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El Duelo Infantil en el Aula

Protocolo de actuación escolar

Resumen: El presente artículo trata sobre la percepción e imagen que tiene un menor ante la muerte de un familiar o conocido y cómo se debe abordar el duelo en edades tempranas desde el centro educativo. A pesar de la relevancia de afrontar la mortalidad desde las escuelas durante la vida académica del estudiante, dicha necesidad ha sido ignorada durante muchos años por generar controversia y convertirse en un tabú social y educativo, ligado en ocasiones al ámbito exclusivo de la psicología y medicina. Para seguir avanzando en este campo, se reúnen un conjunto de líneas de acción pedagógica básicas que pueden ser útiles para la comunidad escolar junto a las familias. Los protocolos de actuación sobre pérdida y duelo avistan medidas preventivas para garantizar un menor impacto en el terreno emocional de los alumnos y facilitar un acompañamiento cálido por parte de todos los miembros de la comunidad.

Palabras clave: Duelo infantil; Educación Infantil; Educación Primaria; Educación emocional; Acompañamiento; Intervención educativa.

 

Abstract: This paper discusses the perception and image that a child has when faced with the death of a family member or acquaintance, and how grief should be addressed at an early age in the educational setting. Despite the importance of dealing with mortality in schools during a student’s academic life, this need has been ignored for many years due to the controversy it generates. It has become a social and educational taboo, often relegated exclusively to the fields of psychology and medicine. In order to make progress in this area, a set of basic pedagogical guidelines is presented. These can be useful for the school community and families alike. The protocols for dealing with loss and grief suggest preventive measures to ensure a lesser emotional impact on students and to facilitate warm support from all members of the community.

 

Keywords: Childhood bereavement; Early Childhood Education; Primary education; Emotional education; Accompaniment; Educational intervention.

EL DUELO INFANTIL EN EL AULA 

El fallecimiento de un ser querido es un proceso doloroso y triste para cualquier persona que lo sufra, pero mucho más complicado de razonar para un menor. Nos esforzamos por proteger a los escolares de esta realidad, olvidando en ocasiones que debemos, junto a sus familiares, enfrentar este hecho de la manera más normalizada posible, proporcionando las herramientas sociocognitivas y emocionales necesarias para vivir el duelo como una etapa más. Los niños pueden verse favorecidos y elevar su estado emocional si se trata con naturalidad la pérdida dentro de las aulas, ofreciendo un acompañamiento sano y fuerte donde el escolar descubra por sí mismo una realidad que nos envuelve. La escuela es esa institución social donde el menor puede descubrir, sentir, comprender y asimilar junto a sus iguales y docentes, diferentes sentimientos e inquietudes que le permiten crecer y madurar a su debido tiempo. Pero aún queda mucho trabajo por hacer en el área de la educación emocional y en la formación pedagógica de los maestros ante un desafío tan importante como es el duelo infantil, porque la muerte es una cuestión fundamental y debería estar incluida en el ámbito curricular (Pedrero y Leiva, 2011).

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La percepción de la muerte en edades infantiles

La muerte no es un suceso que todos los niños entienden por igual, ni siquiera generan una misma idea cognitiva al oír hablar de una pérdida. Algunos menores pueden pensar en la muerte en relación con las creencias religiosas de su familia, en el cielo y los ángeles, en un universo paralelo al mundo terrestre; otros niños conciben el fallecimiento como un momento temporal o reversible, algo que los adultos temen pero que a la infancia no debería afectar; y algunos pueden incluso no haber formado ninguna construcción mental de este hecho por no haberles sido explicado con naturalidad. Los niños también experimentan el dolor a su manera, sienten la tristeza y se dan cuenta de que falta alguien importante en su vida (Santamaría, 2010).

Dicha apreciación también estará condicionada por la manera en que los adultos abordamos esta realidad junto a nuestros hijos y escolares. Aproximar los conceptos de la muerte y la infancia es, a priori, como unir el agua y el aceite: queremos que sean dos mundos separados y distantes porque uno nos muestra la cara negativa y dolorosa de nuestro paso, y el otro, la sonrisa y la alegría de la vida. Sin embargo, ante la curiosidad y los ojos de un niño, la muerte es un acontecimiento que requiere de investigación e indagación, ya que la observan a diario en la naturaleza, en la literatura infantil y en las noticias del informativo. Por lo tanto, no es algo eventual, pasajero y alejado de nuestros alumnos, porque saben de su existencia y en muchas ocasiones hasta juegan en los recreos y tiempos de ocio con ella. Entonces, nos podemos cuestionar el porqué de ese miedo adulto a evitar un escenario tan cercano para ellos.

Podemos confirmar que la percepción de la muerte en la mente de un niño está limitada y condicionada por la sobreprotección y el temor de la persona adulta a un posible daño en su sensibilidad, creyendo erróneamente que estamos ayudando al niño si ignoramos sus cuestiones vitales por pensar que no está preparado para recibir respuestas o si evitamos tratar un tema tabú impuesto por la sociedad.

Para una construcción real y armónica de las etapas vitales en nuestros escolares, debemos dejarnos llevar por la pedagogía de la pregunta para iniciar un proceso de enseñanza-aprendizaje basado en un contexto existente y verdadero, en el que el alumno es partícipe y protagonista de su evolución, mediante una enseñanza que no limita, sino que acompaña y transmite el conocimiento y la realidad que los alumnos necesitan apreciar en cada momento de su vida. El alumnado actual necesita una educación sensitiva y experimental, con conocimiento de causa, y para hacer posible el tratamiento de la muerte y lo que ello implica a nivel emocional para los más pequeños, nos aproximaremos al duelo desde la educación emocional.

El duelo en el aula desdes la educación emocional

Un verdadero proceso de formación prepara para las dificultades y situaciones futuras, para saberlas afrontar (Poch y Herrero, 2003). Nosotros, como docentes, tenemos un papel muy relevante en la vida de nuestros escolares, porque somos los agentes que les transmitimos realidad y conocimiento junto al resto de grupos de referencia social. Cuando la situación del alumno se ve rodeada por miedo, incertidumbre y tristeza, se debe desarrollar una relación aún más fuerte para acompañar al estudiante en todo momento y guiar a la familia con pautas que orienten la actuación en casa, bajo las mismas líneas de la escuela.

La educación afectiva, junto con la identificación y comprensión de las emociones, permite el desarrollo humano de los escolares y ser conscientes del porqué de sus sentimientos. Durante el duelo infantil, los niños pueden experimentar impresiones y sensaciones variadas, y asustarse por no saber manejarlas o por no sentirse arropados por los adultos de confianza. Es un cuadro emocional abstracto que puede crear confusión al no ser comprendido, y nosotros, como maestros, daremos las pinceladas exactas y necesarias al infante para que, dentro de la oscuridad y los tonos fríos asociados con la muerte y la pérdida, se pueda hallar un significado cálido y sentimental que dé sentido a todo el proceso. Para ello, los docentes necesitamos formación permanente para aportar al alumnado las herramientas y estrategias necesarias, así como para reconocer los síntomas y emociones que puedan surgir, con el fin de actuar de manera inmediata y de calidad.

ETAPA EDUCATIVA Y SUS PERCEPCIONES ANTE EL DUELO

1º CICLO EDUCACIÓN INFANTIL: No hay consciencia de la pérdida. Se percibe la ausencia, pero sin requerir de un duelo.

2º CICLO DE EDUCACIÓN INFANTIL: Posible sensación de abandono sin saber qué ocurre. Se percibe la ausencia, pero sin requerir de un duelo

1º Y 2º DE EDUCACIÓN PRIMARIA: La muerte desde una vertiente mágica: fallecido visualizado como ángel o ser fantástico de protección. Dependiendo del vínculo afectivo puede derivar en trastornos como la enuresis o pesadillas nocturnas. Tristeza, lloros o berrinches momentáneo. Comprensión simbólica del duelo.

3º Y 4º DE EDUCACIÓN PRIMARIA: Comprender la muerte a partir del ciclo vital de una planta o animal. Conocimiento de la enfermedad y de los rituales fúnebres. Tristeza, rabia y enfado. Gran apoyo emocional y atención a la depresión infantil.

5º Y 6º DE EDUCACIÓN PRIMARIA: Percepción más cercana del verdadero significado de la muerte y la pérdida. Comprensión más cercana a la del adulto. Se empiezan a plantear cuestiones vitales y del ser: ¿quién soy?, ¿qué hay después de la muerte? ¿y tras el universo, la nada? Impotencia, negación, culpabilidad, necesidad de participar en la despedida.

A través del juego podemos realizar actividades lúdicas que aborden aspectos del duelo y la muerte en momentos específicos, como la celebración de Halloween o el Día de Todos los Santos, para introducir esta temática. A pesar de ser una realidad dolorosa, se puede adaptar a la mentalidad infantil a partir de las emociones. Es importante esta labor preparatoria desde el aula porque, tarde o temprano, todo niño se enfrentará a la muerte; muchos lo harán durante la adolescencia, pero hay un número que, por estadística, vivirá la pérdida de un familiar cercano, como los abuelos, y se requiere de una preparación. Por ello, trabajar este hecho dentro del grupo de referencia es motivo suficiente para que los adultos superemos el temor de abordar en la escuela el fallecimiento de un ser querido por parte de nuestros escolares e ir introduciendo estos temas.

Debemos desechar ideas erróneas, como pensar que los niños no perciben la realidad, que no experimentan el duelo y que, por ello, debemos sobreprotegerlos. Aunque tengan dudas y confusiones, perciben la realidad y experimentan el duelo de manera diferente, manifestando, por ejemplo, comportamientos anómalos, como pasar de la risa al llanto, o expresando actitudes que difieren de su comportamiento habitual. No necesitan sobreprotección, sino acompañamiento. Los momentos de enseñanza a partir de conversaciones o vivencias, como el duelo, nos permiten transmitir conocimientos desde lo cotidiano, a través de un aprendizaje más significativo y práctico, lo que facilita a los alumnos comprender mejor lo que queremos enseñarles. Como profesores, junto con el apoyo del equipo o departamento de orientación de nuestros centros, buscaremos momentos de tutoría y calma para cuidar lo que queremos comunicar y cómo lo vamos a llevar a cabo.

Algunos familiares prefieren no incluir a los niños en los rituales de despedida para evitarles un sufrimiento mayor, y pueden informarnos de ello o incluso pedirnos pautas y orientaciones sobre cómo afrontar la situación, que es tan delicada. En los casos en que los propios niños muestren interés en participar, es recomendable no alejarlos de la realidad, y puede lograrse a través de dinámicas simbólicas de despedida, realizadas en casa o en la escuela, para ayudar al alumno a gestionar y expresar sus emociones, facilitando así el proceso de duelo.

El familiar, junto con el apoyo del centro educativo, puede ofrecer al niño una serie de herramientas para entender mejor lo que sucede, gestionar la culpa o la frustración, y embarcarse en un aprendizaje emocional en el que el menor exteriorice sus sentimientos, aunque sea de una forma atípica, sin subestimar su capacidad de entendimiento.

El aula facilita alcanzar el objetivo de tratar el duelo y la muerte en ámbitos educativos porque la escuela inclusiva permite reflexionar, enseñar y aprender de todas las vivencias personales de los escolares. Es importante señalar que el duelo infantil ocasiona una necesidad educativa que debe ser abordada con inmediatez en el aula, para evitar consecuencias negativas en el desarrollo cognitivo, psíquico, afectivo y social del niño. Con la educación emocional, proporcionamos los cauces necesarios para guiar y acompañar al alumno en el fallecimiento de un ser querido y alcanzar su bienestar personal sin omitir ninguna fase o ciclo del duelo, interesándonos por su estado anímico, proporcionándole los recursos que mejor se adapten a la nueva situación y reuniendo las evidencias y observaciones de compañeros, docentes y familiares para ajustar el proceso de aprendizaje a su realidad.

Protocolo de intervención en centros educativos

Un protocolo de actuación incluye un programa de acciones, en este caso, de educación emocional sobre el dolor dentro de un centro escolar, dirigido a concienciar a la comunidad educativa sobre un problema y a proponer soluciones efectivas ajustadas a la edad e intereses de nuestros alumnos, como el duelo en la infancia.

Durante su vida escolar, los alumnos pueden beneficiarse enormemente de conversaciones profundas adaptadas a su nivel de comprensión. Desde la escuela, ayudaremos al niño, a través de unas pautas de acción, a entender el sufrimiento de quienes le rodean y a ser compasivo ante el mismo. El centro educativo, como pilar social para el estudiante, debe estar preparado para intervenir y ofrecer apoyo, de modo que el estudiante pueda volver a su rutina, convivir con las fases del duelo bajo la mayor normalidad posible, mantener una comunicación fluida y coordinada con la familia, y encontrar acompañamiento en ambos contextos. Para ello, desde el colegio, se tendrán en cuenta los siguientes aspectos durante los diferentes ciclos del duelo del alumno, tanto en el aula como en la tutoría:

  • Bienestar personal y acercamiento sincero: El estudiante debe sentir que velamos por su protección, cuidado y alivio en su expresión, así como un contacto honesto pero cálido, proporcionado por el propio docente, quien debe crear ese clima.
  • Las personas de referencia deben estar al corriente de su evolución emocional: Necesitamos cooperación y contacto directo para conocer cómo progresa el estudiante dentro y fuera del centro.
  • Dinámicas de acogida en el grupo de referencia: Los compañeros pueden sentir inseguridad en la relación con su compañero en duelo. Debemos aprovechar este contexto como una oportunidad pedagógica para acercar el tema de la muerte y normalizarlo.
  • Reconocimiento del mensaje positivo y de crecimiento: No debemos centrar la pérdida del ser querido en un mensaje desolador ni asociarlo a la posibilidad de que se derive un trauma en el infante. Al contrario, no tratarlo genera un silencio innecesario, lleno de incertidumbre, descontrol y que se convierte en un tabú.
  • Una experiencia emocional potente: El duelo abarca muchas esferas y emociones, y debe ser visto como una experiencia de crecimiento pese al dolor, no como un vacío afectivo.
  • Exteriorizar los sentimientos en un espacio de confianza: Para que el estudiante y sus compañeros puedan sobrellevar mejor una crisis emocional, sin interrumpir el proceso de duelo, se debe dar la oportunidad de decir adiós, quizás a través de la literatura o las artes plásticas, si no ha podido hacerlo hasta ahora.

Debemos respetar la sensibilidad infantil y hacer partícipes a los estudiantes dentro del centro escolar de esta realidad, por triste que sea, adaptándola a sus características y estadio cognitivo. Como docentes, debemos partir de la posibilidad de que nuestros alumnos, principalmente los de las primeras etapas educativas, puedan tener concepciones erróneas sobre el fallecimiento al no haber experimentado este suceso de manera cercana, alimentando miedos que muchas veces no comunican al adulto por confusión o falta de control sobre la situación. Por ello, es relevante compartir con ellos la idea del ciclo natural de la vida, en paralelo con el reino animal y vegetal, como punto de partida para hablar de la muerte.

Desde el centro educativo se facilitan los instrumentos y recursos para dialogar sobre la muerte y el proceso de la pérdida con menores, concretando actividades educativas que den paso a la exteriorización y gestión de las emociones, para obtener los principios básicos del acompañamiento en el duelo (Feijoo y Pardo, 2003).

La coordinación de la comunidad escolar y los agentes externos

Es vital y necesario mantener una unión y cooperación entre todos los miembros de la comunidad educativa mediante líneas de coordinación que permitan, a través de la observación del escolar y su progresión en las distintas instancias, determinar cuál es la evolución del alumno y compartir las mismas orientaciones. De esta manera, no crearemos confusión al niño ni perjudicaremos su desarrollo emocional.

También se establecerán líneas de comunicación para mediar entre los familiares del estudiante y agentes externos, como asociaciones, servicios sanitarios y sociales, que nos proporcionan un soporte técnico y concreto en áreas como la psicología y la psiquiatría, que están en continuo contacto con la enseñanza. Ambas vertientes nos aportarán una visión psíquica y médica si el proceso del duelo se complica.

Existen una serie de conceptos que debemos abordar con el alumnado, tanto en el ámbito educativo como en otras áreas que se coordinan con la escuela, para lograr una respuesta adecuada a su realidad y que les permita crecer y afrontar todo tipo de situaciones mediante el desarrollo de capacidades como la resiliencia.

UNIVERSALIDAD: El ciclo de la vida es universal porque todos los seres vivos están sujetos al curso vital que termina con la muerte.

IRREVERSIBILIDAD: La muerte es algo irreversible, no hay marcha atrás, no hay retorno y es un concepto que se interioriza en la persona en la fase de la adolescencia, pero se puede ir incluyendo mediante la pérdida de una mascota o en el espacio de naturaleza muerta.

FUNCIONALIDAD: Los niños no entienden por sí mismos porqué circunstancias sucede la muerte y desde la escuela debemos vincularlo a funciones vitales: el cuerpo es como una máquina con engranajes que van desgastándose con el paso de los años.

CAUSALIDAD: Todo tiene un por qué: las personas como seres vivos pasan por todos los ciclos y se provoca un deterioro y una decadencia de forma natural o por un motivo de enfermedad o accidente.

TRASCENDENCIA: Esta dimensión depende de las cuestiones religiosas, espirituales y de las creencias de cada persona.

Es fundamental aprovechar las ocasiones que se presenten de manera natural, como en un cuento, una película o junto a una mascota, antes de tratar un duelo por una muerte dolorosa y repentina. Es muy conveniente trabajar dichas nociones previamente, porque lejos de traumatizar al niño, le permite reflexionar, entender y procesar ese conocimiento, siempre tratando la temática con delicadeza, sensibilidad y respetando su desarrollo. En muchas ocasiones, son los propios escolares quienes solicitan información, y debemos aprovechar esos momentos de curiosidad para, desde la coordinación escolar y los diferentes ámbitos involucrados, comunicar un conocimiento real.

En el procesamiento del duelo infantil, los niños parten con desventaja en la comprensión del fenómeno de la muerte, y si se les mantiene al margen, se dificulta aún más su entendimiento. Por ello, es necesario un acompañamiento escolar basado en la honestidad y en la realidad del contexto en el que se desenvuelve el alumno, sin dejarnos llevar por mitos y prejuicios nacidos del miedo a generar una situación traumática por tratar la temática de la muerte en el aula, un hecho que nos rodea a diario. Para evitar alimentar temores y confusiones, un protocolo escolar bien estructurado, en el que colaboren todos los miembros de la comunidad, permitirá dar respuesta a una necesidad pedagógica que siempre ha estado presente en las aulas, pero que pocas veces se ha abordado desde la universalidad, causalidad y transferencia.

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