La desmotivación escolar

Un tipo de fracaso

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desmotivación escolar

Resumen: En la actualidad, la mayoría de docentes coinciden en señalar que uno de los principales problemas de nuestros estudiantes es la desmotivación escolar. Este hecho, que cada vez ocurre a edades más tempranas, se caracteriza por la falta de interés de los alumnos ante las tareas escolares. ¿Por qué cada vez parece haber más alumnos desmotivados? Es una pregunta con difícil respuesta pero en este artículo vamos a reflexionar sobre el concepto de desmotivación y la influencia de los múltiples contextos de desarrollo partiendo de la teoría de Bronfenbrenner. Además, vamos a presentar los principales factores que influyen en la aparición de barreras para la motivación y algunas posibles soluciones.

Palabras clave: Desmotivación; Motivación; Fracaso escolar; Desarrollo social.

Abstract: Nowadays most teachers agree that student’s lack of motivation is one of the main problems on schooling. This lack of motivation appears early every time and its main characteristic is a lack of interest on homework. Why does this happen? On this paper we’re going to reflect upon demotivation and the influence of multiple development contexts originating from Bronfenbrenner’s theory. Also, we’re going to display the principal causes of motivational barriers and some possible solutions.

Keywords: Demotivation; Academic Failure; Social Development.

DESMOTIVACIÓN ESCOLAR

El problema de la #DesmotivaciónEscolar. #CEdRevistaDigitalDocente Share on X

Un problema generalizado

Basta con preguntar a cualquier docente de Primaria y Secundaria sobre cuál es, en su opinión, uno de los principales problemas de los estudiantes de hoy en día para que conteste, sin lugar a dudas, la desmotivación.

Hace algunos años la etapa de Primaria se caracterizaba por la motivación que suponía al alumno aprender y buscar la aprobación del docente. Esta moral heterónoma del “niño bueno” expuesta por Kholberg (1981) en su teoría del desarrollo social parece hoy en día obsoleta. Podemos observar cómo cada vez a edades más tempranas muchos de nuestros alumnos se niegan a realizar los deberes, a participar en clase y, lo más sorprendente, presentan cada vez de forma más temprana una actitud de indiferencia generalizada ante el aprendizaje.

¿Qué está ocurriendo con nuestros niños? Podemos buscar multitud de razones que abarcan desde la transformación social, los cambios producidos en el modelo familiar, las relaciones entre familia y escuela e incluso el papel y perfil docente de la actualidad. De todas estas causas nos encargaremos en este artículo pero creemos conveniente buscar un modelo explicativo que vaya más allá, analizando los diferentes contextos de desarrollo, su influencia y su interdependencia.

El concepto de desmotivación

Según la RAE (2017) la desmotivación es la “falta o pérdida de motivación”. Ahora bien: ¿Qué es la motivación? Maslow (1943) la define a lo largo de sus investigaciones como el impulso del ser humano para satisfacer sus necesidades, dividiendo las mismas en necesidades básicas (relacionadas con la supervivencia y la seguridad) y superiores (referentes con la autorrealización personal y social).

Por otro lado, podemos establecer que la motivación es la voluntad de aprender, es decir, la orientación de la conducta a la consecución de una meta. Para Bandura (1982) existen dos tipos de motivación, intrínseca y extrínseca; la primera de ellas relacionada con la sensación de logro que produce la actividad en sí misma, y la segunda con refuerzos positivos o negativos obtenidos en función de la realización o no de la tarea. Pero cabe preguntarse ¿Qué factores influyen en la creación de barreras para la motivación del alumnado? Según Marchesi (2004) debemos prestar atención a:

  • El tipo de metas
    Pueden tratarse de internas (motivación intrínseca: aprender, disfrutar de la tarea…), externas (motivación extrínseca: evitar un castigo de los padres, conseguir un premio, aprobar el curso…). Lo ideal es fomentar la motivación intrínseca en nuestros alumnos a través de actividades atractivas, participativas y cooperativas que estimulen su curiosidad.
  • La autoestima
    Numerosos estudios afirman que cuando la realización de la tarea conduce a la desvalorización personal y social conduce, a su vez, a la desvinculación escolar. Es importante ajustar la exigencia académica al nivel madurativo de los alumnos y sobre todo en la etapa de la Educación Primaria valorar su esfuerzo por encima del resultado.
  • La incomprensión de la tarea
    Es necesario que los alumnos entiendan y se sientan capaces de realizar la tarea que se les encomienda, evitando bajo cualquier circunstancia el conocido fenómeno de la “indefensión aprendida”, que da lugar a que los alumnos no logren ni tan si quiera realizar un esfuerzo por dar por hecho que no van a conseguir algo. Desde los primeros niveles educativos es necesario transmitir el deseo de intentarlo, haciendo ver que el error es parte esencial en el aprendizaje.
  • La falta de interés y la falta de sentido
    Muchos estudiantes consideran que lo trabajado en la escuela no guarda relación con su vida y por ello no prestan atención a las clases. El aprendizaje significativo y contextualizado es fundamental para aumentar la motivación.
  • La falta de autonomía y participación
    La ausencia de diálogo y acuerdos entre docente y grupo-clase ante las actividades diarias puede producir que los alumnos consideren que lo propuesto no va con ellos. Es fundamental dotar de protagonismo al estudiante en la medida de lo posible para que pueda sentir el aprendizaje como suyo.
  • La familia
    Como agente socializador primario, la familia tiene una gran importancia en la labor de motivación. En estos últimos años la transformación del modelo tradicional ha producido, en algunos casos, que los niños pasen demasiado tiempo solos influenciados por medios de comunicación como Internet y la televisión, recibiendo mensajes que no favorecen la motivación escolar y que pueden entrar en conflicto con el discurso que reciben desde la escuela. Por otra parte, en ciertas ocasiones, la sobreprotección de algunos padres disculpando la falta de esfuerzo de sus hijos y, en algunos casos, culpando a la Escuela del bajo desarrollo académico del alumno, tampoco resulta de mucha ayuda para solucionar el problema.
  • La actuación docente
    Tal y como afirma Marchesi (2004) el problema principal de la educación está en que las transformaciones sociales y tecnológicas se producen con una gran celeridad, mientras que el sistema educativo las vive con ritmos muchos más lentos. Es decir, se han modificado las expectativas sociales frente a la educación, los medios de información y los valores sociales pero la organización de los centros y el trabajo del profesor apenas ha sufrido evolución legal, ante esto, los docentes se sienten en muchas ocasiones presionados y escasamente apoyados y valorados.

La teoría social de Bronfenbrenner

La teoría social de Bronfenbrenner se concibe desde el punto de vista “ecológico” de la propia conducta humana, definiendo ambiente ecológico como un grupo de estructuras seriadas, organizadas en diferentes niveles, los cuales están englobados unos dentro de otros en función de su amplitud, y que generan un cierto impacto en el individuo.

Los niveles que forman esta estructura ecológica son:

  • Microsistema: Es el entorno más inmediato al individuo, como puede ser la familia y la escuela.
  • Mesosistema: Comprende las interrelaciones de dos o más microsistemas en los que el individuo participa activamente.
  • Exosistema: Son las redes externas al sujeto, como son los sistemas locales educativos.
  • Macrosistema: Influye sobre los tres sistemas anteriores, estando configurado por los valores culturales, ideologías políticas, modelos económicos y condiciones sociales en la que se desenvuelve cada persona.
  • Cronosistema: Momento histórico al que pertenecen los demás sistemas.

En lo que a la motivación escolar se refiere, parece que algunos de estos sistemas que ya advirtió nuestro autor pueden incidir en el problema, y es que tanto desde los sistemas inferiores como superiores se manda un mensaje bastante contradictorio para el alumnado, que para nada favorece su motivación hacia lo escolar.

Por un lado, y desgraciadamente, desde algunos hogares la valoración del docente y de los estudios en general parece haber caído en picado, pues son muchos los que piensan que estudiar no garantiza más oportunidades debido a la situación de crisis que hemos experimentado desde hace algunos años y, por tanto, esforzarse no sirve de nada. Por otro lado, desde sistemas superiores se anima a los jóvenes a acceder a la posibilidad de ganar dinero de manera fácil sin esfuerzo académico, participando en concursos, programas, realizando diversas actividades en Internet, etc. También, los últimos cambios en nuestra legislación educativa contribuyen al desasosiego de familias, docentes y alumnos ya que la ausencia de un pacto de estado educativo nos priva a todos de una orientación clara a seguir, así como de aunar fuerzas en pro de la educación en este país.

Una vez presentado el concepto de desmotivación y los factores que influyen en él, así como la importancia de los contextos vitales, pasamos a aportar una serie de soluciones ante dicho problema.

Posibles soluciones ante la desmotivación

Aunque debemos partir de la premisa de que cada alumno es único y que lo que a uno parece motivarle a otro seguramente no, consideramos oportuno incluir algunas recomendaciones generales que pueden ser de aplicación en diferentes niveles educativos y con gran variedad de alumnado.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que la motivación depende de las experiencias previas y no hay nada más desmotivador para un alumno que experimentar un fracaso. Facilitar experiencias de éxito escolar contribuye a aumentar su grado de interés y participación, y para ello hay que partir de dos premisas fundamentales: adaptar la tarea a sus posibilidades y valorar su esfuerzo. En este caso tendremos que ajustar el nivel de dificultad al máximo, ya que una tarea extremadamente sencilla tampoco contribuiría a la motivación del alumno.

En segundo lugar, tenemos que despertar el interés de nuestra clase a través de actividades conectadas con situaciones vividas por parte del alumnado, formular preguntas abiertas al comenzar una unidad que favorezcan la reflexión y favorezcan la búsqueda de información previa relacionada con el tema que vamos a trabajar. Actualmente el uso de equipos informáticos para la búsqueda de la información ha supuesto un gran avance y ahorro de tiempo, pero debemos tener en cuenta que tendremos que enseñar a nuestro alumnado a seleccionar la información relevante del tema que nos ocupa.

En tercer lugar, hemos de potenciar el aprendizaje cooperativo por lo motivador y enriquecedor que resulta, según múltiples investigaciones.

En cuarto lugar, la Administración pública debe proporcionar los suficientes recursos humanos a los centros. En estos últimos años se ha visto cómo las plantillas de profesores y maestros han sido escasas, lo que ha supuesto un aumento de la ratio en las aulas, dificultando considerablemente la labor docente y contribuyendo a la desconexión de algunos alumnos del trabajo diario debido a la dificultad de proporcionar una atención más individualizada.

Por último, la acción de la familia debe ser de cooperación absoluta con el centro escolar para evitar que los estudiantes caigan en el sentimiento de incompetencia académica. Es fundamental que tanto docentes como padres valoren el esfuerzo como una parte esencial del desarrollo personal y escolar de cada uno de los alumnos.

La desmotivación escolar, un fenómeno que tradicionalmente se asociaba a la etapa de Secundaria, ahora parece que es más recurrente, lamentablemente, ya desde Primaria.

Hasta el momento los factores que incidían en la responsabilidad de este problema parecían estar más o menos claros, señalando al propio alumno, su familia y la labor del centro educativo, pero ¿qué hay de la influencia de los mensajes contradictorios que se mandan desde otras instancias? ¿Cómo afecta a los alumnos los cambios legislativos? ¿Qué mensaje les llega de los diferentes agentes socializadores? Estas cuestiones darían pie a una investigación más extensa que este artículo.

Si queremos crear una sociedad en la que se valore la educación de los más jóvenes debemos empezar por enviarles un mensaje unívoco desde todas las estructuras que en ellos influyen, como puede ser la televisión o Internet. Por ejemplo, en estos medios podría optarse por la inclusión de más contenidos culturales y científicos, programas para ver en familia o alternativas sanas de ocio ya que, como afirma Marina (2004), todos ejercemos una influencia educativa buena o mala por acción u omisión, por lo que la sociedad entera debe implicarse: padres y docentes, medios de comunicación empresas e instituciones. Necesitamos una gran movilización educativa, porque, según reza un proverbio africano, para educar a un niño se necesita toda una tribu.

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Augusto José Esparcia González
Augusto José es Graduado en Magisterio de Educación Primaria, y posee la Mención en Pedagogía Terapéutica. En estos momentos es maestro en Albacete.