La Educación Emocional en la Escuela

Propuesta de proyectos para la etapa de Educación Primaria

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educación emocional en primaria

Realización de proyectos de Inteligencia Emocional en Educación Primaria.

El objetivo de este trabajo es, por un lado, indagar en la aplicabilidad de la educación emocional por medio del análisis del currículo, así como analizar los elementos necesarios para desarrollar un proyecto de educación emocional con alumnos de Primaria, determinando la validez de su implementación y, por otro lado, establecer propuestas de aplicación en el terreno real de la escuela, haciendo una revisión de la metodología que podría emplearse, así como los mecanismos de implicación y seguimiento que por parte de los docentes y del centro escolar podrían materializarse.

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Antecedentes de la Inteligencia Emocional

El concepto de Inteligencia Emocional es acuñado por Mayer y Salovey en 1990, aunque realmente tomó popularidad tras el libro de Daniel Goleman con el mismo nombre, en 1995. Este concepto ha tenido mucha difusión en los últimos tiempos, hasta llegar a plantear interrogantes a la visión psicométrica y tradicional de la inteligencia, la cual ha sido considerada como un constructo medible a través de tests estandarizados con los que obtener un “Cociente Intelectual”. Mayer y Salovey han mostrado una perspectiva más social y global de la inteligencia y han reconocido la importancia de los componentes no cognitivos en ella, como los factores afectivos, emocionales, personales y sociales. Un alto nivel de cociente intelectual, afirman, no es directamente proporcional al éxito en la vida en diferentes ámbitos, como puede ser el laboral, por lo que es necesario aplicar otro tipo de inteligencia en una gran parte de aspectos dl día a día, a lo que Mayer y Salovey denominaron “Inteligencia Emocional” (Extremera y Fernández, 2003)

La Inteligencia Emocional abarca el ámbito intrapersonal, que consiste en el conocimiento de uno mismo y de sus propios sentimientos con el fin de orientar la conducta y la autorrealización personal, comprender sus fuerzas y limitaciones, conocer el propio temperamento, autoestima y motivación, así como de los demás, necesarios para establecer relaciones inteligentes con el resto de las personas (Goleman, 2008).

Mayer define la Inteligencia Emocional como “la capacidad para procesar la información emocional con exactitud y eficacia”, definición que se redefiniría más adelante como la “habilidad para entender y percibir los sentimientos, la capacidad para comprenderlos y la destreza para regular las emociones”.

Es por este motivo, y porque su clasificación de habilidades emocionales está basada en investigaciones empíricas de los efectos de la inteligencia emocional sobre tres ámbitos (el ajuste psicológico, las conductas disruptivas y el rendimiento escolar), que el modelo de inteligencia emocional de Mayer y Salovey es el que cuenta con más fundamento científico.

Dicho modelo define un número de habilidades emocionales que integran el concepto de Inteligencia Emocional y los clasifica en orden ascendente, iniciando con procesos psicológicos básicos como la percepción de las emociones, aumentando progresivamente a procesos más complejos como la regulación de las mismas.

Otros autores, como Fernández – Berrocal (2002) cuentan una visión más amplia del concepto y lo enfocan en rasgos de comportamiento y de personalidad relacionados con variables tales como la motivación o la felicidad, aunque no haya certeza exacta del vínculo de estos aspectos con la Inteligencia Emocional. Esta postura de entender el constructo que nos entraña se integra dentro de lo que se conoce como modelo mixto, donde la Inteligencia Emocional no puede entenderse como un rasgo de la personalidad ya que existen ejemplos de personalidades extravertidas, por ejemplo, que no pueden pronosticar el grado de inteligencia emocional que posee una persona.

Implicaciones educativas de la Inteligencia Emocional

Tras el éxito de Goleman con su libro “Inteligencia Emocional” empezó un auge acerca de la potencialidad de este tipo de inteligencia en el aula, pero todo ello careciendo del respaldo de investigaciones científicas. El modelo mixto que antes mencionábamos ha sido el modelo teórico más utilizado en el ámbito escolar pero quizás no sea la mejor opción debido a que carece de un fuerte fundamento teórico-científico. Autores como Extremeña y Fernández defienden otros modelos, como el modelo de procesamiento emocional de la información, por su peso científico, para implementarse en el sistema educativo.

Las teorías de procesamiento de la información hacen referencia a una corriente que considera al sujeto como un ser activo en la construcción de su propia conducta.

En términos de Inteligencia Emocional, o desde la Psicología de la Emoción, la teoría del procesamiento emocional de la información explicaría las conductas emocionales desde la forma propia del sujeto de sentir, procesar, abordar y analizar la información que viene de sus emociones y sentimientos.

A pesar de que no existe un amplio campo de investigación en el ámbito escolar sobre los programas de educación emocional, sí que se cuenta con datos empíricos tomados mediante métodos de medición tales como los clásicos cuestionarios, los auto-informes realizados por los propios alumnos o la observación directa realizada por el profesor, intentando comparar las respuestas del estudiante sobre preguntas de aspectos emocionales con criterios de puntuación objetivos. Dichos datos empíricos van confirmando la importancia de la inteligencia emocional sobre el bienestar psicológico del niño, su influencia y predicción de las conductas disruptivas en el contexto escolar y su relación con el rendimiento académico.

Como decimos, aunque no se cuente con evidencias totalmente fiables sobre todas y cada una de las potencialidades del aprovechamiento de la inteligencia emocional en el aula, podemos decir que su presencia en el sistema educativo no puede hacer más que mejorarlo, por lo que es lógico considerar su inclusión en aquellas etapas en las que hay más potencial para incrementar las habilidades de los individuos. Dichas etapas son Infantil y Primaria, donde los alumnos se encuentran en un período sensible que les hace más susceptibles a los estímulos del entorno y, a su vez, se encuentran sumidos en un periodo muy importante para la formación de las competencias emocionales.

El proyecto de Educación Emocional

Para analizar las implicaciones del tratamiento de la Inteligencia Emocional de forma específica en las aulas lo más acertado sería que los centros escolares tomasen como idea la gestión de programas de Inteligencia Emocional que implementar de manera paralela a otras tareas curriculares con sus alumnos.

Teniendo en cuenta los diversos documentos programáticos con los que cuenta el centro educativo, a principios de curso la escuela debería plantearse la realización de un proyecto en donde se pretenda tratar las emociones y su gestión en busca de una alfabetización emocional de los alumnos y el profesorado, tomando como punto de partida la educación en valores, las premisas de no violencia y la resolución pacífica de conflictos. La justificación de este tipo de proyectos se fundamenta en las dificultades que acarrean los cambios sociales y que se vienen reflejando en la ineficacia de algunos alumnos en el uso de recursos y habilidades emocionales como la empatía, la tolerancia o la asertividad.

Algunos de los objetivos que en un principio se relacionan con la Inteligencia Emocional y que pueden incluirse en este tipo de proyectos podemos encontrar:

  • Conocerse y conocer a los otros.
  • Mejorar la autoestima y ganar seguridad en uno mismo.
  • Crear un espacio para el entrenamiento de habilidades emocionales.

Paralelamente, pueden describirse y trabajarse objetivos relacionados con otras áreas curriculares, como mejorar la comprensión lectora y la escritura; desarrollar la percepción espacial y sonora; etc.

El proyecto de Inteligencia Emocional ha de impartirse de forma transversal por medio de las distintas áreas curriculares, a través de actividades puntuales que puedan relacionarse entre sí.

La metodología utilizada ha de basarse en la formación autónoma de los profesores, las labores de motivación para el profesorado, la creación de un banco de recursos para compartir entre los docentes…

Análisis de los apartados del proyecto de Educación Emocional

La primera parte del proyecto habrá de ser el desarrollo de pruebas objetivas que determinen las competencias emocionales que poseen los alumnos, como los cuestionarios o auto-informes que mencionamos con anterioridad. Antes de la implementación de cualquier plan en el centro escolar debe haber una fase de diagnóstico de necesidades y a su vez, de necesidades por cada área; esto conlleva a una evaluación de toda la comunidad educativa, de los profesores y del entorno.

 

El proyecto de Educación Emocional, que se desarrollará en fases, comenzará a través del plan de acción tutorial en donde cada tutor observará los agentes internos y externos que influyen en los comportamientos disruptivos, así como en los posibles casos de fracaso escolar. Desde aquí se realizarán las labores de evaluación inicial, es decir, de las necesidades del centro y de cada aula y grupo de alumnos en particular para, a partir de entonces, diseñar el proyecto más adecuado a cada ámbito.

Si se pretende desarrollar el proyecto, como decimos, de forma transversal por las diferentes áreas del currículo, los compromisos de acción docente no pueden caer en la ambigüedad y deben concretarse de forma coherente para cada área o materia, como por ejemplo determinando, para el área de música, el trabajo con diferentes tipos de música pertenecientes a diversas culturas y épocas musicales, y el análisis de emociones y sentimientos suscitados a partir de los contactos con este patrimonio.

Análisis del tratamiento de las competencias emocionales en el currículo actual

Las nuevas perspectivas pedagógicas abogan por la necesidad de incluir en los planes de estudios el tratamiento de las competencias emocionales para lograr de los alumnos ciudadanos responsables, críticos, activos y sensibles. No obstante, y en discordancia con los avances de las teorías educativas actuales, la mayoría de los marcos jurídico-educativos, como es el caso del español, andan desfasados y todavía no llegan a contemplar de manera plena el tratamiento de contenidos puramente emocionales. La actual Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre para la Mejora Educativa (LOMCE) representa un ejemplo en donde se presenta un desfase pues parte de la base de desarrollar y potenciar por encima de cualquier cosa las competencias en comunicación lingüística, la matemática y las competencias en ciencia y tecnología, relegando a un segundo plano otros saberes tales como la música, el arte o los valores sociales y cívicos.

En esta actual legislación educativa se omiten los objetivos específicos de área para sustituirlos por los estándares de aprendizaje evaluables, los cuales especifican los resultados de aprendizaje que el alumno debe lograr, concretando qué deben conocer, comprender y saber hacer. Este modelo de evaluación parece volver hacia la enseñanza tradicional ya que dirige su atención hacia el alumno, siendo los resultados, lo que sabe y no sabe, lo importante, y limita al profesor a la hora de evaluar otro tipo de elementos esenciales para la formación integral del alumno a la vez que no promueve el desarrollo de las competencias emocionales.

Lejos de determinar el acierto o fracaso de esta medida, hemos de matizar que con el planteamiento de estos estándares es muy difícil hacer un seguimiento pormenorizado de las habilidades emocionales del alumnado.

El currículum en la práctica limita el desarrollo de las habilidades emocionales ya que no cuenta con ninguna área en concreto y se delega a las horas de acción tutorial o, de manera transversal, en otras áreas, por lo que su implementación se hace, en muchos casos, costosa para los docentes, quienes no saben muy bien cómo diseñar e implementar estos proyectos. Es por esto que los proyectos de Inteligencia Emocional deben seguir un modelo teórico confiable y con respaldo científico, aunque en la actualidad contamos con pocas investigaciones en dicho campo. Y es que para poder realizar estas investigaciones tiene que seguirse un modelo teórico que pueda ser medido y cuantificable, por lo que reafirmamos el uso del modelo teórico de Mayer y Salovey en el aula.

Algunas consideraciones a tener en cuenta

Otro de los elementos esenciales para el desarrollo de un proyecto de Inteligencia Emocional es la formación del profesorado en dicho campo, pues el desconocimiento de los modelos teóricos, las competencias emocionales que se pretenden desarrollar y la metodología y recursos necesarios para cumplir los objetivos de los proyectos de Inteligencia Emocional pueden llevar a un mal diseño del proyecto y a una ineficaz implantación del mismo. Adicionalmente, el desarrollo de las competencias emocionales en los profesores también juega un papel muy importante en cuanto a los beneficios esperados del mismo, pues una parte importante de educar es a través del ejemplo, además de que esta competencia sensibiliza a los profesores y facilita las tareas y la cooperación por parte del alumnado.

Como ideas de mejora para los centros que deseen realizar proyectos que desarrollen la Inteligencia Emocional se recomienda que se sigan el modelo teórico del procesamiento emocional de la información, y que se comience por fases, iniciando el tratamiento en habilidades emocionales desde la etapa de Infantil (desde la identificación de emociones hasta la regulación emocional propiamente dicha).

Es muy importante que antes de comenzar a poner en marcha el proyecto los profesores reciban formación profesional al respecto, que sea de fuentes fiables y, además, si es posible, formar al profesorado en las mismas competencias emocionales que se pretende transmitir a los alumnos, de esta manera se tendrá a profesores más concienciados.

Así mismo, es necesario que tanto al inicio como al final de cierto período se realice una evaluación tanto de la Inteligencia Emocional de los alumnos para ver si realmente han evolucionado y si el proyecto ha servido para su rendimiento escolar, así como para ver la efectividad que ha tenido el centro en la implantación de dicho proyecto. Es recomendable que se trabaje en equipo con el departamento de orientación, ya que pueden aportar tanto recursos como metodología que puede enriquecer la puesta en marcha del proyecto. También es recomendable que el proyecto se abra a las familias, hacer partícipes a los padres y organizar actividades para desarrollar a su vez la competencia emocional a través de cursos, charlas o actividades de convivencia.

Como propuesta adicional sería oportuno que el Centro de Profesores y Recursos tenga un mejor control en el seguimiento y evaluación de los proyectos, sobre todo cuando se opta por la formación autónoma del centro, proporcionando adecuadas referencias y autores y definiendo las competencias emocionales que se persiguen.

Es muy importante conocer los resultados de estos proyectos de educación emocional que se están llevando a cabo para realizar más investigaciones al respecto, por lo cual son necesarias las evaluaciones iniciales y finales de los proyectos. Además, la experiencia compartida mejorará el tratamiento y los resultados futuros.

Aún hay mucho por recorrer para poder unificar criterios en cuanto a las características que debe cumplir el diseño de un programa de Educación Emocional, pero se puede comenzar por la elección de un modelo teórico que sirva de guía para ello.

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El artículo La Educación Emocional en la Escuela. Propuesta de proyectos para la etapa de Educación Primaria forma parte del número 5 de Campus Educación Revista Digital Docente un proyecto destinado a la divulgación de publicaciones de carácter educativo que permite la difusión del conocimiento y pretende el enriquecimiento de toda la comunidad educativa.


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Alicia Eugenia García Ávila
Graduada en Educación Primaria (Murcia)