Las situaciones de desamparo o desprotección son una realidad que, en la mayoría de los casos, pasa de manera inadvertida en nuestra sociedad, siendo un tema poco tratado en la actualidad y bastante desconocido tanto para el conjunto de la población como para ciertas ramas de la Educación y las Ciencias Sociales. No obstante, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014) un 23% de la población actual ha sufrido algún tipo de maltrato cuando eran menores, lo que nos da pie a pensar que no es una problemática que desde el terreno educativo se pueda pasar por alto.
Es fundamental saber detectar un caso o una situación de desamparo en las aulas sabiendo, además, de qué modo actuar ante dichas cuestiones, así como el papel que desempeña la escuela en la atención de estas realidades, pues constituye el lugar donde el niño más horas permanece diariamente y tiene el poder de funcionar como un agente de detección y prevención, observando y velando por los derechos del niño. Según Bringiotti (2000) la escuela es el lugar privilegiado para promover la defensa y vigencia de los derechos de la infancia, a la par que para detectar cualquier indicio de su posible vulneración.
El nivel educativo constituye el primer nivel de prevención, así como de detección para situaciones de maltrato, por lo tanto posee una labor esencial en el tratamiento de este tipo de situaciones, ya que tiene una relación continuada con los menores y sus familias.
Entre las acciones destinadas, primeramente, a la prevención y, posteriormente, a la activación de mecanismos para la detección y futura intervención ante casos de maltrato, que pueden llevar a la práctica los centros educativos, podemos citar, entre otras:
- Reuniones al comienzo de curso escolar con el alumnado nuevo y su familia, con trabajadores sociales y el orientador del centro, a poder ser, para detectar cualquier tipo de comportamiento fuera de lo normal.
- Seguimiento exhaustivo con los alumnos y sus familias sobre las que se sospeche exista cualquier problemática.
- Llevar a cabo charlas de formación, jornadas o cursos dirigidos a los docentes y futuros educadores para saber detectar e intervenir ante la presencia de un caso de desamparo o maltrato de un alumno.
A pesar de tratarse de un aspecto en el que los educadores tienen gran trabajo por hacer, las situaciones de desamparo y maltrato son algo que afectan al conjunto de la sociedad y ante lo que todo el mundo debe actuar, pues denotan un déficit de humanidad, sensibilidad y cultura que, aunque duela, todos debemos asumir.
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