos, comprendemos que una sociedad intercultural es una sociedad abierta, flexible, que es capaz de convivir agregando para sí todo lo bueno y eliminando los comportamientos o ideologías negativas y, desde este enfoque de la interculturalidad se debe formar a los docentes. Dicha formación tendría que abarcar la mejora del conocimiento de uno mismo como de los demás, abriendo una vía a la gestión de los conflictos de valores inherentes a la pluralidad de las actuales sociedades occidentales (Cohen, 2013).

Conflictos en el ámbito educativo

A la hora de hablar de conflictos en centros educativos lo más habitual es relacionar este término con los conceptos violencia, agresividad o acoso escolar. En realidad, el con­flic­to en los entornos escolares es algo que surge de ma­ne­ra na­tu­ral, al igual que en el resto de los escenarios de la vida cotidiana, por lo que los docentes (de cualquier etapa educativa) han de estar formados para saber reconocerlos y, sobre todo, saber prevenirlos, afrontarlos, intervenir en ellos y disminuir aquellos que supongan un riesgo, eliminándolos siempre que sea posible, y cuando sea necesario.

El hecho de que existan conflictos en el ámbito educativo es una realidad objetiva pero, paradójicamente, frente a esta objetividad nos encontramos con la falta de consideración que este asunto ha tenido como objeto de estudio pedagógico.

No podemos negar que los conflictos son una realidad dentro de la organización escolar, y ante esto debemos adoptar posiciones que nos permitan afrontarlos y aprender de ellos, pues “el conflicto y las posiciones discrepantes pueden y deben generar debate y servir de base para la crítica pedagógica, y, por supuesto, como una esfera de lucha ideológica y articulación de prácticas sociales y educativas liberadoras” (Escudero, 1992).

En este sentido, Girard y Koch (1997) manifiestan que los conflictos en la escuela, por sí mismos, no son ni negativos ni positivos, sino que constituyen una parte natural de la vida escolar, y hay que aprender a entender y analizarlos desde una perspectiva de apertura y diálogo.

Sabariego (2002) establece similitudes entre los conflictos sociales y los acaecidos en las aulas, pues nuestras escuelas son un reflejo de nuestra sociedad, encontrando conflictos que se generan sin dificultad en múltiples espacios y momentos de la jornada escolar:

  • Conflictos en el aula: Aquellos que ocurren durante el transcurso de las clases ordinarias, sobre todo derivados de las conversaciones entre compañeros y por los problemas de trabajo en equipo, además de la participación habitual en clase, donde surgen discrepancias y diferencias evidentes de opinión.
  • Conflictos en las zonas comunes: En los intercambios de clase, en los aseos, en la comunicación producida en reuniones de alumnos, grupos de trabajo, etc.
  • Conflictos en el patio: Disputas por el espacio, los materiales, relaciones interpersonales, diferencias de edad, preferencias y juegos…
  • Conflictos en el comedor: Conflictos surgidos por falta de comunicación, por las costumbres a la hora de comer, el comportamiento a la mesa…
  • Conflictos en la realización de actividades extraescolares.
  • Conflictos derivados de las manifestaciones religiosas en los centros.

Conflictos entre el alumnado

En los contextos educativos de diversidad cultural, los problemas que pueden surgir entre el alumnado, amén de derivarse de los enfrentamientos entre carácter u opiniones, pueden ser ocasionados por las diferencias culturales propiamente dichas, lo cual indicaría una falta en formación de valores e inteligencia emocional, entre otros problemas.

Muchos estudiosos en el tema opinan que todos los errores en la interacción entre culturas distintas se podría erradicar mediante el conocimiento de éstas, procurando un moldeamiento y una adaptación de ambas culturas, para llegar al entendimiento sin interrupciones y a una convivencia pacífica y respetuosa sin conflictos negativos.

Nuestras escuelas, como venimos diciendo, han experimentado en los últimos tiempos una serie de transformaciones que están en consonancia con los cambios que se producen en la sociedad. Entre ellos, se puede afirmar que uno de los más sobresalientes es la propia composición de la población escolar que se ha diversificado considerablemente en función de criterios de procedencia, origen familia, contexto sociocultural, etc. Por este motivo, se plantea la necesidad de replantear desde otra perspectiva los procesos de enseñanza-aprendizaje, de manera que sean más efectivos para todos los alumnos (Del Olmo, 2005).

Partiendo de la base de que la pluralidad de culturas es una característica inherente en nuestra sociedad, los conflictos están asegurados. El problema vendría cuando éstos con de corte negativo y se transforman en problemas de convivencia. Algunos de los problemas, por tanto, que pueden acontecer en el terreno educativo podrían darse debido a los siguientes aspectos (Bartolomé, 1997; Jordán, 1999 y Essomba, 2003):

  • Problemas derivados por la divergencia entre opiniones y pensamientos: Cada alumno, en función de su bagaje cultural, cuenta con una mentalidad particular, con diferente forma de ver la realidad y de entenderla, y con un sistema de valores integrado en su código de comportamiento que puede ocasionar que a veces no comprenda las acciones del resto de compañeros, impidiendo la relación en trabajos en grupo y las actividades en equipo, por ejemplo.
  • Problemas surgidos a partir de malentendidos: Las diferentes culturas hacen que los alumnos tengan problemas en cuanto a las costumbres que practican, sus propios ritos en distintos planos de su cotidianidad, expresiones particulares, uso del lenguaje…
  • Problemas de comunicación: Entre culturas diferentes, lo más habitual va a ser encontrarnos problemas con los idiomas. Aprender otro idioma entraña una dificultad importante, pero si además es una necesidad, puede llegar a causar niveles altos de estrés. Si nuestro alumnado no posee un sistema comunicativo común, y tanto los nativos como los extranjeros tienen problemas para entender a los contrarios, podemos correr el riesgo de caer en una situación bastante inquietante.
  • Problemas de costumbres: Entre la pluralidad cultural se manifiesta, lógicamente, gran diversidad de costumbres y tradiciones arraigadas a unos y otros individuos, para las cuales es necesario encontrar una situación de equidad y respeto mutuo.
  • Problemas por estereotipos y/o prejuicios: Un prejuicio puede ser entendido como una actitud hostil hacia una persona que pertenece a un determinado grupo, por el hecho de pertenecer a dicho grupo y se le atribuyen a él mismo todas las cualidades negativas asociadas a dicho grupo (Allport, 1979). Esteriotipar, en cambio, consiste en simplificar y asociar un conjunto de ideas, generalmente adquiridas de otra persona, a una categoría. Como puede adivinarse, ningún comportamiento asociado a ideas generales, intuitivas o de suposición debería ser aplicado al trato o consideración que se tenga con una persona o grupo, por lo que hay que luchar por procurar cierto cambio en la mentalidad colectiva.

Sin duda alguna, para evitar los conflictos entre alumnado es necesario que los docentes responsables de su educación creen un clima favorecedor de actitudes cooperativas y solidarias necesarias para una verdadera educación intercultural (Calvo, 2003), pues solamente si conseguimos que los alumnos tengan un sentimiento de pertenencia al grupo se conseguirá formar una sana identidad cultural y, por tanto, la integración plena (Aguado, 2003).

El papel del mediador

En el plano escolar, la figura del mediador es contemplada como la encargada de facilitar la comunicación, intermediando entre las partes y fomentando la cohesión social, a la par que promueve la autonomía y la inserción social de las minorías, actuando de catalizador, (Cohen, 1997).

Aunque en la teoría parece muy fácil hacer un listado de todo lo que hace falta para educar para prevenir el conflicto y todo lo necesario para considerar la educación emocional y el desarrollo de competencias sociales en los alumnos, a la hora de llevarlo a la práctica, en verdad, los docentes suelen tener serias dificultades, pues no han sido formados convenientemente para eso.

La mediación es un proceso de comunicación y entendimiento entre las partes de un conflicto con la ayuda de una o varias personas imparciales y cercanas, que facilitan que las partes en conflicto dialoguen y se escuchen de manera libre y segura, para se pueda llegar a un acuerdo que permita a los implicados establecer o restablecer una buena relación (Román, 2015).

Según Lederach (1996), “la mediación es una técnica muy amplia, que consiste en la intervención de un tercero (un individuo, un equipo, etc.) que facilita el logro de acuerdos en torno a un conflicto”.

El mediador no debe ser el protagonista del proceso de mediación, solo ha de garantizar que las partes puedan comunicarse en un espacio de libertad y seguridad, es decir que puedan hablar libremente sin faltar el respeto a nadie y sin coacciones o miedos. El mediador ni tiene prejuicios, ni se posiciona y no sanciona las actitudes y comportamientos de las partes en conflicto; solo procura que los participantes puedan encontrar por sí mismos soluciones satisfactorias a sus interesas y expectativas a través de la comunicación.

Características del mediador

Podemos encontrar varios autores para definir los principios generales que debe reunir la figura del mediador para poder cumplir tanto con la función preventiva como con la rehabilitadora de su trabajo:

  • Facilitar un clima propicio para intercambiar ideas.
  • Establecer unas reglas mínimas, negociadas y acordadas por todos los miembros, para el correcto desarrollo de la convivencia.
  • Dotar a todos los implicados de las mismas posibilidades de expresar sus opiniones.
  • Sintetizar, clarificar y explicar las posturas de cada uno de los implicados.
  • Gestionar unas conclusiones y unas actuaciones consensuadas y positivas para todos.

Para comenzar, el mediador debe reconocer y aceptar la diversidad cultural de la sociedad actual y defender la igualdad de oportunidades para todos los grupos etnoculturales dentro de ésta. En el caso que nos ocupa, el mediador escolar deberá de ejercer las funciones básicas de informar, definir, interpretar, difundir, educar, prevenir y acercar a las diferentes personas dentro del entorno escolar, intercediendo en la resolución pacífica de conflictos y proporcionando técnicas para la prevención de futuras situaciones problemáticas, velando siempre por la cohesión grupal.

Objetivos del mediador

Algunos de los objetivos que el mediador tiene que tener presentes (Aguado, 2003; Soriano, 2001) son:

  • Aplicar los principios democráticos de justicia social favoreciendo la participación igualitaria.
  • Analizar las desigualdades sociales entre los estudiantes.
  • Estimular y facilitar el éxito académico de todos los estudiantes proporcionando una educación optima y en igualdad.
  • Ofrecer a los estudiantes la oportunidad de ser críticos y productivos miembros de una sociedad democrática.
  • Promover la acción social frente al racismo, la discriminación y la xenofobia.
  • Valorar y aceptar la diversidad cultural como un elemento positivo para todos los ciudadanos.
  • Fomentar los contactos e interacciones entre grupos culturales diversos dentro y fuera de la escuela para desarrollar la capacidad de funcionar eficazmente en medios multiculturales, e intervenir para la actuación en situaciones formales e informales.
  • Apoyar cambios no sólo ideológicos, sino políticos, económicos y educativos que afectan a todos los ámbitos de la vida diaria.
  • Propiciar la adquisición de estrategias interculturales en todos los procesos de enseñanza-aprendizaje y contribuir a la formación de profesores y orientadores interculturales.
  • Extender la propuesta a todos los ámbitos sociales, no sólo al educativo; y en éste, no sólo como atención a minorías o inmigrantes, sino a todos y cada uno de los participantes en educación.
  • Atender preferentemente a la calidad de las relaciones más que a los medios y apoyos puestos en juego.
  • Introducir nuevas estrategias en el aula, metodologías, formación del profesorado, en el clima escolar y en las relaciones con los padres y comunidad.
  • Fomentar una actividad educativa inclusiva de conjunto, es decir, enfocada a todos los integrantes, no solamente al extranjero.

El mediador es una herramienta a disposición del centro que en ningún caso puede actuar en sustitución a otros mecanismos, y cuya misión pudiera resumirse en procurar el logro de un auténtico centro intercultural, el cual tendría las siguientes características:

No se pretende acabar con la posibilidad de aparición de conflictos en las aulas y en los centros, pues venimos sosteniendo que pueden ser aprovechados como algo positivo, sino que desde los centros educativos se debe procurar evitar aquellos conflictos considerados negativos, es decir, las situaciones en las que prima la violencia, la convivencia se ve perjudicada, existen agresiones, disputas que dañan las relaciones sociales, etc.

Se debe mantener un punto de vista positivo, desde la neutralidad, puesto que la unión de culturas nos enriquece y nos hace más fuertes como sociedad unida y desarrollada. Pero lo más relevante es que los profesionales de los centros docentes nunca pueden extralimitarse en sus funciones y entrar en parcelas cuya responsabilidad es de otro compañero.

El mediador siempre busca el equilibrio y la interactuación de todos con todos, lo que se traduje en el quehacer para la consolidación de una sociedad homogénea y sin prejuicios.

Ante todo, hay que evitar caer en lo que Girondella (2009) denomina relativismo cultural y es que siempre, de forma inconsciente, partimos desde nuestra propia cultura nativa arraigada en nuestro carácter para entender todo lo que nos rodea, tendiendo a ver la realidad desde nuestra visión personal y considerando las culturas diferentes como inferiores o equivocadas.

El artículo Mediación Intercultural. Tratamiento de los conflictos en entornos escolares forma parte del número 4 de Campus Educación Revista Digital Docente, un proyecto destinado a la divulgación de publicaciones de carácter educativo que permite la difusión del conocimiento y pretende el enriquecimiento de toda la comunidad educativa.

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Juana María Torres Utrera
Juana María es diplomada en Magisterio de Educación Infantil e Intérprete de LSE. Actualmente trabaja como maestra especialista en Audición y Lenguaje en el centro La Pedrera de Yecla (Murcia).