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La neuroeducación pone la ciencia al servicio de los procesos educativos para mejorarlos, creando un nuevo y amplio abanico para enseñar y aprender de formas mucho más productivas.

Es notable la evolución y revolución que la educación está manifestando en las últimas décadas, y es que la enseñanza y el aprendizaje son dos procesos que se han visto ampliamente transformados a causa de los múltiples avances acaecidos en otras disciplinas y campos del saber que los han influenciado enormemente. Esto es lo que ha sucedido con la neuroeducación.

Neurociencia

La neurociencia es la disciplina científica encargada del estudio del sistema nervioso y todo lo que éste implica, desde las funciones biológicas del cerebro hasta el desarrollo filogenético de las redes neuronales.

Nos ayuda a entender la inmensa complejidad que encierra el cerebro humano y todos los mecanismos mentales que desarrollan los seres humanos, materializados en sus conductas, pensamientos y emociones.

Puede decirse, muy a grandes rasgos, que la neurociencia pretende comprender y explicar el funcionamiento de las neuronas, cómo su entramado puede verse influenciado por el medio ambiente y cómo su funcionamiento incide en los comportamientos que se llevan a cabo.

De la misma forma, la neurociencia se encarga de analizar cómo aprende el cerebro, cómo capta y almacena la información a través de los sentidos y cómo son los procesos biológicos y fisiológicos que acontecen durante el aprendizaje.

La neurociencia nos explica cómo se forman los recuerdos y gracias a ella entendemos cuáles son los mecanismos que nos permiten formarlos, de tal forma que podemos comprender cómo aprendemos, pudiendo así aprender mejor, siendo en este punto donde aparece la relación con la educación.

Neuroaprendizaje

Es una disciplina que combina la psicología, la pedagogía y la neurociencia para explicar cómo funciona el cerebro en los procesos de aprendizaje (Pherez, Vargas y Jerez, 2016).

Con el neuroaprendizaje se explica, entre otros aspectos, por qué existen determinados momentos o etapas en el desarrollo humano que son más sensibles que otras para la adquisición de determinados aprendizajes.

En definitiva, es el estudio del vínculo entre cerebro y aprendizaje y, aunque nos detengamos en estos conceptos ahora como una nueva forma de educar, en realidad es algo que siempre ha estado en mayor o menor medida relacionado con el acto de educar, ya que siempre se han considerado, desde la psicología, principios básicos como la sucesión coherente en progresión y dificultad de la exposición de los contenidos al alumnado, o la consideración para partir siempre desde lo más simple hasta lo más complejo.

Pero la forma en que nuestro cerebro aprende no puede ir separada del contenido emocional ya que éste funciona como el aliciente necesario para contribuir a que nuestra mente fije mejor o peor un recuerdo, o lo que es lo mismo, un aprendizaje.

Neurodidáctica

Podemos definir la neurodidáctica como el enfoque psicopedagógico basado en el funcionamiento cerebral para adecuar la acción didáctica de la forma más adecuada para cada individuo.

La neurodidáctica, apoyada en los conocimientos científicos de la neurociencia y respaldada por la forma en que aprende el cerebro humano según los postulados del neuroaprendizaje, trata de facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Según Morales (2015) la neurodidáctica es la ciencia que fusiona, por una parte la didáctica y por otra la neurociencia. Para Paniagua (2013) es una rama de la pedagogía basada en las neurociencias, que otorga una nueva orientación a la educación que tiene como propósito diseñar estrategias didácticas y metodológicas más eficientes que promuevan un mayor desarrollo cerebral o mayor aprendizaje en los términos que los educadores puedan interpretar.

Si la didáctica el estudio de los procesos y los elementos intrínsecos en la intervención educativa, concretamente en el proceso de enseñanza y aprendizaje, la neurodidáctica es la traslación sobre cómo enseñar de la forma más apropiada para cada una de las formas existentes de aprender.

De esta forma damos paso al término neuroeducación, englobando todos los principios que acabamos de detallar.

Neuroeducación

Podemos definirla como la forma de concebir el proceso educativo teniendo en cuenta lo que los conocimientos neurocientíficos nos aportan sobre el desarrollo cerebral y los mecanismos implicados en el aprendizaje.

Para Mora (2013) la neuroeducación trata de establecer lazos entre la neurociencia y sus aplicaciones en educación para armonizar las metodologías de enseñanza de los profesores con las técnicas de aprendizaje de los alumnos.

Gracias a este concepto, consideramos que el aprendizaje no consiste solamente en la exposición de nuevos conocimientos, sino en procurar interactuar directamente sobre el cerebro de quien los recibe, valiéndose para ello de las emociones surgidas en el momento de aprenderlos.

La neuroeducación, así,  incorpora un nuevo enfoque educativo basado en el cerebro. Aprovechando los conocimientos científicos sobre el funcionamiento cerebral, es posible mejorar los métodos de enseñanza y conseguir que los alumnos aprendan mejor.

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Aplicaciones de la neuroeducación

Ahora cabe preguntarse: ¿En qué consiste todo esto? ¿Cuáles son las implicaciones reales o los efectos beneficiosos que podemos aportar a la educación sirviéndonos de la neurociencia?

Según Ruiz (2004), los hallazgos de la neurociencia tienen implicaciones para la teoría y la práctica educativa. Para la teoría, al ofrecer explicaciones novedosas que permiten profundizar en el conocimiento acerca de las condiciones bajo las cuales el aprendizaje puede ser más efectivo. Desde el punto de vista de la práctica, porque permitiría fundamentar el diseño de estrategias instruccionales no convencionales dirigidas a atender las diferentes dimensiones y el desarrollo de la creatividad.

Los intereses que relacionan la educación con los conocimientos sobre el funcionamiento cerebral pretenden mejorar las condiciones que favorezcan que el aprendizaje sea posible, el desarrollo de estrategias metodológicas más efectivas y el diseño de espacios y ambientes que faciliten el proceso de enseñanza y aprendizaje, entre otros.

Uno de los principales aspectos en los que se centra el vínculo entre el funcionamiento del cerebro y cómo poder mejorarlo para propiciar un mejor aprendizaje es el estudio sobre las estrategias cognoscitivas.

Estas estrategias cognoscitivas podemos definirlas como el conjunto de actividades mentales que desarrolla la persona que aprende durante el propio proceso de aprendizaje, y que tienen el objetivo de influenciar el proceso de manejo de información que se está llevando a cabo.

Las estrategias cognoscitivas son el conjunto de procedimientos que se instrumentan y se llevan a cabo para lograr algún objetivo. Aplicado al aprendizaje es la secuencia de procedimientos que se aplican para lograr aprender (Mayor, Suengas y González, 1993).

Las estrategias hacen referencia a operaciones o actividades mentales que facilitan y desarrollan diversos procesos de aprendizaje escolar. A través de las estrategias podemos procesar, organizar, retener y recuperar el material informativo que tenemos que aprender, a la vez que planificamos, regulamos y evaluamos esos mismos procesos en función del objetivo previamente trazado o exigido por las demandas de la tarea (Beltrán, 1993).

Seleccionando tan solo una pequeña muestra de toda la existente en relación a las estrategias cognoscitivas podemos citar:

  • La estrategias de aprendizaje de cada individuo
  • Los procesos de evocación de recuerdos
  • La formación de huellas de memoria
  • El proceso de resolución de problemas
  • La atención
  • La motivación
  • Las emociones

Emociones y aprendizaje

Una buena parte de los educadores y pedagogos expertos en el tema coinciden en la importancia de la educación emocional, no ya sólo por el beneficio social, moral o ético del individuo y la sociedad, sino por el componente psicológico de la emoción propiamente dicha y su impacto en la formación de aprendizajes más consistentes, duraderos y, sobre todo, significativos.

Parece que la clave reside en las emociones. Los procesos cognitivos cerebrales dependen de la afectividad y se ven influidos por ella. Cualquier información sensorial que recibimos pasa por el sistema límbico y adquiere allí un componente emocional que condiciona su interpretación, reorganizándose y estructurándose de nuevas formas para, posteriormente, poder extraer los conceptos abstractos, ya emocionalmente matizados.

En palabras de Mora (2013), lo mejor que se aprende es aquello que se ama. Y es que los alumnos, de cualquier edad, son antes seres emocionales que racionales; aprender y memorizar es, en cualquier caso, un proceso emocional.

Siguiendo a Ballarini (2017), la sorpresa es uno de los componentes que más y mejor ayudan al cerebro a aprender y, posteriormente, a recordar. Básicamente, el cerebro es capaz de almacenar todo cuanto sucede antes y después, en un periodo de tiempo relativo, de un evento que nos haya sorprendido.  Esto quiere decir que cualquier acto rutinario será más costoso de recordar que un hecho fortuito que impacte emocional y sorpresivamente en el cerebro. Por eso, una simple interrupción, un pequeño cambio, una nota llamativa dentro de todo lo plano que a veces resulta el proceso de enseñanza puede hacer que un recuerdo (un aprendizaje) condenado a perderse al cabo de pocas horas, cuando ya hubiera acabado la función por la que hubiera sido adquirido, pase a ser recordado quizás ya para toda la vida.

Tan sólo los docentes que son capaces de motivar, entusiasmar, emocionar y poner en relación esos nuevos conocimientos con los que el pupilo ya posee serán capaces de aumentar exponencialmente su aprendizaje.

Factores como la curiosidad o la atención son consustanciales al aprendizaje, pero derivan también de la emoción. Resulta imprescindible evocar las emociones desde dentro, activarlas a partir de la afectividad y la motivación de cada sujeto.

La emoción es uno de los ingredientes universales del cerebro, un proceso creativo de la propia individualidad del ser vivo, en particular del ser humano. Nuestras memorias más indelebles van siempre unidas a procesos reactivos emocionales. Nuestros mejores y también nuestros más desagradables momentos van siempre unidos a sucesos emocionales (Mora, 2013a).

Bibliografía

  • Ballarini, F. (2017). REC. ¿Podemos manipular los recuerdos? Madrid: Debate.
  • Beltrán, J. A. (1993). Procesos, estrategias y técnicas de aprendizaje. Madrid: Síntesis.
  • Mayor, J., Suengas, A. y González, M. J. (1993). Estrategias metacognitivas. Aprender a aprender y aprender a pensar. Madrid: Síntesis.
  • Mora, F. (2013). Neuroeducación. Madrid: Casa del libro.
  • Mora, F. (2013a). ¿Qué es una emoción? Arbor, 189.
  • Morales, M. (2015).Visión contextual. Neurociencia y aprendizaje. México: UNAM.
  • Paniagua, M. N. (2013). Neurodidáctica: Una nueva forma de hacer educación. Fides et Ratio, 6 (6), 72-77.
  • Pherez, G., Vargas, S. y Jerez, J. (2018). Neuroaprendizaje, una propuesta educativa: herramientas para mejorar la praxis del docente. Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas, 18, 34.

Cómo citar este artículo:

Equipo Pedagógico de Campuseducacion.com (2020). Neuroeducación, Neurodidáctica y Neuroaprendizaje. La ciencia al servicio del aprendizaje [Mensaje en un blog]. Blog de Campuseducacion.com. Recuperado de http://www.campuseducacion.com/blog/recursos/articulos-campuseducacion/neuroeducacion-neurodidactica-y-neuroaprendizaje

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