Sabemos que el proceso lector requiere de la capacidad de descifrar (comprensión) y producir signos escritos (expresión), siendo un proceso en el que se combinan aspectos tanto físicos como mentales, que adquiere sentido solamente al servicio de la comunicación. Por este y otros motivos en Educación Infantil se tiene que combinar el trabajo sobre aspectos madurativos pero, también, sobre habilidades que preparen a los niños hacia el inicio sistemático de la lectura y la escritura, bajo el firme objetivo de conseguir lectores comprensivos y motivados.
El lenguaje, como capacidad específicamente humana, es un instrumento al servicio de la comunicación, de la estructuración del pensamiento y de la transmisión de saberes, y tiene un importante papel dentro del desarrollo global de las personas ocupando, así, un lugar privilegiado en el currículo de todas las etapas educativas, especialmente en Educación Infantil.
Ferreiro y Teberosky (1979) investigaron el proceso de construcción infantil del sistema de escritura bajo el supuesto de que los niños, antes de leer y escribir, son capaces de crear hipótesis propias acerca de dicho sistema de representación. Descubrieron que esto es un proceso universal dentro de nuestro sistema alfabético ya que todos los niños pasan por una serie de niveles lectoescritores a lo largo de su evolución en la lectoescritura:
- Lectura prealfabética: Se trata de niños que no conocen el alfabeto y hacen hipótesis sobre la información contextual de la palabra escrita. Por ejemplo, son capaces de interpretar que una palabra escrita bajo la foto del mar sea, por ejemplo, “Verano”.
- Lectura alfabética: El niño comprende y discrimina progresivamente las letras, las sílabas, las palabras y las frases. Al principio leerá incorrectamente algunas palabras que tengan letras semejantes pero, poco después, su lectura pasará a ser exacta y las palabras con letras semejantes rara vez serán ya confundidas.
- Lectura alfabética-contextual: La práctica y la maduración hacen que el niño comprenda los distintos significados de las frases en función del contexto, identifique los signos de puntuación, se habitúe a las diferentes entonaciones, etc.
Toda esta expresión sobre las concepciones del proceso lectoescritor en niños se fundamentan en un aspecto esencialmente constructivista del aprendizaje de la lengua.
Lo importante del enfoque constructivista en el aprendizaje de la lectura y la escritura es que tiene en cuenta el propio ritmo del niño, el cual se convierte en el protagonista de su propio aprendizaje y, en la medida en que el docente aprecia este supuesto y conoce las diferentes etapas de adquisición del sistema de escritura y lectura infantil, más cualificado estará para percibir y dinamizar en el aula diferentes momentos que le permitan realizar el entrenamiento lectoescritor de la forma más funcional y significativa posible para los niños.
Podemos afirmar que para iniciarse en el proceso de lectoescritura los niños deben contar con todos los apoyos posibles, a la vez que estar madurativamente preparados, entendiendo la significatividad que puede otorgársele a la lectura y pudiendo disfrutar con y de ella.
La experiencia nos dice que niños que empezaron antes y otros que lo hicieron después terminan demostrando niveles similares en el proceso, desarrollo y comprensión de la lectoescritura, sin presentar desfases preocupantes, tan solo diferencias obvias debidas a los ritmos personales de crecimiento y maduración. Lo primordial y más necesario es respetar el ritmo de cada niño. Entonces, ¿Por qué correr?
Este artículo es un extracto del original incluido en el segundo número de
Campus Educación Revista Digital Docente.
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