La sociedad líquida

Una nueva realidad educativa

Resumen: La educación, tal y como ha sido conocida en etapas anteriores, ha sufrido un cambio radical tanto en el fondo como en la forma. La educación tradicional basada en la transmisión de conocimientos de manera sistemática y basada en una metodología vertical, ha dado lugar a un proceso educativo donde el alumno es el principal responsable de su aprendizaje, siendo él quien determina el desarrollo de los contenidos educativos, atendiendo a una metodología horizontal, donde la educación adquiere una dimensión democrática. La sociedad actual dispone de una gran cantidad de información, debido a la ubicuidad de la misma, por lo que es necesario potenciar en el discente un pensamiento crítico que le permita discernir entre la información veraz y relevante, de la que no lo es.

Palabras clave:  Sociedad líquida; Síndrome de la impaciencia; Deutero-aprendizaje, Pensamiento crítico; Aprendizaje Permanente; Desarrollo holístico.

Abstract: The education, as it has been known in previous stages, has suffered a radical change both in form and substance. The traditional education based on the transmission of knowledge in a systematic way and based on a vertical methodology, has given place to an educational process where the pupil is in charge of his learning, being the one who determines the development of the educational contents attending to a horizontal methodology, where the education acquires a democratic dimension. The current society has lot information, due to the ubiquity of the same one, so it is necessary to strengthen in pupils a critical thought that allows him to discern among the veracious and relevant information, of which it is not.

Keywords: Liquid society; Impatient syndrome; Deuteron-learning; Critical thought; Lifelong Learning; Holistic development.

La #SociedadLíquida y la nueva realidad educativa. #CEdRevistaDigitalDocente Share on X

SOCIEDAD LÍQUIDA

La sociedad actual

La sociedad actual se encuentra caracterizada por una rápida evolución en todos los ámbitos: cognitivo, afectivo, social, cultural y económico. Esta velocidad en el progreso y desarrollo de los individuos que conformamos dicha sociedad implica la renovación de la educación, entendiéndola como un proceso educativo que responda de manera ajustada y equilibrada a las nuevas demandas del siglo XXI, permitiendo la formación de personas que sean capaces de desenvolverse en un entorno cambiante de manera ajustada y adecuada, potenciando, por tanto, el desarrollo holístico del sujeto.

De acuerdo con lo expuesto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 26, fracción II):

la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la compresión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos.

Por tanto, el sistema educativo actual debe dar respuesta a todos estos aspectos, de manera que permita la formación de individuos críticos, con unos valores claramente definidos que sean capaces de identificar los derechos y obligaciones derivados de su papel como miembros de la sociedad en la que se encuentran integrados.

El desarrollo de estos elementos implica una concepción de la educación diferente a la percepción tradicional pues, de acuerdo con Bauman, primero “ha sido interpretada como un proceso, y luego directamente como un producto para transmitir y conservar el conocimiento” (Porcheddu, 2007).

Así pues, ¿es plausible una educación basada en elementos fordistas como elemento para dar respuesta a las necesidades cambiantes de la actual sociedad del siglo XXI?

Marco teórico

Para poder reflexionar sobre esta cuestión es necesario conocer cómo ha evolucionado la pedagogía desde el devenir de los tiempos hasta la actualidad.

Werner Jaeger entendía que la historia de la pedagogía pone de manifiesto que ésta “nació en base a dos hipótesis: el orden inmutable del mundo y la naturaleza eterna de las leyes que gobiernan la naturaleza humana” (Porcheddu, 2007).

Dentro de esta evolución social, estamos asistiendo, según Bauman, a una fase líquida de la sociedad, donde es cuestionable la inalterabilidad del mundo. En esta nueva dimensión de la sociedad, la educación y el aprendizaje deben ser continuos y permanentes a lo largo de la vida del individuo, de manera que favorezca el desarrollo holístico del sujeto (Porcheddu, 2007).

Esta revolución se debe, en gran medida, a la presencia de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en nuestra vida cotidiana, generando una sociedad que opera con sus propios códigos y requerimientos (Chanona, 2017).

sociedad líquida

Características de la sociedad líquido-moderna

Llegados a este punto, es necesario establecer una serie de premisas sobre la sociedad líquida que deben ser tenidas en cuenta dada su importancia en la sociedad actual, pues “la sociedad posmoderna considera a sus miembros en calidad de consumidores, el interrogante sobre el cual se medita en la actualidad es si uno debe consumir para vivir o vive para consumir” (Bauman, 1999). Como aditivo a este aspecto, es reseñable la tendencia individualista de la educación, de manera que el aspecto social queda relegado a un segundo plano (Rivera, 2010).

Otro elemento destacable de la sociedad líquido-moderna es el síndrome de la impaciencia, descrito por el propio Bauman. De acuerdo con el autor, el tiempo es un elemento peyorativo, pues la aceptación de la espera supone retrasar, e incluso perder, las recompensas otorgadas a la impaciencia del sujeto (Bauman, 2008).

Por tanto, para Bauman, el tiempo es sinónimo de “pérdidas”, todo lo contrario, a lo establecido por Bustamante, para quien el tiempo es interpretado como una “oportunidad” (Bustamante, 2013). Tanto es así, que afirma que el individuo que se basa en la satisfacción inmediata de sus demandas es un sujeto inmaduro, para quienes la educación quedará supeditada durante su decurso cronológico (Bustamante, 2013).

Cambio educativo ligado a la eficacia

Todos estos aspectos de la sociedad líquida implican un cambio en el concepto de educación que hasta ahora se tenía; pues si en un principio la educación se basaba en formar individuos con conocimientos alusivos a todas las actuaciones acaecidas en el pasado como elemento necesario para comprender el devenir actual de la sociedad, en la actualidad, la educación se encuentra influenciada por el sector económico y la eficiencia alusiva del individuo al mismo.

Moilanen afirma que “el aprendizaje y el desarrollo parecen ser importantes para la organización, sobre todo por razones de eficiencia y competitividad, (…), mientras que el punto de vista del ser humano como tal parece no ser importante” (Porcheddu, 2007,). Es decir, la educación presenta como principal premisa la formación de futuros trabajadores con competencias adecuadas para el desarrollo económico de la sociedad, dejando a un lado el aspecto social.

De esta manera, la educación vuelve al modelo fordista, “donde el individuo es considerado como un sujeto que va adquiriendo conocimientos para ser de utilidad en la sociedad” (Hergueta 2017).

Desafíos de la pedagogía

Tomando como referencia estas premisas, es necesario considerar una serie de desafíos de la pedagogía como punto de partida para la formación de la ciudadanía actual. El primer desafío de la pedagogía establecido por Bauman se centra en un tipo de conocimiento listo para ser utilizado de inmediato y, sucesivamente, para su inmediata eliminación. El segundo desafío alude a “la naturaleza excéntrica y esencialmente imprevisible de los cambios contemporáneos, lo cual refuerza el primer desafío (Porcheddu 2007).

En relación a esto, Bauman hace referencia a la ciudad invisible descrita por Italo Calvino, donde “más que las cosas que cada día son fabricadas, vendidas, compradas, la opulencia de Leonia se mide por aquellas cosas que cada día son desechadas para hacer lugar a las cosas nuevas” (Porcheddu, 2007, p. 8). Es decir, en la sociedad actual el conocimiento solamente es retenido mientras es útil. Una vez que éste se vuelve inservible, rápidamente es desechado para dejar espacio a conocimiento nuevo que permita la adaptación del individuo a las nuevas demandas laborales y sociales.

De esta manera, el conocimiento se convierte en algo parecido a una mercancía, lo que presupone la obsolescencia de la misma y, por consiguiente, una renovación constante y permanente que se ajuste a las demandas sociales.

Rol del docente y estrategias educativas

Partiendo de esta perspectiva, los docentes deben implicarse en el desarrollo de un proceso educativo de calidad que potencie el sentido crítico en los alumnos. Actualmente, se prioriza el desarrollo integral de personas que sean capaces de resolver problemas sociales de manera autónoma, evitando reproducir modelos conductuales. Se prioriza el desarrollo de capacidades que permitan dar respuestas adecuadas y actualizadas a las nuevas demandas de la cambiante actualidad.

Por lo tanto, estas premisas hacen inviable el aprendizaje terciario establecido por Gregory Bateson, el cual respondería al modelo de aprendizaje vertical basado en la clase magistral donde no se tienen en cuenta las motivaciones de los educandos, sino un currículo estático e inflexible.

El antónimo de este concepto es el deutero-aprendizaje, nuevamente acuñado por Bateson, respondiendo a la metodología de educación horizontal, que permite el desarrollo de la competencia de aprender a aprender, potenciando la autonomía del sujeto, desarrollando una adaptación curricular a las necesidades del discente, lo que le permitirá adquirir un aprendizaje significativo y globalizado, que incidirá en el desarrollo holístico del alumnado (Porcheddu, 2007).

De acuerdo con el símil de los misiles balísticos de Bauman, no es viable continuar reproduciendo las estrategias metodológicas de transmisión de conocimientos generación tras generación, pues crearíamos sujetos que memorizarían información de manera sistemática, pero sin tener la habilidad para aplicarla en la vida real, ni la capacidad de adaptarse a los cambios acaecidos, pues no se habría desarrollado su pensamiento crítico, esperando obtener del entorno circundante la respuesta adecuada al conflicto presentado. Por ello, es prioritario un cambio de actitud tanto en el docente como en el discente, de manera que se proporcione una educación de calidad, adaptada a las nuevas características sociales y culturales, permitiendo el desarrollo del pensamiento crítico en el alumno, siendo éste capaz de forjar su propio juicio de valor y contando con las habilidades necesarias para poner en práctica todos los contenidos trabajados.

Así, llegamos a la necesaria transición desde un aprendizaje centrado en contenidos a otro basado en procesos y competencias (Freire, 2012).

Esta nueva perspectiva metodológica permitirá al alumno hacer uso de los recursos sociales, personales, actitudinales y materiales de los que dispone en un momento dado, permitiéndole realizar con éxito una tarea determinada, lo que repercutirá en una mejora en su autoestima, así como en la elaboración de un autoconcepto ajustado y positivo de sí mismo y de sus posibilidades de acción.

El desarrollo del alumnado en el ámbito físico, afectivo, social e intelectual se encuentra en directa relación con el uso de la una metodología activa, participativa, donde el alumno se convierta en el principal protagonista de un proceso educativo de calidad, estando éste caracterizado por la innovación educativa.

Hablar de innovación puede evocarnos al uso de las TIC en el aula. Si bien es cierto que el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación en el aula ha supuesto una revolución en el modo de aproximar al alumnado a los diferentes contenidos educativos, así como han mejorado y profundizado los canales de comunicación entre educadores y educandos, no es menos cierto que el simple uso de las TIC no supone una innovación educativa propiamente dicha, puesto que la auténtica revolución radica en las estrategias didácticas que se configuren y desarrollen con las TIC como herramientas de apoyo y mediadoras en el proceso de generar un aprendizaje más significativo (Sandi y Cruz, 2016).

De esta manera, el uso de las TIC en el ámbito educativo como herramienta dinamizadora favorecerá la interacción del alumno con sus coetáneos y con otros adultos, propiciando su participación activa en el proceso de enseñanza-aprendizaje, generándose de esta manera las condiciones contextuales precisas para potenciar la motivación e implicación del alumnado, asegurándose de este modo la significatividad y la globalización del aprendizaje.

Por ello, el uso de las TIC en el aula supone un cambio de paradigma respecto al concepto de educación tradicional ampliamente extendido. De ese modo, el nuevo escenario que nos presentan las TIC en el aula destaca el papel protagonista del alumno en el proceso educativo, siendo él quien determina los contenidos educativos a trabajar, a la vez que marca el ritmo y la profundización a realizar de los mismos, haciendo uso del trabajo cooperativo y colaborativo para alcanzar las propuestas educativas plateadas. En esta perspectiva de educación horizontal no tiene cabida la clase magistral del educador, pues la labor del docente queda supeditada a realizar la función de guía y facilitador del conocimiento, favoreciendo los recursos y experiencias necesarias para generar un entorno educativo motivador y que responda a las motivaciones, necesidades y demandas de todos y cada uno de los educandos, logrando de este modo una educación inclusiva y de calidad.

Los cambios actuales relacionados con la evolución de la sociedad nos han convertido en ciudadanos de un mundo digital, inmersos en una “sociedad red” donde las nuevas tecnologías han potenciado la creación de una realidad paralela, una forma de civilización que opera con sus propios códigos (Castells, 2000; Chanona 2017).

De acuerdo con las palabras de Marchesi (2008), “nos encontramos con una nueva generación de aprendices que no han tenido que acceder a las nuevas tecnologías, sino que han nacido con ellas y que se enfrentan al conocimiento desde postulados diferentes a los del pasado”. Por ello, es necesario conocer las demandas y motivaciones del alumnado para adaptar la propuesta educativa a sus aspiraciones y necesidades, de manera que se desarrolle un proceso educativo de calidad, siendo este aspecto la máxima de todo educador.

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El artículo La sociedad líquida. Una nueva realidad educativa forma parte del número 12 de Campus Educación Revista Digital Docente un proyecto destinado a la divulgación de publicaciones de carácter educativo que permite la difusión del conocimiento y pretende el enriquecimiento de toda la comunidad educativa.

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