La temática de la muerte en Educación Infantil. #CEdRevistaDigitalDocente Share on XResumen: En este artículo hablaremos sobre si es conveniente abordar el tratamiento de determinados temas en la Educación Infantil, como es el caso de la muerte. Veremos, entonces, qué papel tendría que ejercer el docente y cómo establecer colaboración con las familias en el tratamiento de los temas más abstractos y complejos para estas edades.
Palabras clave: Muerte; Acción Tutorial; Educación Infantil; Colaboración familia-escuela.
Abstract: On this paper we’ll discuss whether it is appropriate to bring up certain topics on Early Childhood education, as is the topic of death. We’ll analyze the role of the teacher and how to cooperate with families on dealing with the most abstract and complex topics on these age brackets.
Keywords: Death; Teaching sessions; Early Childhood Education; Family-School cooperation.
LA TEMÁTICA DE LA MUERTE EN EDUCACIÓN INFANTIL
La muerte a menudo se encuentra incrustada entre diversos símbolos que se han mantenido a lo largo de la historia, algunos más religiosos que otros, pero no ha sido un elemento presente como contenido a trabajar en determinadas etapas educativas, y en Educación Infantil menos aún. Lo que sí es cierto es que en la tradición literaria ha prevalecido una visión personificada de la muerte vista como una mujer cadavérica, o bien, en el caso de la religión católica, presentada como un viaje, o un descanso. Pero, en nuestros días, parece que la muerte se ha convertido en un tema tabú que intentamos alejar para no sentirnos próximos a ella.
De hecho, consideramos este asunto como algo exclusivo de los adultos, pero, ¿acaso los niños no pueden atender a estas temáticas? ¿Es que los niños no se ven afectados por esto, de una u otra forma?
Está claro que la respuesta es un sí, pero, en este caso, nos vamos a plantear si es adecuado un acercamiento de esta temática a edades tan tempranas, ya que el veto sobre este tema es una muralla contra la que nos topamos en situaciones de duelo en las aulas de Educación Infantil.
Índice de contenidos
La muerte en el contexto educativo
Entre todas las dudas que podemos tener, la de la muerte es algo innegable. Tal y como indica Vara (2016), centrándonos en la etapa de Educación Infantil (desde el nacimiento hasta los seis años), los niños no afrontan la muerte como algo irreversible, dadas sus características psicoevolutivas y su forma de concebir el mundo. Esto hace que manifiesten un interés, muchas veces explícito, que se hace patente en numerosas preguntas formuladas a los adultos y que, en ocasiones, nos resultan difíciles de contestar debido a las propias concepciones y a lo influenciados que estamos ya sobre determinados temas. Esto es debido a que
“aprendemos para sobrevivir a través de la cultura, las reflexiones y los pensamientos, pero solemos educar pensando solo en la vida, sin considerar que morir es nuestro fin inevitable, por lo que llegamos a ella normalmente sin estar preparados”
(Colomo y Oña, 2014, p.110).
Algunos estudios consideran que son muchos los acontecimientos que les llegan a los niños relacionados con la muerte, comenzando por los medios de comunicación, como es el caso de la televisión. De esta forma, casi incontrolable por los adultos, los niños comienzan a percibir los primeros matices de este hecho, pero, a la hora de hablarlo directamente con ellos, cuando muere una persona cercana, por ejemplo, los adultos se vuelven mucho más reacios.
El tratamiento, más o menos normalizado, sobre la muerte en el contexto educativo comenzó a ser presente en nuestro país a partir de los años noventa, en muchas ocasiones en momentos aislados que ansiaban la innovación educativa. En esta época surgió una nueva corriente, el realismo crítico, con la que comenzó a acercarse más abierta y normalmente hacia este tema. Los autores de esta tendencia resaltaron la importancia de trabajar la muerte en Educación Infantil, dando como motivos para ello el evitar el engaño, las mentiras y la ocultación de la realidad, ya que esto consigue precisamente el efecto adverso. Kübler-Ross (1992) determinó que un acercamiento a la temática durante la etapa infantil contribuiría a una preparación para cuando el niño fuera adulto. Sin embargo, matizó que esto debía realizarse en los momentos adecuados, así como en los lugares convenientes, usando un lenguaje sencillo.
Grof (2006) afirma que una sociedad en la que la muerte no es tratada en la vida cotidiana no nos va a preparar para la propia muerte ni para la de las personas cercanas. Tal y como argumenta Sampedro (2015), en la sociedad actual, en lugar de tener presente que la muerte es el final de la vida, se engaña sobre ese momento y no se nos habitúa a pensar que todos y cada uno de nosotros somos mortales.
Pues bien, la muerte de alguna persona cercana, incluso una mascota, (¡o una planta!), es algo que todos vamos a vivir a lo largo de nuestra vida, antes o después. Pero, sabiendo y siendo conscientes de ello, se trata de un tema que se encuentra poco explorado y que necesita con urgencia nuestra atención.
Por ello, debemos familiarizarnos todos con esto, e intentar comprender, y hacer que los otros lo comprendan, que forma parte de la vida y es algo natural, dejando atrás la visión trágica y la sensación de miedo. Si se comprende que toda persona es mortal, se favorecerá la superación adecuada de las pérdidas que puedan darse a lo largo de nuestras vidas (Colomo, 2016).
Sin embargo, el tema de la muerte se encuentra influido por el contexto social, cultural y científico (Suárez, 2011). Este es uno de los motivos de la dificultad de llevarlo a cabo en las aulas, y de la concepción personal sobre la misma.
Dentro del marco educativo, la muerte es olvidada por las instituciones educativas, tal y como múltiples autores afirman, como Arnaiz (2003), González y Herrán (2010), o Colomo y Oña (2014), más recientemente. Esta es la causa de que no haya una formación adecuada de los docentes para poder tratarla, bien desde la pedagogía de la muerte o la del duelo. En estos aspectos nos centraremos posteriormente, pero antes veremos algunas evidencias que se encuentran relacionadas con la muerte.
Evidencias que acompañan a la muerte
Aunque no hay evidencias de lo que ocurre tras fallecer, lo que sí se tiene claro es la influencia religiosa que envuelve a este tema, de la finitud del ser humano y de que es algo inevitable.
- La influencia religiosa
Cada religión, tiene una visión de la muerte diferente, sin embargo, todas ellas, según afirma Gaona (2012), comparten que hay vida después de ésta, y la existencia de la justicia divina (“al cielo van los buenos y los malos al infierno”). En el mundo Occidental, prima la visión cristiana. La religión católica, debido a la amplia presencia que ha tenido históricamente, ha impregnado las creencias de aquellas personas que incluso no se decantan por ninguna religión en concreto (Colomo y Oña, 2014). Entre ellos se destaca la creencia de que, al morir, la esencia sigue latente en la realidad, y cuando llegue ese día nos encontraremos con los seres queridos ya difuntos. Por este motivo, desde el ámbito educativo, y dada la diversidad existente en las aulas, deberemos profundizar sobre la percepción de la muerte, conociendo las diversas visiones que se tienen presentes desde las diferentes perspectivas.
- Finitud del ser humano
No podemos olvidar que el ser humano, al igual que el resto de seres vivos, seguimos un proceso de evolución constante, en el que nos vamos transformando: nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte. Las personas que formamos el mundo hoy día, somos constructores del presente, así como del futuro. Sin embargo, es evidente que una de las mayores preocupaciones sigue siendo la muerte (Gaona, 2012), y por este motivo tratamos de darle un significado simbólico.
- Inevitable
De lo poco que tenemos constancia sobre la muerte es que todos llegaremos a ella, independientemente de nuestro sexo, bienes, creencias o raza, y que nadie podrá hacerlo por nosotros. El hecho de comprender que ese día nos llega a todos nos puede hacer vivir la vida de un modo más apasionado y disfrutarla.
Ahora, veamos las diferentes perspectivas desde las que podemos afrontar este tema en el aula de Educación Infantil.
Pedagogía del duelo
Varios autores, entre ellos Posada (2005), ven el duelo como un modo de responder a la pérdida de una persona que queremos, afirmando que de esta manera es necesario que lo entendamos como un suceso de cambios y expresiones. De esta manera, la denominada pedagogía del duelo busca determinar una serie de herramientas para poder minimizar al máximo el desconcierto que provoca la pérdida y el sufrimiento.
Esta pedagogía no es propia de la escuela, sin embargo, la institución y las personas que la forman tienen el deber de escuchar el sufrimiento, ya que cuando esto sucede en el aula no podemos girarnos y mirar hacia otro lado.
Pues bien, para la pedagogía del duelo, la pedagogía de la muerte funciona como complementaria.
Pedagogía de la muerte
Podemos definir la pedagogía de la muerte como el conjunto de estrategias metodológicas, habilidades o actitudes que hacen a los niños adquirir las herramientas mentales y afectivas para poder comprender la muerte. Esta vertiente facilita la conciencia de la muerte, haciendo ver que no solo se da cuando perdemos a alguien, sino que se trata de un ciclo natural, como puede ser el del agua, las estaciones… etcétera.
La pedagogía de la muerte defiende que la historia no acaba en el presente, dado que cuando pasen los años el presente también será historia. Esta pedagogía de la muerte, según Arnaiz (2003), afecta de lleno a la escuela, aunque no solo a ella, pero aquí tenemos el deber de integrarla, siendo ésta la búsqueda y construcción del sentido de la vida.
Thomas (1991), defiende que un duelo que se supera de manera positiva ayuda en la maduración de las personas y aumenta sus facultades de crear.
Desarrollo de la temática en el aula de Educación Infantil
Como anteriormente hemos mencionado, la pérdida de una persona que queremos puede ser uno de los momentos más dolorosos de la vida, es por ello que desde el aula, los profesionales debemos abordar la muerte y las situaciones de duelo, ayudando a una superación positiva (Colomo, 2016).
Según Feijoo y Pardo (2003), Wiseman (2013) y Hernán (2013), ya desde los 3 años de edad es el momento óptimo para el tratamiento didáctico de la muerte en el currículum, tanto antes como después de una pérdida. Algunas investigaciones como la de Howarth (2011) destacan la importancia de tratar el duelo durante un amplio periodo de tiempo, dando a los niños posibilidades de poder pensar, hablar y expresar sus sentimientos, recordando a la persona fallecida.
Antes de nada, debemos tener presente a la hora de tratar el tema en el aula, que no vamos a tener respuesta a todas preguntas que puedan hacer los niños, ya que querer responder a todas las dudas nos va a hacer mentir. Según Arnaiz (2003), el tema de la muerte debe abordarse con sinceridad o, de lo contrario, lo mejor será callar. Además, el lenguaje debe ser claro, no enmascarando lo que sucede con “dormir”, “un largo viaje” o “te está viendo”, ya que esto les puede causar confusión. Por otro lado, es muy importante no utilizar el miedo a los muertos, ni la muerte como algo que sucederá próximamente, ya que no se trata de asustar bajo ningún concepto.
Las dudas más frecuentes en los niños suelen ser: qué es la muerte (a lo que puede contestarse que es la parada total del cuerpo, para no crearle confusiones), por qué la gente tiene que morir (porque todo el mundo que nace debe morir para que otros seres puedan nacer también), y adónde va la gente que se muere (por ejemplo, no lo sé, pues no todas las preguntas han de tener respuestas).
Otro aspecto que resaltar es que no es necesario que nos afecte o suframos en primera persona una pérdida de una persona querida, sino que hay diferentes momentos en los que podremos tratarlo. Puede ser, por ejemplo, a raíz de la muerte de una mascota, visita a un cementerio (como la celebración del Día de los Santos), una planta de la que se ha cuidado en clase, etc.
Una cuestión muy importante y que merece especial mención es que el tema de la muerte se encuentra íntimamente relacionado con los sentimientos, por lo que no podemos olvidarlos ni esconderlos a los niños. Debemos tener presente que la pedagogía de la muerte no pretende eliminar el dolor, sino asumirlo como una parte más de nuestra existencia.
Ahora bien, la muerte se encuentra vinculada a unas causas específicas, las cuales han de conocerse para que los niños no caigan en el error de relacionarla con aspectos equivocados o puedan sentirse culpables porque crean que algo hicieron mal.
Worden (1997) indica que podemos abordar la muerte en el aula bajo cuatro propuestas:
- reconociendo la pérdida y que esa persona ya no volverá;
- trabajando las emociones y el dolor, adoptando nuevos roles tras el fallecimiento, para lo cual no hay una única respuesta desde el aula;
- manteniéndonos a la disposición del alumno;
- y, por último, ayudar a que encuentren un lugar para el fallecido en su vida emocional y que puedan seguir con su vida.
Para poder llevar a cabo las propuestas de Worden en el aula de Educación Infantil, así como las anteriormente mencionadas, uno de los mejores medios es mediante los cuentos, tal y como defienden autores como Vara (2016), Colomo (2016) y Selfa, Fraga, y Berengué (2015).
Los cuentos como herramienta
Para Vara (2016), los cuentos son considerados como la herramienta más idónea a la hora de tratar el tema, incluso hay diversos estudios que lo avalan, como el de Rodríguez y Goyarrola (2012). Además, concretamente el álbum ilustrado ofrece muchas posibilidades de expresión oral e imaginativa.
Poder leer y hablar sobre lo que se lee o cuentan (para menores que no han adquirido el hábito), es un método más que eficaz para afrontar acontecimientos significativos como es el tema que abordamos (Short, 2011).
Algunos de los títulos recomendados son:
- Así es la vida (2005), de Ana Luisa Ramírez (fallece un familiar).
- Inés Azul (2009), de Pablo Albo (fallece un amigo).
- Yo siempre te querré (2002), de Hans Wilhelm (fallece una mascota).
- El corazón y la botella (2010), de Oliver Jeffers (fallece un familiar).
- No es fácil pequeña ardilla (2004), de Rosa Osuna y Elisa Ramón; (fallece una mascota).
- La caricia de la mariposa (2008) de Christian Voltz (fallece un familiar).
Relaciones familia-escuela
Como docentes, debemos facilitar el conocimiento de los diferentes posicionamientos hacia la muerte, teniendo presente que la diversidad de pensamientos hará más rico su conocimiento. Para ello no podemos olvidar que la relación entre familia y escuela es esencial en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, para que los aspectos que se traten dentro del aula tengan una continuidad en casa. Especialmente es importante esta relación a la hora de abordar esta temática dado que en ella confluyen diferentes perspectivas e ideales, al igual que hay familias que podrían oponerse a que se trate el tema en el aula.
Como hemos visto, la conciencia de la muerte comienza a edades tempranas, pero de manera equivocada, ya que piensan que es algo reversible. Por ello, el papel guía del maestro es fundamental para evitar que los niños elaboren fantasías sobre el tema que provocan la negación de lo ocurrido.
También es importante saber hacer ver a los niños que lo ocurrido no es debido a su culpa, superando su visión del mundo egocéntrica, ya que suelen pensar que son responsables de muchas de las cosas que ocurren a su alrededor (papá ya no está porque me he portado mal), Por lo tanto, tenemos el deber de explicarles que en lo que ha ocurrido nada han tenido que ver.
Es necesario reflexionar y fundamentarse sobre el tema para enseñar que morir es tan normal como vivir (Poch y Arnaiz, 2003).
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Artículo completo
El artículo La temática de la muerte en Educación Infantil. Tratamiento de conceptos abstractos para los más pequeños forma parte del número 13 de Campus Educación Revista Digital Docente un proyecto destinado a la divulgación de publicaciones de carácter educativo que permite la difusión del conocimiento y pretende el enriquecimiento de toda la comunidad educativa.
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