RESUMEN: La República Popular China se va erigiendo como potencia hegemónica mundial y es bastante probable que su lengua mayoritaria, el chino mandarín, adquiera el estatus de nueva lengua de la élite sociocultural mundial. Es por ello que España debe adelantarse al futuro y apostar por la inclusión de su enseñanza en las edades más tempranas, logrando así en las próximas décadas un impulso de la economía nacional, en el que jugarán un papel decisivo las relaciones entre China y el mundo occidental, mediante un Plan de fomento del plurilingüismo.

 

Palabras clave: China; España; Relaciones internacionales; Chino mandarín; Lenguas extranjeras; Plurilingüismo

 

Abstract: The People’s Republic of China is rising as the leading world power and it’s very probable that its principal language, Mandarin Chinese, takes on the status of the new language of the world elite. Because of that, Spain must anticipate the future and teach Chinese from the early stages of education; boosting its national economy in the following decades due to the pivotal role of the future relationship between China and the Western world through a Plan to promote bilingualism.

 

Keywords: China; Spain; International relations; Mandarin Chinese; Foreign languages; Multilingualism. 

EL MANDARíN EN LAS AULAS ESPAÑOLAS

Un futuro incierto

La República Popular China, es decir, la China continental, se ha erigido como la potencia industrial y económica del siglo XXI, y podría superar a Estados Unidos, en un plazo de diez o veinte años, si el rumbo de la Historia sigue la tendencia actual. Igual que tras la Segunda Guerra Mundial, el inglés y el ruso desplazaron al francés como lingua franca -en sus respectivas áreas de influencia- (Fernández, 2009), y del mismo modo que la lengua de una potencia dominadora se convierte en la lengua común en los territorios que controle, y que por lo tanto o está reservada a la élite y/o se obliga a aprender en las escuelas; es bastante probable que ocurra con el mandarín, ante lo cual se observa un aumento generalizado por el estudio de dicha lengua, pero a nivel personal, como se puede apreciar en los datos estadísticos de los Institutos Confucio de todo el mundo del periodo 2016-2018.

El Mandarín en las Aulas Españolas #CedRevistaDigitalDocente Share on X

A pesar de que el chino, puede no convertirse en una lingua franca, especialmente debido a su complejidad tanto escrita como fonética, es posible que derive en un chino coloquial completamente escrito en alfabeto latino, más simplificado que el actual pinyin para aquellos que les resulte muy complejo su aprendizaje; reservando el chino mandarín, el estándar, para la élite y aquellos que tengan la edad y capacidades adecuadas para aprenderlo. Si no se consigue esto, puede ser que se planteen dos escenarios:

  • El chino se convierta en un gran valor añadido entre los ciudadanos no chinos como intermediarios entre los no chinos y los chinos, y se conviertan en una clase social media con ciertos privilegios respecto al resto de sus compatriotas, como ocurre en cualquier caso de dominación extranjera.
  • El chino se reserva a la élite y los ciudadanos chinos aprenden las lenguas locales para prescindir de los intermediarios nativos.

Como podemos comprobar, la segunda situación sería la más común. Su antecedente oficial más explícito, sería la política que se lleva desarrollando en la R. P. C. desde que el presidente Deng Xiaoping adoptara en 1978 un conjunto de medidas para que su país despegará de su letargo socioeconómico (Van Mol, 2008). Esta política incluida en otras de mayor alcance, consistían, al igual que hizo Japón durante finales del s.XIX y comienzos del XX para lograr su modernización e industrialización durante la Restauración Meiji, en enviar a sus estudiantes al extranjero para que aprendieran con los mejores expertos, a la vez que aprendían una lengua nueva, y volver a China contribuyendo con sus conocimientos y habilidades, impulsándola hacia delante (Zha, 2008).

El aprendizaje de la lengua española en la R. P. C. es muy popular, como afirma Lu Jingsheng, académico de la RAE en ese país y profesor en la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai, al comentar que en China, durante el año 2019 había 20.000 personas estudiando el Grado de Filología Hispánica, y otras 30.000 que estudiaban español por diferentes métodos, y que estas cifras crecerían con el paso del tiempo (Blanco, 2019).

 

De este modo, el aprendizaje de nuestro idioma se convierte en un medio con el que la juventud china puede adueñarse del comercio hispanoamericano y español, y si es posible del mundo entero, al igual que han hecho hasta la actualidad las principales potencias mundiales a lo largo de la Historia. Estos conocimientos lingüísticos, ampliados y perfeccionados gracias a las estancias en el extranjero, ya sea por estudios en universidades extranjeras, y/o a través del Instituto Confucio, se suman a la inmensa población de origen chino, más de 40 millones, que se extiende por la totalidad del globo, formando parte de la Diáspora China, normalmente enfocada al mundo de los negocios, con bastante éxito (Fleischer, 2012).

Es por ello, que en el presente artículo se presenta una propuesta educativa, mediante la cual España, lejos de poder competir con la R. P. C. en el ámbito industrial y comercial, se convierta en una fábrica de sinohablantes, y pueda competir con otros países en la carrera educativa.

Mientras que el inglés continuará siendo el idioma más útil tanto en el ámbito cultural como el económico, el chino mandarín le tomará el relevo, en un plazo de entre diez y veinte años, aunque de momento, parece que se nos olvida que la mayor parte del tiempo comerciamos con chinos, al comerciar la mayoría de nosotros a través de Aliexpress, Ebay y Amazon.

Panorama educativo español en la enseñanza del chino mandarín

España cuenta con 50.000 estudiantes de la lengua china y cuenta con el mayor número de inscritos en los exámenes oficiales de nivel de chino (HSK) de Europa y con 4.000 compatriotas estudiando el idioma en la P.R.C. (Xinhuanet.com, 2018). Muestra de ello, es que en nuestro país ya se hayan realizado tímidos acercamientos hacia la implantación del chino como L2, como puede comprobarse en la Declaración conjunta de la República Popular China y el Reino de España sobre el fortalecimiento de la asociación estratégica integral en un cambio de época, del 28 de noviembre de 2018, concretamente en sus puntos trigésimo y trigésimo primero.

No obstante, como se podrá apreciar a continuación, en la práctica estas intenciones están plasmadas de forma muy tibia y desigual por todo el territorio español, y en la mayoría de los casos son los propios centros educativos de forma individual y los organismos autonómicos y no estatales las que las implantan o intentan aplicarlas -a pesar de que las CCAA tienen competencia en el ámbito educativo, desde el ámbito estatal se puede modificar el currículum general de las diferentes etapas educativas, así como la ley educativa vigente en cada momento-, lo que significa una notable discriminación geográfica.

En el ámbito público no universitario, podemos constatar una presencia no marginal aunque bastante desigual hablando en términos geográficos de educandos. 

  • Andalucía: 3.427 estudiantes de chino en 24 centros públicos asociados y 8 aulas Confucio, con 8 profesores de Aula Confucio y 18 voluntarios de Hanban que lo enseñan tanto de forma curricular, como extracurricular.                                                          La Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía renovó en mayo de 2020 el Convenio específico entre la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y el Departamento de Educación de la Provincia de Jiangsu para el desarrollo de las Aulas Confucio en la Comunidad Autónoma de Andalucía, hasta abril de 2024.                  Posee un currículo específico para educación primaria y el de secundaria se encuentra en desarrollo.
  • Castilla y León: Sólo se imparte en dos institutos públicos de Valladolid, con sólo 131 alumnos, al ser un fracaso debido al sistema de cupos.                                               La asignatura “Lengua y Cultura Chinas” se incluye como materia de libre configuración autonómica en el currículo de educación secundaria y de bachillerato (ORDEN EDU/589/2016, de 22 de junio), en el que se establecen dos horas semanales.
  • Comunidad de Madrid: Se imparte extracurricularmente en 32 centros de primaria y secundaria, con gran aceptación, y está incluido en el currículo de un centro concertado.
  • Ámbito nacional: Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI), que ofrecen cursos de 135 horas que dan derecho a la certificación de nivel.                                                                Se ofrece solamente en las capitales autonómicas y en algunas provinciales, y con niveles desde el A1 al B2.                                                                                         Al contrario, en el ámbito universitario, las propuestas de enseñanza de “Lengua y Cultura chinas” están más extendidas por el territorio nacional, aunque aún dista mucho de una distribución geográfica equitativa y de una oferta más amplia.

Propuestas de enseñanza de “Lengua y Cultura chinas” en el ámbito universitario español.

Tipo de estudios Centros en que se imparte Comentarios
Grados en Estudios Orientales

 

 

Univesitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Universidad de Granada (UdGr)

 

Permiten realizar prácticas en el Instituto Confucio y participar en convocatorias de movilidad en China.
Grados en Traducción e Interpretación, con chino como L2 UAB y UdGr
Másteres oficiales de enseñanza de chino  

UAB y Universidad Pontificia Comillas

 

Grados de Turismo, con chino como L3  

Universidad de Burgos (UBU), UAB y UdGr.

 

Grados de Lenguas Modernas  

Universidad de Nebrija, Universidad Autónoma de Madrid (UAM), UAB

 

Cursos de idiomas a distancia o semipresenciales en los centros de idiomas de universidades no presenciales Centro Universitario de Idiomas a Distancia (CUID) de la UNED y Universitat Oberta de Catalunya X (UOC X).

 

 

 

Alto coste, 240 y 330 € -según modalidad- (CUID).

Expiden certificados no oficiales y solamente válidos para convalidar determinados créditos de grado en el ámbito intrauniversitario, y para acceder al nivel superior en la EOI, superando los cursos del A1 al B1.

 

 

En el ámbito privado, y al margen de las academias privadas, se constata la presencia de ocho Institutos Confucio por toda España, entre los que podemos mencionar los de Barcelona, Granada, León, Madrid y Valencia (Fundación Instituto Confucio de Barcelona, 2018).

En sus sedes, no sólo se imparten lengua y cultura chinas de forma académica, sino también se realizan actividades culturales gratuitas y de pago, algunas en colaboración con Casa Asia, como conferencias, concursos, etc; celebración de los diferentes exámenes oficiales de certificación del nivel de chino (HSK), así como el que permite la obtención del título de profesor de chino.

Además, también ofrece becas a estudiantes de mandarín y participa en las diferentes negociaciones y actividades educativas y socioculturales entre los diferentes organismos oficiales españoles y chinos, tal y como se puede constatar su presencia en la firma de los diferentes convenios educativos y en la organización de diferentes actividades socioculturales chinas con entes públicos españoles.

El chino en los sistemas educativos europeos

Países como Alemania, Francia, Italia, Irlanda y Países Bajos, a nivel estatal y/o subestatal (en estados descentralizados), consideran ya la lengua china como una materia curricular de secundaria y como materia de examen en sus pruebas finales o de acceso a la universidad, lo que demuestra que sus organismos e instituciones reconocen su relevancia estratégica.  Asimismo, tanto Francia como Italia, han normalizado los currículos y los criterios de acreditación del profesorado para secundaria (FICB, 2018).

Por lo tanto, la implementación en nuestro país de la enseñanza del chino en los diferentes niveles preuniversitarios de forma oficial en todo el territorio, es una apuesta de futuro perfectamente realizable, puesto que se han desarrollado en otros países europeos con bastante éxito, y realmente  beneficiosa para el conjunto de la sociedad por motivos estratégicos.

Es por ello que España puede aprender de las experiencias de nuestros vecinos europeos para adaptar sus modelos y estrategias a nuestra realidad y necesidades, y no podemos vacilar ni posponerlo, si no queremos perder esta ventaja estratégica.

Sin embargo, según la FICB (2018), tanto España como otros países europeos que contemplan al chino como materia curricular, carecen de una amplia plantilla de profesorado competente en la enseñanza de la lengua china, lo que en nuestro caso es un gran factor retardante de la implantación del chino en nuestro sistema educativo, a pesar de la existencia de programas de formación en la didáctica del chino en niveles universitarios, como se ha comentado previamente, aunque de momento no logran satisfacer esa gran demanda de egresados. Es por ello, que para paliar este serio problema, entre otros de igual magnitud que impiden la adopción curricular del chino como materia curricular a nivel estatal, se expone la propuesta en el siguiente apartado.

Una propuesta educativa

La implantación del chino de forma generalizada en los niveles preuniversitarios del sistema educativo español, dentro del currículum educativo, requeriría la siguiente batería de medidas a adoptar por parte del Gobierno español y de los diferentes gobiernos autonómicos:

  • Realizar importantes inversiones estatales para ampliar los recursos docentes en la enseñanza del chino, tanto para estudiantes como para futuros profesores de esta lengua. Dentro de esta medida, podríamos encontrarnos con:
    • Realizar la contratación a gran escala de profesores de chino, nativos preferentemente, para repartirlos por toda la geografía española, hasta llegar a la utópica cifra de por lo menos, uno por centro educativo, tal y como ocurre con el idioma inglés, y posibilitar la enseñanza del chino en la mayoría de las EOI, evitando así que esté relegado a las capitales provinciales o autonómicas en el peor de los casos, como se ha expuesto anteriormente.
    • De forma transitoria se podría apoyar en los programas de ayuda y financiación de Hanban, obtenida ya por otros países europeos, mediante un programa para la creación y financiación de especializaciones universitarias en enseñanza de chino, en forma de másteres o grados, como ya ocurre en la UAB, para conseguir así la formación de un gran número de docentes españoles cualificados para la enseñanza de la lengua china; y aceptar temporalmente, hasta disponer el Estado de un cuerpo docente suficiente para suplir la demanda, de profesorado con formación específica en la enseñanza de la lengua, a hablantes no nativos a distintos niveles educativos y asistentes de conversación, que oferta Hanban a través del IC a los centros de primaria y secundaria de su entorno para programas extracurriculares satisfaciendo la demanda de profesorado local, tal y como realiza en la actualidad (Fundación Instituto Confucio de Barcelona, 2018).
  • Financiar parcial o totalmente los cursos de idiomas en las Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI), universidades y academias debidamente reconocidas. Se tomarían como ejemplo el PIA+ (Pla d’Impuls de l’Anglès) de la Generalitat de Catalunya, y los cursos para personas en situación de desempleo en academias privadas financiados por el Servicio Público de Empleo (SEPE) y sus equivalentes autonómicos, como en el caso de Cataluña, el Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC) (Generalitat de Catalunya, s.f.a; Servicio Público de Empleo Estatal, s.f.).
  • Implantar la enseñanza del chino en educación infantil, debido a la complejidad del idioma, apostando mayoritariamente por el pinyin hasta la etapa de la educación primaria cuando ya se empiece a cambiar por el sistema escrito, simplificado en todo caso, hasta segundo ciclo de secundaria cuando se podrían empezar a introducir los caracteres tradicionales, que aún se emplean tanto en Taiwán (República de China), Hong Kong y Macao (Robertson, 2018).
  • Ampliar el número de universidades públicas que ofertan grados en Estudios Orientales y/o  másteres oficiales en Didáctica del Chino para Hispanohablantes, ofreciéndolas en  también modalidad no presencial/en línea, aunque conservando las prácticas.
  • Aumentar el número de plazas de convocatorias subvencionadas de movilidad e intercambio estudiantiles en China.
  • Posibilitar la certificación oficial de la enseñanza de idiomas extranjeros en las diferentes universidades, no solamente dentro del ámbito universitario.
  • Ofrecer como incentivo, además de la financiación total o parcial de la enseñanza del mandarín, una serie de incentivos como la oferta de un gran número de beneficios, sobre todo en el ámbito laboral, como la creación de una gran plétora de puestos laborales, tanto en empresas privadas como públicas y en la Administración, reservados para los egresados que sepan hablar el idioma, aunque el Estado también tendría cierto derecho lógico de tener en exclusividad los derechos laborales de los individuos que han disfrutado de la enseñanza gratuita del chino durante un periodo de tiempo determinado, tal y como ocurre en Singapur a la hora de conceder becas de estudios a los extranjeros (Haseltine, 2015), para compensar esa inversión pública, trabajando en el país obligatoriamente durante varios años.

Por último, no solamente es el idioma lo que se debe aprender, sino también el componente sociocultural chino. No solamente hay que hablar y comprender el idioma, sino hay que comprender cómo son culturalmente para conocer sus intenciones y la mejor forma de tratar con ellos, así como para saber equilibrar la balanza a la hora de negociar y evitar cualquier tipo de malentendidos.

En conclusión, España aún no está al corriente, de forma generalizada, de los nuevos vientos, y ello puede significar un estancamiento sociocultural más notable que el presente, aunque como se puede comprobar, va realizando pasos tímidos hacia las metas más generales expuestas en la propuesta educativa mencionada.

Sin embargo, ese desinterés por la cultura y el idioma chinos no son síntomas de racismo, ni de desprestigio, sino de desconocimiento hacia ella y la complejidad del idioma, y la falta de interés por parte de la administración pública española de facilitar la democratización de la cultura y del acceso a ella, bastante notable en este caso en particular, así como al cierto grado de hermetismo desarrollado por parte de la sociedad china radicada en España, e incluso puede ser por el intento de otras potencias extranjeras de mantener su influencia en nuestra sociedad a través del idioma.

No obstante, algo que hay que aprender del pensamiento chino, es el hecho de pensar a largo plazo, y si la administración educativa reconociera públicamente la utilidad actual del aprendizaje del idioma chino, se estarían formando desde ya varias generaciones con un gran futuro laboral, y que por lo menos podrían retener un gran número de puestos de trabajo tanto en el ámbito nacional como el internacional, evitando así que los extranjeros monopolicen los ámbitos laborales de traducción y relaciones internacionales con empresas chinas.

No se pretende una subyugación de España respecto a China, sino una potenciación de nuestro país como una potencia educativa adaptada a los nuevos tiempos, sin necesidad de sacrificar la influencia anglosajona y francesa que tantos beneficios nos reporta. El único propósito es convertir a España en un país plurilingüe de forma efectiva tal y como ocurre en Suiza, Finlandia y Bélgica (Otero, 2010). No obstante, huelga decir que a pesar de la democratización educativa, el nivel de inglés de la juventud española sigue siendo bastante pobre en relación a países de nuestro entorno, como los países nórdicos, Holanda y Luxemburgo, según datos intercalados entre Eurostat y Education First (Zafra, 2019).

Por último, España como un país lamentablemente de tercer orden en los asuntos internacionales, debe apostar por una acción de futuro basada en la educación ya que no puede vivir eternamente del turismo, el cual representaba en 2018 un 12’3 % del PIB (Instituto Nacional de Estadística, 2019), en cuanto se vea desplazada por otras potencias turísticas, como por ejemplo China; y se puede convertir en el punto de encuentro entre el mundo anglófilo y el oriental, ya que siguiendo en la línea darwinista, no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a las circunstancias de cada momento. Y es por ello que, una pequeña inversión en la actualidad, puede conllevar grandes beneficios al país en el futuro, tal y como hacen los países escandinavos (Datosmacro.com, 2018).

Es posible que alguien se muestre reticente en un primer momento a un cambio tan radical, pero del mismo modo que el inglés se ha convertido en obligatorio sin respetar el libre albedrío de la ciudadanía, aunque sea por pretextos teóricamente nobles, desplazando al francés, lengua de cultura y lingua franca de la primera mitad del siglo XX, el chino debería implantarse gradualmente aunque de cierta forma acelerada, ofrecido primeramente como una lengua optativa en todos los niveles educativos, y luego como obligatoria, dependiendo del avance de la R. P. C. en el panorama sociopolítico mundial.

El hecho de hablar el idioma chino, puede significar la diferencia entre tratar con los chinos en condición de iguales o no. Como dijo Francis Bacon, o por lo menos a él se le atribuye esta máxima: la información es poder. Y si dependemos de un traductor chino, que es lo que ocurre en la mayoría de las ocasiones, este a su vez interpretará a los nativos, y sabrá sacar más provecho para sus compatriotas que el aceptable en un punto intermedio.

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