Resumen:  Este artículo está basado en investigaciones científicas que estudian la coordinación docente y la implicación familiar en la escuela del siglo XXI. De acuerdo a la realidad escolar, es necesario conocer el nivel de participación de las familias en tareas escolares y tener presente la importancia de la coordinación docente en un centro. Con la finalidad de paliar los problemas que ocasiona la falta de implicación familiar y, en ocasiones, la escasa coordinación de maestros en su lugar de trabajo, se detallan algunas actividades y se alude al plan de coordinación anual como parte de la labor docente.

 

Palabras clave: Coordinación docente; Implicación familiar; Calidad educativa; Comunidad educativa; Relaciones familia-escuela.

 

Abstract: This article is based on scientific research that studies teacher coordination and family involvement in the 21st century school. Acoording to the school reality , it is necessary to know the level of participation of families in school task and keep in mind the importance of teaching coordination in a school. In order to ease the problems cause by the lack of family involvement and, at times, the poor coordination of teachers in they workplace, some activities are detailed, and the annual coordination plan is refered to as part of the teaching work.

 

Keywords: Teaching coordination, Family envolvement, Quality of education, Educational community, Family-School relationships.

COORDINACIÓN DOCENTE E IMPLICACIÓN FAMILIAR EN LA ESCUELA

La escuela del Siglo XXI aboga por una enseñanza inclusiva y global, donde tanto el alumnado, personal docente y miembros familiares tengan cabida. El hecho de coordinar a nivel de centro y transmitir información de interés a las familias es una temática que requiere ser objeto de estudio, pues en la mayoría de los casos, del término coordinación depende la  evolución o la regresión de los alumnos en su proceso de aprendizaje.

En el ámbito educativo, la coordinación es un pilar fundamental para intentar subsanar las dificultades que se presentan a diario en la intervención educativa. Además, constituye un elemento de mejora para la práctica docente y favorece el vínculo entre los dos ámbitos principales de educación y socialización: la escuela y la familia.

Coordinación docente e implicación familiar en la escuela #CedRevistaDigitalDocente Share on X

Por diversos motivos ligados a cambios sociales, la participación de los miembros familiares en el ámbito educativo es cada vez menor, de ahí que el docente, como persona dedicada a la enseñanza, deba ser consciente de los retos a los que se está exponiendo el sistema educativo como consecuencia de la aceleración del cambio social. Para ello, deberá ver en su aula un reflejo de la complejidad y pluralidad de la sociedad y tendrá que adaptar su acción educativa a la situación de cada alumno.

Coordinación: Una tarea pendiente

En 2014, Brunet, Carazo y Herrero-Martín afirmaron que la escuela y la familia están llamadas a educar desde la sintonía, por lo que nunca deben discurrir en paralelo. Aun así, la relación entre la institución educativa y el ámbito familiar es todavía en el siglo XXI una tarea pendiente y, cuanto menos, preocupante. Quizás el motivo principal de esa casi ausencia de vínculo entre la escuela y la familia y de la no participación de los padres en el ámbito escolar se deba a la transformación intensa y acelerada que está sufriendo actualmente la sociedad española.

En un reciente estudio realizado por Parra, García, Gomáriz y Hernández (2014) se exponen algunas variables que diferencian el grado de implicación y/o participación de familias españolas en los centros educativos. El estudio detalla que la implicación familiar en el entorno escolar se incrementa cuanto mayor es el nivel de estudios de los padres y cuanto mayor es su edad. Por el contrario, la participación familiar en los colegios situados en barrios desfavorecidos es menor que en aquellos situados en barrios de clase media-alta. Aunque aún se estudia la causa que incide en la participación familiar en este último caso, todo apunta a que el nivel socioeconómico y la disposición de recursos pueden ser los principales desencadenantes.

La Coordinación entre el personal Docente

El desarrollo profesional del docente del siglo XXI puede ver su reflejo en  la capacidad de trabajo en equipo. Esto es, forma parte de la formación del profesorado saber cómo y cuándo ejercer un trabajo a nivel colectivo que implique a varios miembros de la comunidad escolar (Mañú y Goyarrola, 2011).

Podemos citar tres razones principales que hacen que  los maestros pierdan la oportunidad de coordinación como estrategia de trabajo en grupo (Fernández, Fernández y Rodrigo, 2014):

  • Existe un rechazo para reflexionar sobre la realidad educativa por reparo a la presión institucional que ejerce la administración y el personal del equipo directivo. Por este motivo, en ocasiones no exponen en las reuniones muchas de sus propuestas educativas.
  • La enseñanza vuelve a retomar su función disciplinar transmisora de contenidos y el docente adopta el papel de informar únicamente sobre aspectos de su aula.
  • Algunos tutores de aula ordinaria piensan que el trabajo de coordinación a la hora de atender al alumnado inmigrante y/o con necesidades educativas específicas es una tarea puntual de los especialistas del centro.

Plan de coordinación docente: Clave para el éxito

Con la finalidad de hacer de la escuela un lugar abierto al diálogo y a las relaciones interpersonales, el diseño de un plan de coordinación docente dirigido a profesionales de la enseñanza constituiría también una excelente herramienta para mejorar la coordinación entre docentes. Eso sí, es vital la estructuración del plan en base a unas fases de desarrollo:

  • Fase I. Informar sobre el plan de coordinación a los miembros implicados en su ejecución

La actuación previa del docente será informar individualmente sobre el desarrollo del plan de coordinación a los miembros del equipo directivo, que a la vez componen el órgano unipersonal de gobierno en el centro educativo: director, jefe de estudios y secretario. Estas tres figuras docentes se encargan de varias funciones, entre las que se encuentra velar por el funcionamiento del centro. También, se informaría sobre la realización del plan de coordinación docente al tutor de aula ordinaria y a todos los especialistas del centro que tomen parte en la intervención educativa de cada alumno en particular. También, si los hubiera, se comunicaría a los profesionales de las asociaciones externas al centro que ofrecen apoyos en algún ámbito de conocimiento.

  • Fase II. Buscar la aprobación de todos los profesionales que intervienen en el plan de coordinación

Una vez que el profesional de la enseñanza informa al centro sobre el plan de actuación a realizar, se requiere una fase de aprobación por parte de dichos miembros. Esto es, todo el personal informado debe estudiar la propuesta y aprobarla para poder ejecutarla en la práctica educativa.

 

En suposición de conseguir pleno de aprobación por parte de todos los profesionales, el plan continuaría su desarrollo y se convocaría una reunión colectiva donde participaría todo el personal implicado directa e indirectamente. En este encuentro se aportarían datos cualitativos que ayuden al resto de docentes a conocer cuál es el perfil del alumno.

  • Fase III. Previsión de mecanismos o estrategias para la ejecución del plan de coordinación docente

El plan de coordinación docente es aconsejable diseñarlo anualmente y que quede sustentado principalmente en un calendario de reuniones periódicas mensuales. Además, es aconsejable que los temas a tratar en cada encuentro se detallen con tiempo suficiente, todo ello con la finalidad de centrar la atención en recabar información diaria sobre asuntos que se vayan a tratar en reuniones próximas.

Relación familia-escuela

Según De León (2011),

la familia es el primer agente socializador del niño y constituye el contexto donde se vivencian los primeros vínculos de afecto con otras personas. Es en el ámbito familiar donde los niños comienzan a adquirir las primeras habilidades sociales y capacidades cognitivas, las cuales se manifestarán al llegar a la educación formal recibida en la escuela. Por otra parte, el entorno escolar constituye el escenario donde se pondrán en práctica dichas cualidades y donde se ampliarán las habilidades de socialización (tanto del niño como de la escuela y la familia), alcanzando así una acción educadora conjunta fundamentada en valores educativos y culturales.

De acuerdo a las afirmaciones de Cano y Casado (2015), la escuela y  la familia tienen la responsabilidad de elaborar, conjuntamente, propuestas de actuación para el desarrollo de una mejor acción educativa total y de calidad, ya que ambas son consideradas agentes primarios de la educación. Por este motivo, debe existir un entendimiento mutuo de colaboración y realización de tareas entre ambas instituciones.

Mecanismos para aumentar la participación de las familias en la institución educativa

A continuación, citamos seis tipos de tareas para establecer una alianza educadora entre familia y escuela (Brunet, Carazo y Herrero-Martín, 2014):

  • Actividades de soporte a la acción familiar
    • Este tipo de actividades contribuyen a que las familias comprendan el acto educador desde una perspectiva colectiva a través de diálogos sobre diferentes temáticas (nutrición, psicología, disciplina, éxito escolar…).
  • Tipo 2. Actividades de comunicación
    • Establecen canales de comunicación entre los miembros del ámbito escolar y familiar, y se centran en el seguimiento y rendimiento académico de los alumnos. El pilar fundamental de estas actividades es la bidireccionalidad en la comunicación escuela-familia y el fortalecimiento de colaboración mutua entre ambos agentes socializadores.
  • Tipo 3. Voluntariado
    • Favorecen un acercamiento de la familia a la escuela para compartir experiencias. Los padres de alumnos, llamados en este caso voluntarios, llevan a cabo actividades específicas que forman parte de la programación de aula y pueden atender servicios colectivos del centro educativo. Por su parte, la escuela adopta la iniciativa y el apoyo necesario para favorecer los intereses de los familiares de los alumnos.
  • Tipo 4. Aprendiendo en casa
    • Son actividades donde el currículo educativo pasa a ser un documento compartido por la escuela y la familia. La finalidad de este tipo de tareas es conseguir que el tiempo que el alumno pasa en familia sea un “tiempo educador”, es decir, de enriquecimiento personal, social e intelectual.
  • Tipo 5. Toma de decisiones
    • En estas actividades, la familia toma parte activa y corresponsable en el futuro de la escuela y viceversa. Todo esto conlleva un proceso participativo por ambas instituciones donde los miembros deben tener capacidad de juicio y decisión y donde estos tienen que escuchar y ser escuchados.
  • Tipo Colaboración con la comunidad
    • Este último tipo de actividades fortalecen la cooperación entre la escuela, la familia y el entorno social optando por una escuela abierta y a la vez comprensiva. Se caracteriza por poner los recursos de la sociedad al servicio de la escuela, la familia y los alumnos, y por incluirse dentro de programas que optan por erradicar la desigualdad social y la no igualdad de oportunidades. La metodología Waldorf formaría parte de este tipo de tareas.

Instrumentos para evaluar la coordinación y la participación en el ámbito educativo

Los instrumentos de evaluación más utilizados para evaluar la participación familiar en el ámbito educativo son los diarios de campo y los formularios de satisfacción. Ambas herramientas pueden ser muy útiles para realizar una evaluación objetiva, ya que en ellas toman parte tanto los docentes como los padres de los alumnos.

Por un lado, el docente utilizará un diario de campo donde registrará todos aquellos datos o hechos que sean susceptibles de ser interpretados: datos de interés, grupo del que se extrae información, tiempo de observación, indicadores relacionados con la participación familiar o percepciones, etc. Lo ideal es que cada actividad que implique participación familiar, ya sea en actividades curriculares o extracurriculares, se evalúe con un mismo formato de diario de campo, pues esto ayudará a analizar los resultados y comparar el grado de participación familiar en las diversas actividades.

Existen casos en los que el docente no puede percibir directamente la implicación de los padres en las tareas de sus hijos, bien porque es un tipo de actividad de aprendizaje en casa, o bien porque no es él quien enseña contenidos de una determinada área de conocimiento. Ante estas situaciones, se aconseja que el tutor rellene el diario de campo preguntando la información al alumno, a los padres o al maestro responsable del área de conocimiento que este no imparte.

Por consiguiente, resulta interesante que los padres evalúen la propuesta de actividades de participación familiar a través de un formulario de satisfacción para padres, madres o tutores legales compuesto de preguntas abiertas y cerradas. Esta ficha permitirá a los docentes conocer qué piensan los familiares de los alumnos sobre la propuesta realizada y, a su vez, hará que los padres reflexionen y autoevalúen su actitud ante su implicación en las actividades.

La observación sistemática será la técnica de evaluación por excelencia a lo largo de todo el proceso de evaluación, ya que requiere únicamente la intervención de tres elementos: el observador, el sujeto observado y la situación observada. Además, es un instrumento muy útil para recoger información cualitativa y/o cuantitativa de forma individual y poder compararla a nivel colectivo. Por lo tanto, constituye el mejor método para ir evaluando de forma periódica la coordinación entre docentes y la participación de adultos en un centro educativo.

La escuela, junto con el hogar, son los dos escenarios educativos principales donde el niño comienza a recibir su educación básica, por lo que deben ser lugares donde apostar por la iniciativa, la cooperación y el respeto.

Teniendo en cuenta el papel del maestro-tutor, el hecho de proponer   proyectos de coordinación docente puede hacer que éstos se sientan más motivados en su labor educativa. Igualmente, la inquietud y a la vez necesidad de formar una escuela inclusiva puede dar pie a diseñar proyectos de este tipo. Por otro lado, la idea de incluir la participación familiar como parte de cualquier proyecto, ya sea de coordinación o no, puede enriquecerlo y ayudar a conseguir de forma más fácil los objetivos planteados.

Al reconocer la acción de coordinar como abierta, continua y flexible en la medida de lo posible, su buen hacer podría tratar diversas dificultades que puedan surgir en un centro educativo. De esta forma podría adaptarse como instrumento de apoyo a un programa de modificación de conducta o podría usarse para planificar actividades grupales a nivel de centro (carrera solidaria, actividades para el día del maestro, talleres de puertas abiertas…). Ambas programaciones entran dentro de la labor docente y, en la mayoría de casos,  se solicita la coordinación de todos los profesionales educativos del centro para pedir consejo y  buscar estrategias. Es por esto que se hace imprescindible la elaboración de proyectos de coordinación y participación en un centro educativo.

Según diversos estudios e investigaciones, en muchas ocasiones solventar un problema depende más de la propia actuación docente que de los medios utilizados para intentar solucionarlo. De ahí que la problemática pueda agravarse si no existe una estrecha relación entre docentes que facilite el poner ideas en común y dar posibles soluciones de forma conjunta.

Tanto docentes como familias deben tener iniciativa de cambio y propuestas de mejora, deben cooperar con el resto de la comunidad educativa para lograr una educación inclusiva de calidad y deben saber respetar el juicio personal de cada persona. Dichas cualidades se sustentan en un trípode que   hacen lograr el éxito de un plan de innovación.

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Sacramentos Gregorio García
Sacramentos es graduada en Educación Primaria con mención en Audición y Lenguaje (Sangonera la verde, Murcia)