#Ciberbullying en el ámbito escolar. #CEdRevistaDigitalDocente Share on XResumen: Muchos son los riesgos que se esconden tras el uso indebido de las tecnologías, los cuales repercuten en mayor medida sobre jóvenes y adolescentes. Dentro del terreno educativo pueden aparecer agresiones a través de estos medios, tales como el ciberbullying, ocasionando terribles consecuencias si no se promueve, desde los centros escolares, un uso responsable de los medios digitales.
Palabras clave: Tecnologías de la Información y la Comunicación; Medios digitales; Acoso escolar; Bullying; Ciberbullying.
Abstract: There are many risks behind the improper use of technology, which impact to a greater extent young people and teenagers. Within the educational field, they may manifest in the form of aggressions like cyberbullying, which may cause terrible effects if schools do not promote a responsible use of digital media.
Keywords: Information technology; Digital media; School bullying; Bullying; Cyberbullying.
CIBERBULLYING Y ACOSO ESCOLAR
Desde las dos últimas décadas, la juventud y la infancia se encuentran inmersas en las consecuencias de lo que, ya definitivamente, es una nueva era de la sociedad, caracterizada por la presencia cada vez más destacada, más dominante, de las tecnologías de la comunicación y la información (de aquí en adelante TIC). Se ha constituido un espacio virtual de acceso mundial donde las distancias se acortan y los tiempos son cada vez más acelerados, y donde, en medio del mayor flujo informativo-comunicativo de la historia, un cada vez mayor número de menores emprende los primeros pasos de su aprendizaje socializador. Observamos, por ejemplo, cómo los niños al nacer empiezan a desenvolverse en un mundo tecnológico, por ejemplo, podemos observar niños de dos años de edad que saben manejar teléfonos móviles y ordenadores de forma casi natural. Lo cual en parte representa la evolución de la especie, pues es absolutamente necesario el manejo de la tecnología por las jóvenes generaciones.
Índice de contenidos
Lo virtual normalizado
El entorno del niño y el adolescente actual es cada vez más digital (juegos online, amistades virtuales, noviazgo vía redes sociales…). Parece que la red ha subordinado a la escuela y la familia como el entorno social por excelencia del niño y el adolescente.
Algunas de las exploraciones que ponen el acento en ecosistemas comunicativos, están reiterando que no existe tal separación entre el mundo virtual y el real. Este nuevo paradigma sociotécnico bebe de la fluidez recíproca de las temporalidades que se hallan entre lo on-line y lo off-line, en la que su presencia se va extendiendo a partir de los espacios de interacción presencial y digital, que viven en la conexión-desconexión, logrando producir y compartir creativamente nuevos repertorios, significados y saberes, mediados por las interacciones tecnomediadas (Cabanzo, 2014).
Así mismo, en su entorno más inmediato, el joven comienza a depender de las TIC para sus más íntimos intercambios sociales. Las relaciones que se encuentren “fuera” de la red, “desconectadas” (como con los padres, por ejemplo), en ocasiones se empiezan percibir de manera incómoda y se consideran de manera poco funcional. La juventud aprende a socializar en las redes con inusitada rapidez, destreza y alcance (los jóvenes inmersos en las redes tienen un rango de contactos y amistades potencialmente internacional, lo que resultaba muy difícil para sus padres), pero muchas veces al costo de no poder desprenderse de ellas por el carácter omniabarcante de las TIC en la actualidad.
Podemos decir al respecto que las TIC han pasado, para gran parte de la juventud, de ser herramientas de la vida social a ser la condición única necesaria de las mismas; las redes ya no reflejan la vida del joven, ahora es la vida del joven la que se refleja en las redes sociales.
Un problema creciente
El epicentro de la vulnerabilidad de muchos jóvenes en el mundo de las redes es la total dependencia de ellas para la socialización, lo cual contribuye a que se configuren víctimas de agresiones que sensu scrito no constituyen alguna amenaza física grave.
Cualquier amenaza a la conectividad social por medio de las redes es causa de pánico para quien es totalmente dependiente de ellas. Y la dificultad para discernir la frontera entre lo online y lo offline conlleva graves consecuencias para la vida cotidiana, principalmente por la constitución de un cuadro de alto riesgo frente al ciberacoso.
Acoso y TIC
En el entorno escolar encontramos el llamado acoso escolar o bullying, relacionado con “aquellas conductas agresivas, intencionadas y constantes entre los escolares, donde existe la figura del matón (bully), que es la persona que tiene el poder injustamente (el acosador) y actúa de forma abusiva sobre la persona más débil (la víctima)” (Irurtia, Avilés y Arias, 2009).
Ahora bien, si trasladamos al plano tecnológico el acoso, éste recibe el nombre de ciberbullying, el cual, si bien tiene similitudes con el tradicional acoso escolar, pues las víctimas de ambos tipos de acoso frecuentemente pueden recibir insultos y amenazas, ya sea de forma virtual como presencial, presenta características distintivas propias de los medios en los cuales se realiza.
En todo caso podríamos definir al ciberbullying, de forma general, como el perjuicio continuo e intencionado, realizado a través de medios electrónicos, entre iguales.
Como se ha estado analizando, desde el punto de vista educativo, el ciberbullying coincide con el bullying en que comparte los componentes básicos (intencionalidad, desequilibrio de poder y recurrencia de las acciones) y, además, añade otros específicos, como son cierto anonimato en las acciones, la desinhibición virtual que se da en los participantes, la audiencia agrandada destinataria de las agresiones o la reducción de claves socioemocionales en las dinámicas de agresión (Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación, 2013)
Además de la humillación ante un público masivo, se establece una retroalimentación por el fácil acceso a la información y la rapidez con que ésta se comparte.
Pero ¿cuál es el origen del problema? ¿Por qué parece que cada día encontramos más casos de ciberacoso?
Sin importar la clase social, todos tienen el mismo problema: «Para ser tienen que tener», y están convencidos de eso. El individuo no nace solidario, nace con el impulso de la autosatisfacción, y por eso desde el jardín de infantes hay que enseñarle a aprender a controlarlo. Hoy en día los niños tienen cero tolerancia a la frustración, no advierten que en el mundo hay otros con otras necesidades, no ven los valores de los demás y no contemplan la posibilidad de ayudarse a partir de ese otro. Es una lógica de consumo capitalista. Son niños consumidores, los niños del ‘llame ya’. A los adolescentes les están mandando un mensaje que les promete continuamente sentir placer inmediato, ya sea por medio de las drogas, la ropa o el uso de un celular. Y eso lo único que hace es esclavizarlos, diluir su nivel de ciudadanía y convertirlos en simples usuarios, porque ellos creen que para ser alguien tienen que consumir, ser lindos, usar Facebook, celular; pero el mensaje es falso (Osorio, citado por Marino, 2013).
No es coincidencia que las TIC sean grandes espacios publicitarios. Los jóvenes están empezando su conocimiento de las relaciones sociales en un medio marcadamente comercial, la comunicación entre ellos resulta no ser lo autónoma que desean que sea, ni lo liberada de los prejuicios adultos que creen que es. El bombardeo publicitario sobre la infancia y la juventud (que se ha estado denunciando desde por lo menos la década de los 50) ha encontrado en las TIC la manera de llegar más lejos que nunca y de ser parte, incluso, de la subjetividad en formación de niños y adolescentes. La publicidad a su vez es eminente estereotipadora, reduce la realidad a un fragmento plano; lo que no represente la norma, cultural y de consumo, se va tornando en objeto de burlas y de odio.
El bullying se basaba en la dicotomía entre “chicos populares” (consumidores impulsivos, poco reflexivos) y “nerds” (personas cultas, potencialmente críticas de la sociedad) tan habitual en las series televisivas. Hoy el ciberbullying avanza en el camino que presenta la necesidad de tener una “vida interesante”, “fuera de lo común”, ignorando por completo la realidad cotidiana de los jóvenes (especialmente los de escasos recursos económicos, distinta etnia o cultura) reduciéndola a nada. La opción del joven interesante que tiene muchos amigos es la del que alardea en sus redes de un alto nivel de consumo, incluyendo (sin importar edad) un fuerte componente sexual.
Vías de detección y factores de riesgo
Lamentablemente no puede ser causa de asombroso que una sociedad violenta tenga una juventud violenta, y que dicha violencia sea “cargada” a la nube. Los jóvenes están aprendiendo a socializar en las redes, y los agresores físicos dan paso a los digitales. Si ayer el problema era el del alumno frágil ante la amenaza física, hoy lo constituye el de la subjetividad formada en el entorno informático, que no puede distinguir sanamente entre lo online y lo offline (Cabanzo, 2014).
En relación a las fundamentales formas de prevención, podemos abordarlas desde la doble vertiente de lo que podemos llamar, por una parte, “prevención pasiva” (la detección y corrección temprana del ciberbullying y sus consecuencias, así como la vigilancia de los factores de riesgo asociados), y de lo que convendremos a llamar la “prevención activa” (el abordaje de las causas del acoso y la creación de alternativas que contribuyan a disminuir su incidencia).
Prevención pasiva
Es necesario detectar el bullying desde sus primeras e inadvertidas etapas haciendo especialmente hincapié en la prevención, así como centrarse en la sensibilización y toma de conciencia entre profesores y familiares y crear un protocolo de carácter estatal contra la violencia escolar (Coronel, 2019).
La labor de detección se puede ver dificultada por una serie de fenómenos que suelen acompañar cada caso:
- La víctima no considera más ayuda que la de sus amistades del medio digital, en todo caso las de otros jóvenes, pues cree que los adultos no tienen la habilidad de entender lo que pasa.
- La víctima se niega a la comunicación, por el temor de ver interrumpido su acceso a las redes, “a sus amigos”.
- La falta de una barrera coherente entre lo real-presencial y lo digital-informático crea la curiosa paradoja de que el acoso es atendido por la victima exclusivamente como un problema digital, no impidiéndole eso vivenciar las consecuencias, incluso a un nivel somático.
- Los temores a la incomprensión se ven en parte reafirmados cuando muchos padres y tutores actúan con asombro, perplejidad y escándalo ante lo que consideran una serie de comportamientos irracionales de parte de sus representados. No les es fácil comprender el sentido de cómo un simple manejo de mensajes e información puede torcer y destruir la voluntad de la víctima. Parece, a los ojos de muchos, un juego macabro, pero profundamente estúpido. Muchos adultos, los más conservadores, llegan a concebir un prejuicio a la totalidad de las TIC.
Dentro de las terribles consecuencias de este tipo de acoso podemos encontrar, por ejemplo:
- cambios en el comportamiento,
- absentismo escolar,
- desarrollo de baja autoestima,
- deterioro de las comunicaciones y relaciones con padres y maestros,
- en algunos casos, consumo de sustancias nocivas para la salud,
- depresión y otros problemas psicológicos, pudiéndose llegar, en casos más graves, a un posible suicidio.
Importante es también conocer los factores de riesgo, aquellos que señalan a un joven como posible víctima, actual o futura, de acciones físicas y digitales de acoso.
Los motivos principales se encuentran en las características diferenciadoras de las víctimas y en la diversión y agresividad de los propios acosadores (…). Se añaden además otros motivos que tienen relación con las relaciones sociales propias de adolescentes, que derivan en conflictos o disputas: discusión con amigos (18,0%), color de la piel, cultura o religión (16,4%), problemas sentimentales (16,4%), aficiones (11,5%). Entre el resto de motivos situacionales destacan problemas psicológicos de la víctima (8,6%) y agresiones por orientación sexual (7.2%) (Coronel, 2019).
Evidentemente, la familia es un factor de primer orden. El educador debe establecer una comunicación efectiva con familiares y representantes para la temprana identificación de todo síntoma que pueda ser causado por el abuso. El docente debe tener la capacidad de educar también a la familia en el uso de las TIC; una familia que entiende el lado positivo que tienen las herramientas informáticas puede ayudar a abordar los problemas sin prejuicios paralizantes.
Volviendo al salón de clases, es importante que ante cualquier sospecha el educador pueda determinar si el origen de los maltratos se encuentra en la propia escuela.
Gran parte de los casos de ciberbullying tienen un precedente de bullying presencial en el que las víctimas han sido ya acosadas en el plano físico (INTECO, 2013).
Por último, está la labor de desalentar el acoso en todas sus variantes mediante una concientización del papel jugado por los testigos y público de las agresiones y vejaciones.
La humillación es un acto que sólo cobra relevancia cuando es presenciado o conocido por otros, lo que implica al espectador como un tipo especial de destinatario de los actos de agresión y violencia. De esta manera, la importancia que tiene el espectador para la concreción del acto de acoso llega a ser incluso tan grande como el de la víctima o el del agresor. Esta importancia se ha puesto de manifiesto por el instructivo ejemplo del llamado método KIVA desarrollado en Finlandia, con un nivel de éxito tal que se ha extendido su aplicación a gran parte de Europa, e incluso en España se ha empezado a utilizar.
En dicho programa se otorga un papel preponderante al testigo del acoso. Lo que se busca es que éste no sea parte del ciclo del acoso, sino que por el contrario rompa con él, no riéndose o burlándose, sino más bien entendiendo la gravedad de la conducta y denunciándola.
Prevención activa
Pasando al ámbito de la prevención activa, es importante entender el papel del educador como orientador de los más jóvenes en el proceso de su desarrollo emocional en sus primeras experiencias de socialización.
Primeramente, es importante el manejo efectivo y eficiente de las TIC por parte de los educadores, los cuales, además, deben orientarse a ganar la confianza de los menores, fomentando un acercamiento sano y racional de los mismos con las herramientas tecnológicas, mostrando con acierto los beneficios que puede obtenerse de su uso inteligente y discreto, y alertando, con cercanía y preocupación, los riesgos y responsabilidades en que puede incurrir su mal manejo. Lo primordial es orientar cual es el comportamiento correcto y alertar de las consecuencias que pueden tener las acciones imprudentes de los estudiantes en el uso de la tecnología.
En este sentido es importante establecer opciones positivas que incentiven a los jóvenes a darle un uso constructivo a las nuevas tecnologías, estableciendo tareas y programas que atraigan a los estudiantes con intereses y destrezas informáticas, de manera que puedan compartirse con compañeros y familiares. Cuantas más posibilidades conlleve el manejo de las herramientas TIC y mayor sea la seriedad implícita en su uso, más será percibido el ciberacoso, por parte de los propios jóvenes, como consecuencia de un uso incorrecto del potencial tecnológico.
Como nervio principal de la idea misma de una prevención activa se encuentra la propuesta de crear espacios de interacción social abiertos y amigables, donde prevalezca el trabajo común y la solidaridad junto con la responsabilidad y la honestidad, de manera que la personalidad de los jóvenes se vaya constituyendo desde referentes reales, a partir de los cuales se puedan comprender como seres sociales.
Si se asocia a los jóvenes para realizar tareas comunes con cierto nivel de impacto en su comunidad, que dejen tras de sí cierto acumulado de logros, experiencias y conocimientos y donde prevalezcan los valores de la cooperación y la responsabilidad, donde además los problemas y obstáculos sean tratados de manera abierta y solucionados en equipo, se estará dando pasos importantísimos en fomentar la empatía y el respeto en medio de una sana educación emocional que les capacite para afrontar las diferencias y las dificultades inevitables de la vida en sociedad.
En pocas palabras, la mejor manera de combatir el ciberbullying es llenar de interés la vida offline de niños y adolescentes, convirtiéndolos, de consumidores pasivos de contenidos en las redes, a actores activos de la vida de su comunidad que entienden y respetan las necesidades de los demás.
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